¿La cafeína afecta a la presión arterial?
La cafeína es un alcaloide consumido a nivel mundial por sus efectos temporales sobre el sistema cognitivo. Se encuentra fundamentalmente en los granos de café, en algunas bayas y en infusiones a base de plantas. Ahora bien, la cafeína puede afectar a la presión arterial. Te vamos a contar cómo.
Antes de nada has de saber que el modo más habitual de consumir cafeína es mediante el café o el té, aunque en los últimos años se han popularizado las bebidas energéticas. Estas cuentan con concentraciones excesivas de la sustancia, que incluso podrían llegar a ser nocivas a medio plazo.
La cafeína y su relación con la salud
Existe mucha controversia en lo que a consumo de cafeína e impacto sobre la salud se refiere. Durante muchos años se consideró como nociva. Incluso se llegó a restringir su consumo. No obstante, en los últimos tiempos han salido a la luz ciertos ensayos científicos que le otorgan al café y al té propiedades beneficiosas en cuanto a prevención de patologías crónicas y complejas.
De acuerdo con un estudio publicado en European Journal of Epidemiology, consumir aproximadamente 3 tazas de café al día reduce de forma significativa el riesgo de muerte por todas las causas. Ahora bien, se especula con que dicho efecto esté provocado por los antioxidantes y por los polifenoles que contiene.
Se ha propuesto que la ingesta regular de café con cafeína consigue reducir la incidencia de varias enfermedades graves. De hecho, existen evidencias conforme el consumo de la bebida podría ejercer un efecto protector frente al desarrollo de problemas neurodegenerativos.
Efectos de la cafeína en el organismo
La cafeína se considera un estimulante. Actúa sobre el sistema nervioso central, incrementando su capacidad de actividad. Las sensaciones que provoca son una reducción de la somnolencia y un incremento de la concentración y del estado de alerta. No obstante, todo este impacto sobre la fisiología puede traducirse en un incremento temporal de la presión arterial.
Algunos autores afirman que los efectos hipertensores de la cafeína se generan solo a corto plazo y de forma temporal, y que estos marcadores no se quedarán alterados conforme pase el tiempo. No obstante, existe controversia al respecto.
De acuerdo con un estudio publicado en Regulatory Toxicology and Pharmacology, la ingesta regular de cafeína no se ha asociado con efectos adversos a nivel cardiovascular.
Hay que tener en cuenta que la vida media de la cafeína en el organismo es corta. De este modo, se elimina pocas horas después de su absorción de forma completa. Además, puede generar tolerancia a medio plazo, lo que provoca que la misma cantidad de la sustancia cuente con un efecto mucho menor.
Cafeína y presión arterial
Como comentamos, no existen investigaciones que consigan relacionar el consumo habitual de cafeína con un mayor riesgo de desarrollar presión arterial elevada o patologías cardiovasculares. Ni siquiera en mujeres con ingestas elevadas del alcaloide, superiores a 5 tazas de café al día, se encontraron efectos peligrosos en un plazo de tiempo significativo.
De hecho, se propone a día de hoy que los efectos de la cafeína sobre la presión arterial se producen solo de forma temporal y a corto plazo, mientras dura el impacto del alcaloide en la fisiología del organismo. Una vez que se aclara la sustancia, los valores de tensión sanguínea vuelven a su estado normal, alcanzándose una situación de calma.
La cosa puede resultar distinta cuando se habla de bebidas energéticas, con cafeína, taurina, otros excitantes y azúcar. Esta clase de productos sí que resultan perjudiciales para la salud, tal y como evidencia una investigación publicada en la revista Cureus.
Los efectos son mucho más nocivos cuando se combinan con alcohol, ya que enmascaran los efectos de la intoxicación etílica.
Esta clase de productos sí que consiguen impactar de forma negativa sobre el funcionamiento del sistema cardiovascular. Pueden provocar arritmias y taquicardias, además de alterar de forma significativa los valores de presión arterial. Por ello están totalmente desaconsejadas, y más aun en adolescentes.
Ahora bien, este caso es excepcional, ya que se juntan cantidades muy elevadas de cafeína con otros estimulantes con los cuales establece sinergia. Además, no hay que pasar por alto el efecto del azúcar añadido, que también puede modular los valores de presión arterial y la salud metabólica de la persona.
Por medio del café es realmente difícil alcanzar concentraciones de cafeína tan elevadas en sangre. De hecho, una sola bebida energética suele equivaler a 6 o más cafés juntos.
