¿El cerebro puede sentir dolor?

¿El cerebro puede sentir dolor? ¿Cómo sentimos el dolor? ¿O a través de qué estructuras? ¿Qué función tiene el dolor? Arrojamos luz a todas estas cuestiones a través del siguiente artículo.
¿El cerebro puede sentir dolor?
Laura Ruiz Mitjana

Escrito y verificado por la psicóloga Laura Ruiz Mitjana.

Última actualización: 02 diciembre, 2024

¿El cerebro puede sentir dolor? ¿Cumple otra función? ¿Qué es el dolor en realidad? El dolor es la percepción de una sensación molesta y desagradable; existen muchos tipos de dolor, empezando por el dolor físico y el dolor emocional. El dolor es, en realidad, una forma de protección.

A veces, la corteza cerebral es la que examina el tipo de dolor que estamos sintiendo, lo clasifica y lo compara con otro tipo de dolor. El tálamo es la estructura cerebral encargada de enviar esa sensación de dolor al sistema límbico, en el caso de tratarse de un dolor de tipo emocional.

Cuando sentimos dolor de cabeza, por ejemplo, es normal que nos preguntemos lo siguiente: ¿Nos duele realmente la cabeza? ¿El cráneo? ¿El cerebro? La realidad es que el cerebro es el órgano encargado de interpretar y procesar los estímulos dolorosos, pero eso no significa que pueda sentir dolor. ¡Averigua más sobre ello!

¿El cerebro puede sentir dolor?

La cefalea suele confundirse con el hecho de que el cerebro puede sentir dolor.
Algunas situaciones como la cefalea pueden hacer pensar que es el cerebro lo que duele en realidad.

Aunque el cerebro sea el órgano que envía las sensaciones de dolor al resto del cuerpo, la realidad es que el cerebro, en sí mismo, no puede sentir dolor. Pero existen matices; aunque el cerebro sea incapaz de “sentir” esta sensación, las áreas que le rodean sí pueden “sentirlo”; estas áreas incluyen las meninges, los tejidos nerviosos y los vasos sanguíneos.

Así, cuando alguna de estas áreas sufre un tipo de trauma o presión, sentimos dolores de cabeza, aunque no es el cerebro el que siente todo eso, a pesar de que sí puede captarlo. ¿De qué forma? Recibiendo señales desde los receptores localizados en diferentes partes del cuerpo; dichas señales viajan a través de la médula espinal y acaban en el cerebro (en el tálamo).

El tálamo es la estructura cerebral situada en el centro del encéfalo, por encima del hipotálamo. Es la encargada, entre otras cosas, de dirigir esa sensación de dolor a otras partes del cerebro para que las traduzcan en la reacción “correcta”, por ejemplo: fiebre, frío, dolor, etc.

El cerebro no contiene receptores del dolor

Vamos a indagar un poco más en la cuestión de si el cerebro puede sentir dolor, aunque ya hemos visto que no, vamos a arrojar un poco más de luz a la cuestión. Los receptores del dolor son los llamados nociceptores, estructuras cerebrales asociadas a la posibilidad de sentir algo.

Cuando un estímulo del medio externo o interno activa un nociceptor, se produce la sensación de dolor. Así, al ser estimulado un nociceptor (por ejemplo cuando tocamos algo caliente), la estructura transmite la señal de dolor al cerebro a través de la médula espinal.

Encontramos nociceptores en nuestro organismo (en diferentes órganos) y también fuera del mismo (en la piel, por ejemplo). Es curioso que en el cerebro no existen receptores del dolor, y es que los nociceptores se sitúan en otros tejidos. Esta es otra de las explicaciones que nos permite entender por qué el cerebro no puede sentir dolor.

No siente pero sí percibe e interpreta

Y es que el cerebro recibe la información que le llega de los nociceptores repartidos por el organismo y la interpreta, pero no la “siente” como dolorosa.

En cambio, las estructuras vecinas del cerebro, como ya hemos mencionado antes, sí contienen nociceptores (por ejemplo las meninges).

Una de las ventajas de que el cerebro no contenga nociceptores es que puede operarse con anestesia local, como sucede en múltiples cirugías. Te contamos más sobre ello en el siguiente apartado.

Utilidad en las cirugías cerebrales

El hecho de que el cerebro no sienta dolor puede resultar útil en algunos casos. Por ejemplo, en las intervenciones quirúrgicas (neurocirugías).

Aquí se fija el cráneo a una estructura con tornillos para evitar que la persona se mueva, y solo se aplica anestesia local en las áreas externas que se abren para llegar al cerebro.

La persona está despierta y alerta; de esta forma, el/la cirujano/a puede obtener información inmediata del paciente sobre la propia intervención.

El cerebro no siente dolor, pero interpreta su señal

Como hemos ido viendo, aunque el cerebro no pueda sentir dolor, sí puede interpretarlo. Es decir, interpreta las señales que recibe de los nociceptores repartidos por el cuerpo.

Así, muchos neurólogos opinan que sería correcto afirmar que el cerebro “genera” dolor, ya que es el que al final nos comunica que algo nos está doliendo.

Los nociceptores, al detectar un cambio físico, de presión, químico o térmico, avisan al cerebro. La médula espinal es la estructura a través de la cual circula la información, desde el receptor, y desde donde llega al cerebro para que puede interpretarse como información dolorosa.

Así, el cerebro interpreta esa información y “decide” que se trata de dolor. ¿Qué hace una vez ha interpretado la información? Emitir una respuesta; esta respuesta está condicionada por lo que somos, por cómo somos y por lo que hemos vivido (nuestras experiencias).

De esta forma, se elabora una orden a cumplir; por ejemplo, si hemos detectado un estímulo (dolor) peligroso, es probable que la orden que emita el cerebro (que circula, una vez más, por la médula espinal) será la de quitar la mano, correr, saltar, etc.

¿Qué ocurre con los dolores de cabeza?

Los dolores de cabeza pueden originarse en diferentes zonas: en la piel de la cabeza, en las meninges, en las arterias del cráneo o en los músculos del cuello (a través de una contractura cervical). ¿Qué ocurre cuando se origina ese dolor? Que el cerebro interpreta esas señalas y “decide” si se trata de dolor o de otra cosa.

En el caso de las migrañas, un dolor de cabeza concreto, es frecuente que su origen se encuentre en el flujo sanguíneo.

Así, cuando se altera la circulación en las venas o las arterias de la cabeza, los nociceptores de los vasos avisan al cerebro. Esto explicaría por qué algunos medicamentos contra el dolor de cabeza se basan en una modificación de la vasoconstricción.

No todo es lo que parece

En definitiva, aunque el cerebro no pueda sentir dolor, sí puede “originarlo” e interpretarlo. Somos nosotras, las personas, las que sentimos el dolor tanto físico como emocional.

Esto puede hacer que “sintamos” que el cerebro también lo siente, aunque en realidad no sea así. Además, el tejido cerebral nos conecta con el exterior a través de la percepción dolorosa, y a su vez, el cerebro nos permite interpretar nuestro medio interno a través de los nociceptores de los órganos.

El dolor puede sentirse de forma tan intensa que no podamos disociar qué parte de nosotros lo está sintiendo, porque lo sentimos “como un todo”. Y el cerebro tiene mucho que ver con todo esto, aunque no lo sienta de forma directa.

A través del cerebro interpretamos emociones, gestos, sensaciones, acciones… lo que nos conecta, muchas veces, con el dolor propio de las experiencias vitales.



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