Diagnóstico de la sensibilidad al gluten
No es fácil diagnosticar la sensibilidad al gluten no celíaca. Esta patología puede ofrecer síntomas diversos y no existe una prueba que la confirme. De hecho, hay médicos que no creen en la existencia de esta patología como tal y que sostienen que se trata de un proceso de alteración de la microbiota intestinal.
Lo cierto es que se ha incrementado el número de personas que padecen problemas digestivos o intestinales. Esto puede deberse a los cambios en la dieta y al mayor consumo de ultraprocesados o de aditivos. Bajo este contexto, también aumentó la cantidad de diagnósticos de sensibilidad al gluten no celíaca.
Pruebas caseras para detectar la sensibilidad al gluten no celíaca
Existen una serie de kits que analizan las heces de forma casera o una muestra de sangre para detectar o diagnosticar intolerancias a alimentos o nutrientes; entre ellos el gluten. También se pueden realizar dichas pruebas en laboratorios certificados que ofrecen un testeo de tolerancia a los alimentos. Sin embargo, ninguna de ellas cuenta con las evidencias científicas necesarias para su validez.
Muchos de estos kits se basan en una prueba de anticuerpos que no siempre tiene por qué indicar una intolerancia al gluten. La puesta en marcha de estos métodos puede llevar a restringir alimentos de la dieta de forma inadecuada.
Algo parecido sucede con las pruebas de sensibilidad al gluten no celíaca que consisten en el análisis casero de las heces. No han sido lo suficientemente estudiadas como para contar con validez apoyada por la comunidad científica.
De hecho, resulta realmente complicado diagnosticar esta patología a nivel médico, ya que no existen pruebas específicas. Lo que se plantea es un proceso de descarte. Se busca la celiaquía y los procesos alérgicos a las proteínas del trigo primero. En el caso de que el resultado sea negativo, pero que se presenten síntomas tras el consumo de gluten, se determina la existencia de la sensibilidad no celíaca.
Aun así, se trata de un mecanismo que puede presentar errores. Por ejemplo, muchas patologías intestinales de tipo inflamatorio comparten síntomas con la sensibilidad al gluten.
Pruebas de laboratorio
Lo más habitual cuando se acude al especialista con problemas digestivos que se achacan al consumo de gluten es someterse a una prueba de celiaquía. Esta se realiza por medio de un análisis de sangre.
No obstante, pueden detectarse positivos que indiquen también una sensibilidad al gluten no celíaca. Así lo evidencia un estudio publicado en Nutrients.
De todos modos, hay que destacar que no existe ningún marcador específico para la sensibilidad al gluten. Es imposible realizar un test que muestre la existencia del problema de forma precisa.
Según una investigación publicada en Medicina, se desconoce en la actualidad la fisiopatología exacta del trastorno. Existen dudas sobre el agente causante, sobre los mecanismos que la articulan y sobre su carácter crónico.
Dieta sin gluten para diagnosticar la sensibilidad al gluten no celíaca
Uno de los mecanismos que se pueden utilizar para determinar la existencia de la enfermedad es el planteamiento durante un periodo determinado de una dieta sin gluten, para evaluar las sensaciones. Eso sí, siempre y cuando las pruebas de la celiaquía hayan sido negativas.
En este caso, se comienza por una dieta variada normal durante 6 semanas, clasificando los síntomas en una escala subjetiva del 1 al 10. Durante las siguientes 6 semanas se retira la proteína de la dieta, volviendo a realizar el cuestionario. Si se detecta una reducción de la sintomatología superior a un 30 % quiere decir que el protocolo ha resultado eficaz.
Para eliminar los sesgos es posible realizar esta prueba de sensibilidad mediante un estudio planteado por un médico, de tal forma que exista un grupo control y un protocolo doble ciego. Así, la persona no sabe si realmente está comiendo con o sin gluten, lo que evita la posible sugestión.
Cuando se plantea esta investigación a nivel clínico se suele ofrecer una dosis de 8 gramos de gluten (o de placebo) de forma diaria durante una semana, en el contexto de una dieta libre de la proteína. A partir de aquí, se valora la sintomatología. Una vez superado el tiempo se espera una semana y se vuelve a realizar el protocolo, pero con la dosis de la otra solución.
En el caso de que exista una diferencia sintomatológica del 30 % o superior se podría diagnosticar la sensibilidad al gluten no celíaca. De no ser así, será preciso investigar otras posibles disfunciones a nivel intestinal.
Diagnóstico diferencial
Según un estudio publicado en la revista BMC Medicine, la celiaquía es una patología autoinmune de origen genético que provoca daños en el intestino a partir del consumo de gluten. Puede generar malabsorción de nutrientes y se manifiesta por medio de un amplio compendio de síntomas. Un método de diagnóstico es la biopsia.
Por su parte, la alergia a las proteínas del trigo supone un proceso de hipersensibilidad. El organismo reacciona a ciertos nutrientes contenidos en el cereal, pero no al gluten. En este caso, es preciso retirar el cereal de la dieta, pero no hay razón para plantear una alimentación sin gluten.
La sensibilidad al gluten no celíaca, a su vez, es una patología que no cuenta con marcadores autoinmunes que se correspondan a la celiaquía o a la alergia. Tampoco existe daño a nivel intestinal, pero sí que se detecta una sintomatología asociada al consumo de gluten. Así lo evidencia una revisión publicada en la revista The Korean Journal of Gastroenterology.
De todos modos, pueden existir ciertas conexiones entre este problema y el desarrollo de patologías inflamatorias intestinales, como es el caso del síndrome del intestino irritable. De acuerdo con un estudio publicado en Arquivos de Gastroenterologia, las disfunciones del tubo que cursan con inflamación pueden determinar la malabsorción o la intolerancia a los nutrientes.
Evaluación de la microbiota
Los artículos científicos más recientes barajan la posibilidad de que la sensibilidad al gluten no celíaca esté originada, en ciertos casos, por una situación de disbiosis a nivel intestinal. La alteración del perfil de las bacterias que conforman la microbiota podría determinar la capacidad del tubo de digerir y absorber nutrientes.
Por este motivo, un cultivo bacteriano a través de las heces puede resultar de utilidad de cara a valorar disbiosis y patologías relacionadas con la microbiota. En estos casos hay que atacar el foco del problema por medio de la administración de probióticos y del planteamiento de una dieta que restrinja temporalmente la ingesta de fibra.
Ahora bien, los casos de disbiosis más severos pueden requerir antibióticos, para de este modo corregir el perfil de la microbiota. Es preciso que los fármacos estén prescritos por un especialista.
El tratamiento suele plantearse a mediano plazo. La clave es la administración de un suplemento de probióticos que contenga las cepas bacterianas óptimas y en correcta proporción.
El diagnóstico de la sensibilidad al gluten no celíaca no es sencillo
Según lo comentado, resulta un reto para muchos profesionales diagnosticar la sensibilidad al gluten no celíaca. De hecho, existen especialistas que no reconocen la existencia de esta patología como tal.
Los métodos diagnósticos más utilizados tienen que ver con el descarte de otras enfermedades cuando existe una sintomatología derivada de la ingesta de productos con gluten. Hay que probar la tolerancia al nutriente y analizar la existencia de inmunoglobulinas en la sangre para descartar la celiaquía.
En los últimos años se está popularizando el cultivo bacteriano de heces para determinar situaciones de disbiosis que puedan estar detrás de las intolerancias alimentarias. De todos modos, todavía existen muchas dudas al respecto.
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