Síntomas de la sensibilidad al gluten
Los síntomas de la sensibilidad al gluten no celíaca condicionan la presencia de esta proteína en la dieta. El cuadro tiene una serie de signos que es importante conocer para realizar un diagnóstico temprano.
Hay que tener en cuenta que las manifestaciones a partir de la sensibilidad al gluten pueden confundirse con las provocadas por la enfermedad celíaca. Es necesario un diagnóstico preciso, ya que ambas patologías son distintas.
Principales síntomas de la sensibilidad al gluten
Es posible agrupar los síntomas de este problema en dos conjuntos. En el primer grupo se encuentran los de carácter gastrointestinal, entre los que destacan el dolor, la hinchazón y la diarrea sin sangre. Sin embargo, también se pueden desarrollar manifestaciones extra intestinales, entre las que destacan la fatiga, el malestar general y la sensación de aturdimiento.
Muchos de estos síntomas son compartidos con la celiaquía, aunque la fisiopatología de ambas enfermedades es distinta. En las dos circunstancias aparece la sintomatología unas horas después de haber consumido un alimento con gluten en su interior. Si se suprime la proteína de la dieta no se experimentan problemas.
La severidad de los síntomas en los pacientes con sensibilidad al gluten no celíaca puede variar mucho de unos a otros. Incluso hay casos en los que estos solo aparecen signos de forma temporal. También es posible que se tolere una cierta cantidad de gluten sin que se ponga el riesgo el bienestar.
Síntomas gastrointestinales
De acuerdo con un estudio publicado en la revista World Journal of Gastroenterology, hasta el 6 % de la población estadounidense presenta sensibilidad al gluten no celíaca. Muchos de los síntomas desarrollados se parecen a los compatibles con el síndrome del intestino irritable.
Lo más habitual es presentar dolor abdominal tras el consumo de alimentos con gluten, algo que sucede en un 83 % de los casos. También resultan frecuentes las diarreas sin sangre. Las náuseas pueden ser una reacción temprana.
Como síntomas menos frecuentes se encuentran la aerofagia, el reflujo y el estreñimiento. Es posible que se experimente hinchazón o enrojecimiento de la lengua. Este, no obstante, es muy poco específico, ya que muchas alergias alimentarias lo comparten.
En las poblaciones de niños es más frecuente que solo se desarrollen síntomas a nivel gastrointestinal. Los más habituales de la edad pediátrica son la diarrea seguida del dolor abdominal y los gases. Es extraño que se manifiesten otras complicaciones, como las que veremos más adelante. Así lo evidencia un artículo publicado en la revista Annals of Nutrition & Metabolism.
Síntomas extra gastrointestinales
Tal y como afirma una investigación publicada en la revista World Journal of Gastroenterology, es posible también manifestar una serie de síntomas extra gastrointestinales a partir del consumo de gluten en personas con sensibilidad no celíaca.
Los más frecuentes son de tipo neurológico, como algunas encefalopatías. Incluso en niños se puede hablar de depresión y ansiedad asociadas. Muchas veces están relacionados con la sensación constante de dolor.
Es posible sufrir una sensación de entumecimiento de las extremidades, tanto en brazos como en piernas. Este síntoma se produce en un 32 % de los pacientes con sensibilidad al gluten no celíaca.
Según un estudio publicado en Minerva Gastroenterologica e Dietologica, la sensibilidad al gluten no celíaca se asocia de forma consistente con los problemas de tipo psiquiátrico. Es posible que a mediano plazo la presencia de la proteína en la dieta en personas sensibles incremente el riesgo de desarrollar patologías de salud mental.
Síntomas sistémicos
Además de lo comentado, es posible que se experimente una sensación de fatiga a partir del consumo de gluten. Se trata del síntoma sistémico más frecuente, afectando a un 64 % de los pacientes.
