Microplásticos en los alimentos: lo que debes saber
Los microplásticos son unos elementos que están presentes en los alimentos y que podrían resultar nocivos para la salud a medio plazo. Es importante reducir su presencia en la dieta. Para ello habrá que priorizar la ingesta de alimentos frescos, ya que estos no suelen venir envasados y no hay riesgo de contaminación con elementos tóxicos.
Es importante destacar que en el contexto de la industria es relativamente frecuente que se produzca contaminación con microplásticos. Estos elementos no aparecen declarados en los etiquetados alimentarios, e incluso podrían generar un incremento de la sintomatología en procesos como las patologías inflamatorias intestinales.
¿Qué son los microplásticos?
Con el nombre de microplasticos se conoce a una serie de compuestos procedentes de la desintegración de elementos como bolsas, envases y objetos que pueden pasar a las cadenas de alimentación y acumularse de manera progresiva en los organismos vivos, provocando problemas de salud a medio y a largo plazo.
Lo más habitual es que los microplásticos sean absorbidos por especies animales marinas, llegando incluso a causar la muerte de estos animales. En otras ocasiones permanecen en los tejidos, acumulándose de manera progresiva a medida que avanza la cadena trófica.
A día de hoy, estos elementos se han convertido en un problema grave de salud ambiental, ya que están prácticamente en todas partes. Todavía se recicla una pequeña parte de los plásticos que se producen, por lo que la mayor parte termina desechándose. A esto hay que sumar la vida útil de dichos productos, que tardan cientos de años en desintegrarse completamente.
Con el paso del tiempo, la acumulación de los microplásticos en animales y en alimentos se ha convertido en un riesgo para la salud pública cuyo impacto se desconoce con exactitud. No obstante, se cree que la ingesta de estos compuestos podría suponer un factor de riesgo para el desarrollo de muchas patologías complejas.
Los microplásticos en los alimentos
Hemos comentado que los microplásticos se pueden encontrar en los productos procesados, pero también en ciertos alimentos frescos. Anualmente se vierte una gran cantidad de toneladas de estos compuestos al mar, por lo que muchos mariscos pueden consumir estos elementos y almacenarlos en su interior, pasando más tarde al organismo del ser humano.
Incluso es posible que los propios microplásticos se encuentren en la sal común que se adquiere en el supermercado, lo que reduciría notablemente su calidad. En la medida de lo posible, es importante evitar la ingesta de estos elementos, ya que se desconoce con precisión cuál será su impacto sobre la salud a medio y a largo plazo. Aun así, se cree que podrían incrementar la incidencia de ciertas enfermedades.
Entre los más estudiados, hay que destacar el polipropileno y el tereftalato de polietileno. Ambos se encuentran habitualmente en envases de líquidos, como puede ser el caso de los refrescos, de la leche o de los zumos. También la comida podría estar contaminada con estos compuestos, sobre todo a partir del procesamiento o empaquetado de los comestibles.
De acuerdo con un estudio publicado en la revista The Science of the Total Environment , el consumo regular de microplásticos podría incrementar la inflamación, así como el estrés oxidativo. Ambos son mecanismos subyacentes al desarrollo de muchas patologías crónicas y complejas, entre las que destacan varios tipos de cáncer. Por este motivo, resulta positivo para la salud reducir su presencia en la dieta.
Microplásticos y microbiota
Existen también evidencias conforme la ingesta regular de microplásticos es capaz de afectar a la composición de la microbiota intestinal, reduciendo la densidad y la diversidad de los microorganismos que aquí habitan. Este efecto aumenta el riesgo de padecer ciertas enfermedades, como las inflamatorias intestinales. Incluso a partir de un proceso de disbiosis se vuelve más probable el hecho de sufrir alteraciones metabólicas.
Es importante asegurar que la microbiota se mantiene funcional con el paso del tiempo para evitar que el estado de salud se vea condicionado. Eliminar los microplásticos de la dieta, como veremos más adelante, se puede antojar difícil. Por este motivo, habrá que promocionar otros buenos hábitos dietéticos que eviten el impacto de los mismos sobre la salud de los microorganismos del tubo digestivo.
Entre todos ellos destaca el consumo de lácteos fermentados y de alimentos con grandes cantidades de fibra. Incluso la suplementación con bacterias beneficiosas ha demostrado ser útil. En este caso, se promociona un incremento de la diversidad, lo que reduce el riesgo de desarrollar intolerancias, alergias u otro tipo de problemas digestivos que puedan condicionar la sensación de bienestar.
Microplásticos y cáncer
En los últimos años, se ha especulado mucho acerca de la influencia del consumo de microplásticos sobre el riesgo de desarrollar cáncer. Son varias las teorías puestas encima de la mesa, llegándose incluso a recomendar evitar su ingesta, en la medida de lo posible.
Lo cierto es que la incidencia de la patología parece mayor cuando estos compuestos se acompañan de otros tóxicos como los hidrocarburos aromáticos policíclicos. Así lo confirma un artículo publicado en Journal of Hazardous Materials. Los microplásticos podría tener cierta capacidad para captar otras sustancias, generando contaminaciones y un impacto sobre la salud.
