Prevención de la enfermedad de Alzheimer
¿Es posible la prevención de la enfermedad de Alzheimer? Lo cierto es que no se puede afirmar con seguridad absoluta que exista una manera para prevenir de forma infalible la patología. Eso sí, las investigaciones sugieren que ciertas estrategias se correlacionan positivamente con el retardo de su aparición.
¿Qué estrategias son estas? En este artículo hablamos de 8 de ellas; todas vinculadas con hábitos de vida saludables que pueden proteger el cerebro, el estado de ánimo y también la salud física. ¡No te lo pierdas!
Efectividad de las estrategias de prevención de la enfermedad de Alzheimer
Hay ciertos factores relacionados con un estilo de vida saludable que podrían tener un impacto positivo en la reducción del riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer, además de otros tipos de demencias. A pesar de ello, se necesitan más investigaciones al respecto.
Entre estos factores encontramos la actividad física regular, la alimentación saludable y equilibrada y el mantenimiento de la actividad cerebral a través de la estimulación cognitiva.
Según un estudio de Mayer et al. (2018), los factores modificables permanentes desempeñan un papel importante en muchos casos de demencia, como sería la demencia por enfermedad de Alzheimer. Aún así, otros factores de riesgo, como la edad, la herencia y los antecedentes familiares influyen también en la determinación.
Es importante saber que las estrategias que ahora mencionaremos no han demostrado una reducción directa del riesgo. Más bien, las investigaciones sugieren que existe una correlación entre la puesta en práctica de las mismas y los resultados finales.
Estrategias para la prevención del alzhéimer
Sin más preámbulo, vamos a conocer algunas de las estrategias que podrían tener un impacto positivo en la prevención de la enfermedad de Alzheimer. Describimos cada una de ellas.
1. Proteger el cráneo
Según un estudio de Li et al. (2017), existe una relación entre las lesiones cerebrales (sobre todo aquellas en las que se pierde el conocimiento) y un mayor riesgo de padecer demencia. Por ello, a la hora de prevenir es importante reducir las posibilidades de sufrir estas lesiones.
Por ejemplo, al ir en bicicleta o practicar otro tipo de deportes, usar siempre casco. Es importante anticipar posibles caídas, ir con cuidado si se utiliza motocicleta y ponerse el cinturón de seguridad en el coche.
2. Mantener sano el corazón
Algunas estrategias beneficiosas a la hora de reducir la probabilidad de padecer una patología cardíaca son beneficiosas también para la prevención de la enfermedad de Alzheimer.
En este sentido, tener una presión alta se correlaciona con un mayor riesgo de demencia. Reducirla mediante ejercicio y una dieta sana podría incidir en la evolución de las demencias.
Un estudio de Justin et al. (2013) encontró que los medicamentos que ayudan a reducir la presión arterial pueden ser beneficiosos también para la prevención de las demencias.
3. Evitar el tabaco
Fumar es una conducta que perjudica toda la salud. Aumenta el riesgo de padecer ciertas enfermedades pulmonares, pero también perjudica el cerebro. Según la Organización Mundial de la Salud, el 14% de los casos de alzhéimer en todo el mundo pueden atribuirse al tabaquismo.
4. Practicar ejercicio físico
El ejercicio físico se ha correlacionado con un menor riesgo de desarrollar alzhéimer. Estudios como el de Khalsa y Perry (2017), publicado en la revista Cerebro, sugieren que correr, realizar entrenamiento con pesas y yoga, entre otras actividades, tienen potencial para reducir el riesgo de demencia.
“Aquellos que piensan que no tienen tiempo para el ejercicio, tarde o temprano tendrán tiempo para la enfermedad”
-Edward Stanley-
5. Mantener un peso saludable
Mantener un índice de masa corporal (IMC) en un rango saludable (sobre todo durante la mediana edad), también se ha relacionado positivamente con la prevención de la demencia. La obesidad y el sobrepeso son factores de riesgo para múltiples patologías, no solo metabólicas, sino también neurológicas.
6. Ejercitar la mente
La reserva cognitiva es un constructo neuropsicológico que se define como la tolerancia cognitiva o psíquica frente a los cambios cerebrales fisiológicos relacionados con la edad. Aunque también con alguna patología, sin presentar síntomas clínicos necesariamente.
En otras palabras, es la capacidad que tiene el cerebro de compensar el deterioro relacionado con el paso de los años o con los daños que puede haber sufrido por diversas causas. Estudios, como el de Khalsa y Perry (2017) ya mencionado, han asociado el hecho de tener una mayor reserva cognitiva con la prevención de la demencia.
Así que otra estrategia es ejercitar el cerebro a través de su estimulación. ¿Cómo? Con actividades que impliquen pensar, centrar la atención y memorizar. Por ejemplo, leyendo, escribiendo o haciendo sudokus.
En la misma línea, un estudio de Tennstedt et al. (2013) sugiere que dedicar un tiempo estructurado a entrenar el cerebro, es decir, practicar un entrenamiento cognitivo, es beneficioso para la prevención de demencias como el alzhéimer.
Y hay más. Según Andrade et al. (2009), los niveles de educación superior se asocian a un menor riesgo de deterioro cognitivo. En este sentido, resulta importante seguir aprendiendo, aunque no sea a través de estudios oficiales.
7. Comer de forma saludable
Lo que comemos tiene impacto en el cerebro. Una dieta saludable podría reducir el riesgo de la enfermedad de Alzheimer.
Una dieta preventiva, tal y como afirman Khalsa y Perry (2017), incluye el consumo de granos integrales, nueces, frutas y vegetales de hojas verdes. Además de una reducación del azúcar.
La dieta mediterránea resulta muy beneficiosa, no solo para la salud en general, sino para el propósito del que hablamos. ¿Por qué? Porque incluye alimentos considerados saludables.
De hecho, un estudio de Karstens et al. (2019) correlaciona el seguimiento de este tipo de dieta con un mejor funcionamiento del cerebro y con menor cantidad de cambios vigentes en la enfermedad de Alzheimer.
8. Dormir bien
Otro hábito saludable para la salud y para la prevención de la enfermedad de Alzheimer es dormir bien. Además, también es importante estar atentos a posibles trastornos del sueño, como la apnea del sueño. Este problema, por fortuna, puede tratarse con equipos CPAP.
El uso de CPAP se relaciona también con la cognición. Los pacientes que utilizan la máquina mejoran significativamente su funcionamiento cognitivo, en comparación con aquellas personas que no buscan tratamiento. Así lo sugiere un estudio de Emamian et al. (2016).
Cuidar el cerebro con hábitos saludables
Aunque la prevención de la enfermedad de Alzheimer aún no ha sido demostrada de forma científica con total certeza, lo cierto es que las estrategias descritas podrían retrasar su aparición.
Buscar la interacción social, evitar el aislamiento, cuidar la salud mental, controlar el azúcar en sangre, son todas estrategias válidas. En definitiva, tal y como plantean las investigaciones, cuidarnos en términos generales protege al cerebro.
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