Microbiota: ¿qué es y cuáles son sus funciones?

Muchos tejidos del cuerpo humano poseen una serie de microorganismos en su superficie conocidos como microbiota. Todos ellos cumplen múltiples funciones de vital importancia y pueden verse modificados por factores externos.
Microbiota: ¿qué es y cuáles son sus funciones?

Última actualización: 05 abril, 2021

A nivel del tracto gastrointestinal se extiende una de las principales superficies de intercambio más grandes del organismo. Dicha superficie permite la absorción de los nutrientes ingeridos y la defensa contra agentes dañinos.  La microbiota participa de forma activa en estos procesos, ¿deseas saber qué es y cuáles son sus funciones? ¡Sigue leyendo!

Desde el punto de vista inmunitario, todo microorganismo es considerado patógeno y debe ser eliminado del sistema. No obstante, a nivel gastrointestinal y en otros tejidos podemos encontrar un gran número de microorganismos que han evolucionado y desarrollado una relación con nuestro cuerpo, favoreciendo así a la homeostasis interna.

¿Qué es la microbiota?

La microbiota protege frente a infecciones.
La microbiota puede tener un papel importante en la defensa del organismo frente a infecciones por agentes patógenos.

Los tejidos humanos son el hábitat natural de una larga y dinámica lista de microorganismos, en su mayoría bacterias. Al hablar de microbiota, nos referimos a una comunidad de pequeños seres vivos que son capaces de colonizar, adaptarse y evolucionar en los tejidos del cuerpo como la piel, la boca y el tracto gastrointestinal.

La microbiota que habita a nivel del epitelio intestinal humano es considerada una de las comunidades más pobladas del mundo con cifras de entre 1012 y 1014 unidades. Este ecosistema microscópico está constituido por organismos de colonización transitoria y otros que lo hacen de forma permanente.

La relación entre los tejidos y la microbiota humana refleja un contexto simbiótico de gran estudio. En este sentido, mientras las bacterias realizan diversas funciones de protección y metabolización, el cuerpo humano les ofrece el lugar ideal para reproducirse y vivir. De hecho, a esta comunidad se le ha llegado a considerar un órgano más del cuerpo humano.

Composición de la microbiota intestinal

La flora microbiana del tracto gastrointestinal integra más de 100 billones de bacterias de entre 500 y 1.000 especies diferentes. La distribución del ecosistema bacteriano es poco uniforme, encontrándose un menor número en el estómago o el duodeno, mientras que el número aumenta en el íleon y en el intestino grueso.

Las bacterias anaerobias estrictas, que no dependen en lo absoluto de oxígeno, superan al resto de la microbiota intestinal. Por su parte, los géneros más identificados en estudios coprológicos son Bacteroides, Bifidobacterium, Eubacterium, Clostridium, Lactobacillus, Fusobacterium y diversos cocos grampositivos anaeróbicos.

No obstante la mayoría de los estudios destinados a detectar y clasificar el ecosistema intestinal aún se encuentran muy limitados. Por lo que existe un amplio número de géneros y especies no identificadas dentro de este entorno.

Funciones de la microbiota

En la actualidad la microbiota autóctona humana ha dejado de considerarse un comensal acompañante que no aporta ningún beneficio.

De hecho, la misma constituye un sistema complejo de organismos que participan de forma activa en la protección, nutrición y fortalecimiento del sistema inmunitario.

Protección contra agentes dañinos

Esta función destaca la capacidad que tiene la microbiota de actuar como una barrera de defensa natural. Esto al impedir la colonización de patógenos exógenos que pueden llegar a ser peligrosos a nivel de la piel y las mucosas del organismo.

La interferencia en el asentamiento de otros microorganismos está determinada por la competencia que la microbiota ofrece por el espacio y la adherencia a los diversos tejidos. Además, el ecosistema autóctono disminuye la tasa de nutrientes que son necesarios para la supervivencia y reproducción de otros agentes externos.

De igual forma la flora intestinal es capaz de producir una gran cantidad de sustancias bactericidas, las cuales crean un ambiente tóxico para los patógenos. Entre ellas, ácidos orgánicos, peróxido de hidrógeno y bacteriocinas que forman poros en las paredes bacterianas e impiden su síntesis.

Por lo que la coagregación de agentes externos en las superficies epiteliales y mucosas se ve bastante limitada. Este hecho refleja la amplia simbiosis de la interacción huésped-microbio entre los humanos y su microbiota.

Nutrición y metabolismo

Las propiedades metabolizantes son destacables a nivel de flora microscópica entérica, favoreciendo todo el proceso de nutrición. Dentro de los mecanismos se incluye la fermentación de carbohidratos no digeribles a nivel del colon y ciego, produciendo energía para las bacterias y ácidos grasos digeribles por la mucosa.

Por otro lado estos microorganismos también participan en la producción de elementos esenciales como la vitamina K, la vitamina B12, la biotina, el ácido fólico y el ácido pantoténico. Además, la misma participa en la síntesis de aminoácidos por metabolización de la urea y el amoniaco no absorbido.

Desarrollo y fortalecimiento del sistema inmunitario

Los microorganismos en general participan de forma directa y continua en la maduración del sistema inmunitario. La microbiota expresa proteínas y azucares de superficie que son reconocidas como extrañas, estimulando así el desarrollo de los dos tipos de inmunidad del organismo: la innata y la adquirida.

En este sentido el ecosistema autóctono ofrece un campo de entrenamiento efectivo para el sistema inmunitario que inicia desde el momento en que el ser humano nace. Lo que facilita la respuesta activa e inmunocompetente ante agentes extraños y muy patógenos.

Factores que influyen en la microbiota

La microbiota puede afectarse por algunos medicamentos.
El uso continuo de algunos antibióticos puede generar enfermedades por la eliminación de la microbiota, en especial en el aparato digestivo.

Cada persona posee una comunidad de microorganismos no patógenos particular. La misma está determinada por el genotipo, la exposición posnatal, el medioambiente propio y por la alimentación.

La alimentación recibida durante los dos primeros años de vida es crucial en el asentamiento de la flora intestinal. Al nacer el tracto gastrointestinal es estéril, no obstante, el mismo es colonizado de forma rápida en el momento en que se inicia la lactancia materna y la posterior ingesta de alimentos sólidos.

Por su parte la exposición ambiental y el tipo de dieta propia de cada individuo favorece a la adjudicación de una microbiota u otra. Además, el uso inadecuado de antibióticos favorece a la aparición de disturbios en la composición de nuestro ecosistema microscópico.

Una relación de interdependencia

La microbiota propia de los tejidos humanos es fundamental en el desarrollo de cada individuo, influyendo de forma continua en el mantenimiento de la homeostasis.

La evidencia apunta a que la interacción entre el huésped y los microorganismos comensales es muy beneficiosa, favoreciendo desde la nutrición hasta el fortalecimiento del sistema inmunitario.

Es evidente que debe existir un adecuado equilibrio en la composición de la microbiota autóctona. Las alteraciones de la misma pueden desencadenar desordenes inmunitarios y alteraciones inflamatorias y metabólicas peligrosas para la salud.



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