Por otra parte, es relativamente frecuente sufrir dolor articular y muscular característico de otras patologías, como la fibromialgia. Esto se debe a una situación inflamatoria inducida por la presencia del gluten. El epitelio intestinal, en contacto con la proteína, desarrolla reacciones que comprometen la homeostasis.
Es probable que este sea uno de los mecanismos que causan los dolores de cabeza y las migrañas. Asimismo, se pueden registrar reacciones cutáneas en un porcentaje alto de los sensibles al gluten. El eccema y la erupción son las alteraciones dermatológicas más frecuentes.
Asociación entre sensibilidad al gluten no celíaca y enfermedad inflamatoria intestinal
Muchos de los síntomas comentados se relacionan con las patologías inflamatorias de tipo intestinal. Y es que los pacientes con estas enfermedades suelen desarrollar también sensibilidad al gluten no celíaca, tal y como evidencia una investigación publicada en la revista Scandinavian Journal of Gastroenterology.
En estos casos, retirar la proteína de la dieta supone la mejor opción. Al eliminar el gluten los pacientes suelen mejorar y presentan una mayor regularidad a nivel intestinal, sobre todo en lo que a tránsito se refiere. También se reducen los gases y los dolores abdominales.
De todos modos, hay que destacar que en la actualidad no existe ningún método diagnóstico exacto que permita identificar la sensibilidad al gluten no celíaca, por lo que es necesario arribar a la conclusión por descarte. Lo primero que se busca es la existencia de celiaquía. Más tarde se descarta la alergia al trigo.
Si se obtiene un resultado negativo ante pruebas de las patologías anteriores y se mejora la sintomatología retirando el gluten en la dieta, se diagnostica la sensibilidad al gluten no celíaca. En estos casos conviene adaptar la pauta de alimentación de por vida.
Pérdida de peso en la sensibilidad al gluten no celíaca
Hay que tener en cuenta que los pacientes que desarrollan sensibilidad al gluten no celíaca pueden experimentar pérdida de peso. Esto se debe a las náuseas y a la reducción del apetito. En esta situación se complica la satisfacción de las necesidades energéticas diarias, lo que conlleva al catabolismo proteico.
Además, una vez que se detecta el problema y se decide retirar la proteína de la dieta, es necesario ajustar la alimentación para asegurar el equilibrio energético. Si no se consumen cereales sin gluten o sus derivados habrá que garantizar el aporte de carbohidratos mediante otros alimentos, como los tubérculos.
De lo contrario, se podría incurrir en una situación hipocalórica que generase una pérdida progresiva de peso y que acentuase la fatiga crónica o la sensación de malestar. Incluso podrían llegar a experimentarse episodios de estreñimiento si el aporte de fibra no es el correcto.
Esta sustancia es clave para incrementar el volumen del bolo fecal y mejorar la capacidad de tránsito. Así lo afirma una investigación publicada en la revista Alimentary Pharmacology & Therapeutics. Por otra parte, la porción de la fibra soluble también servirá para mejorar la salud de la microbiota, lo que modula los marcadores inflamatorios.
La sintomatología de la sensibilidad al gluten no celíaca es poco específica
El planteamiento de la dieta sin gluten en los pacientes con sensibilidad no celíaca puede ser transitorio. Tras un tiempo se prueba a reintroducir la proteína en pequeñas cantidades, comprobando la tolerancia.
Los síntomas de la sensibilidad al gluten no celíaca son poco específicos. Pueden confundirse con otras patologías de carácter intestinal, sobre todo de tipo inflamatorio. Incluso será necesario descartar la enfermedad celíaca.
Una vez que se ha realizado el diagnóstico, la única solución posible es retirar el gluten de la dieta. Se experimenta la eficacia de la suplementación con probióticos, aunque los resultados de los estudios actuales todavía no son concluyentes.
De todos modos, si por algún motivo se agravan los síntomas, será necesario consultar al médico. Habrá que hacer pruebas diagnósticas complementarias para descartar patologías subyacentes que puedan poner en riesgo el estado de salud.
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