De todos modos, existe bastante discordancia al respecto. Las evidencias no son todavía muy sólidas, ya que faltan ensayos que clarifiquen el verdadero impacto de estos elementos sobre la función del organismo. Es importante tener en cuenta que los microplásticos no solo se pueden introducir en el cuerpo por medio de los alimentos, sino que también es posible que se cuelen por las vías nasales, ya que se encuentran en el ambiente.
Según un estudio publicado en la revista Environmental Monitoring and Assessment, estos compuestos pueden estar presentes en el aire contaminado. El respirar la polución podría aumentar su concentración en el torrente sanguíneo, permitiendo que más tarde alcancen el hígado. A partir de aquí, se podrían incrementar los niveles de inflamación.
Soluciones para combatir los microplásticos
Muchos países están planteando estrategias para reducir el consumo de plásticos y, con ello, frenar los niveles de contaminación ambiental. Entre estas medidas se encuentran la promoción de las bolsas de papel en los supermercados, o los cambios en las políticas de los envasados. De hecho, en ciertos países se ha prohibido la utilización de plásticos de un solo uso, proponiendo así alternativas más respetuosas con el medio ambiente.
En lo que a dieta se refiere, siempre será preferible evitar los comestibles que vengan envueltos en envases o en papel de plástico. Lo mejor es optar por los alimentos frescos en lugar de los ultraprocesados industriales. Estos últimos no solo contienen los compuestos mencionados en su interior, sino que son fuente de azúcares simples y de grasas trans que impactan sobre el estado de salud.
Otros de sus efectos dañinos son aumentar los procesos de inflamación y de oxidación, potenciando el impacto de los microplásticos en el organismo. Es necesario controlar dichos mecanismos para reducir el riesgo de enfermar a medio plazo.
Por otra parte, resultará mejor almacenar el agua en botellas de vidrio, así como elegir bricks de cartón para contener otros líquidos como la leche. Hay que tener en cuenta que la exposición de los envases de plástico a la luz solar o al calor puede promocionar el hecho de que suelten ciertos desechos al líquido o alimento que contienen, lo que posteriormente repercutiría sobre la salud humana.
Otras estrategias para combatir los efectos de los microplásticos
Reducir a cero el consumo de microplásticos suena utópico en los días que corren. Sin embargo, se puede plantear una serie de estrategias dietéticas para disminuir el impacto de los mismos en el organismo. Entre ellas destaca el incremento en el aporte de sustancias antioxidantes. De este modo se neutraliza la formación de los radicales libres y posterior acumulación en los tejidos, lo que ha demostrado proteger la salud.
Asimismo, resultará beneficioso incrementar en la dieta la presencia de compuestos antiinflamatorios. De entre todos ellos se pueden destacar los ácidos grasos de la serie omega 3. Estos consiguen ayudar en la prevención de múltiples patologías crónicas y complejas, y se encuentran fundamentalmente en los pescados azules, el aceite de oliva virgen extra y el aguacate.
Incluso el uso de especias culinarias para condimentar los platos se consideraría muy beneficioso. Hablamos en este caso de elementos que concentran fitoquímicos en su interior. Estos compuestos ejercen efectos antioxidantes y antiinflamatorios, al tiempo que permiten mejorar el funcionamiento del hígado, que en ocasiones se puede ver comprometido debido a la ingesta involuntaria de los microplásticos.
Con el objetivo de reducir presión a este órgano, se pueden poner en marcha otras estrategias dietéticas, como la inclusión en la dieta de alcachofas o de infusiones, como el cardo mariano. Así se potenciará la función excretora y se evitará la aparición de hígado graso no alcohólico con el paso del tiempo, un problema crónico de salud que puede poner en riesgo la vida.
También resultará determinante garantizar la exposición frecuente a la luz solar. De este modo, los niveles de vitamina D se mantendrán en rangos óptimos, lo que permitirá amortiguar los mecanismos inflamatorios, protegiendo el buen funcionamiento del organismo a medio plazo. Hay que destacar que un déficit de la vitamina se relaciona con una mayor incidencia de las enfermedades complejas.
Los microplásticos suponen un problema de salud grave
Los microplásticos están prácticamente en todas partes. Poco a poco se van acumulando en animales y en la naturaleza. Incluso se pueden encontrar en una gran cantidad de alimentos envasados o ultraprocesados. Esto provoca que sea imposible escapar totalmente de los mismos. Para reducir su impacto, es preciso que los gobiernos pongan en marcha políticas que resulten más respetuosas con el medio ambiente.
De todos modos, hay que destacar que es posible amortiguar el efecto de los microplásticos sobre la salud si se promociona una serie de hábitos de vida saludables. Habrá que optimizar la dieta para incrementar el aporte de compuestos antiinflamatorios y antioxidantes, sobre todo de origen vegetal. Asimismo, se debe promocionar la práctica de ejercicio físico de manera regular.
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