La tolerancia a la cafeína
La cafeína es una sustancia que puede generar tolerancia e incluso cierta dependencia. La tolerancia es una disminución del efecto a partir de un consumo crónico elevado. Para solucionar este problema basta con suprimir el aporte del alcaloide durante 7 o 10 días. Así se recupera la sensibilidad.
Ahora bien, en cuanto a lo que a dependencia se refiere existe una mayor discusión. Los mecanismos fisiológicos, según una investigación publicada en Addiction Biology, no están del todo claros. Sin embargo, parece que los consumidores habituales de grandes dosis de la sustancia experimentan un cierto síndrome de abstinencia cuando suprimen la ingesta.
Este se manifiesta sobre todo en forma de nerviosismo, alteraciones del sueño, somnolencia, ansiedad e irritabilidad.
Dosis tóxicas de cafeína
A pesar de su efecto transitorio sobre la presión arterial, es cierto que existe una dosis a partir de la cual la cafeína se vuelve tóxica para el organismo. Normalmente se estipula que no se deben consumir más de 300 miligramos de la sustancia al día, o más de 250 miligramos en una única toma.
De todos modos, el método de ingestión es determinante también. Por ejemplo, cuando la cafeína se administra por medio de una bebida, puede tardar entre 30 y 45 minutos en llegar al torrente sanguíneo. Su entrada es más gradual.
Es posible encontrar chicles que cuentan con cafeína entre sus componentes, generando así un efecto estimulante. En este caso la dosis ha de reducirse, ya que la absorción se lleva a cabo por medio de la mucosa bucal.
En un plazo de 5 minutos estará todo el alcaloide corriendo por la sangre, por lo que con una cantidad inferior se pueden experimentar efectos nocivos.
Entre los efectos secundarios de la intoxicación con cafeína destacan las arritmias, las palpitaciones, la irritabilidad, el dolor de cabeza, el insomnio y las náuseas. En el caso de desarrollar cualquiera de estas condiciones, lo más adecuado es consultar con un médico.
Beneficios de la cafeína para la salud
Como hemos comentado, el consumo de cafeína en dosis moderadas, por medio de café o de té, podría tener beneficios para la salud a medio plazo. La ingesta regular de café se asocia con una menor mortalidad por todas las causas y con un menor riesgo de desarrollar patologías complejas.
Además, el consumo regular de té podría resultar protector frente a ciertos tipos de cánceres, como el de próstata. Así lo evidencia una investigación publicada en la revista Molecules. Ahora bien, se achacan estos efectos positivos al contenido en fitonutrientes antioxidantes de la sustancia.
Lo que está claro es que tanto el té como el café cuentan con flavonoides beneficiosos en su interior. Dichos elementos son capaces de ejercer una acción protectora a nivel cardiovascular, ayudando a modular la presión arterial a medio plazo. Actúan de forma similar a los flavonoides del cacao.
También consiguen estimular la oxidación de las grasas, lo que genera un efecto positivo en lo que a composición corporal se refiere. De hecho, ambas bebidas se suelen indicar en las dietas para bajar de peso, gracias a su potencial evidenciado por la ciencia.
El café y el té se consideran saludables y están indicados en el contexto de una dieta variada y equilibrada. Ahora bien, sí que se desaconseja su consumo durante la infancia, la adolescencia y el embarazo. Cuentan con ciertas propiedades abortivas, y no son positivos para el cerebro en desarrollo. Lo óptimo es iniciar su consumo durante la edad adulta.
De todas maneras, es posible incluir las dos bebidas en su versión descafeinada. Así se consumen los fitonutrientes antioxidantes y se evitan los alcaloides, que pueden resultar problemáticos en las etapas de la vida mencionadas.
La cafeína no afecta negativamente a la presión arterial
Como has podido comprobar, la cafeína no afecta negativamente a la presión arterial, al menos no a medio plazo. Genera un incremento de la tensión sanguínea de forma temporal y transitoria, pero esto no se vincula con disfunciones a nivel de salud.
No existen motivos para restringir bebidas como el café y el té en hipertensos, siempre que se consuman en cantidades moderadas.
Las bebidas con cafeína pueden resultar beneficiosas para el organismo a medio plazo. Suelen contener en su interior una gran cantidad de fitonutrientes con capacidad antioxidante, por lo que consiguen neutralizar la producción de radicales libres y reducir la incidencia de varias patologías crónicas y complejas.
La cafeína genera una cierta tolerancia cuando se consume en dosis elevadas y de forma crónica. Asimismo, a partir de una cierta cantidad se considera tóxica. Por este motivo no conviene introducir en la dieta bebidas energéticas, ya que estos productos sobrepasan los límites diarios recomendados.
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