La gripe: todo lo que necesitas saber
Cada año, durante los meses de diciembre a marzo, la actividad de los virus causantes de la gripe (influenza) alcanza su punto álgido. Por ello, durante esta época, la temida gripe está en boca de todos y suele ser una de las razones que colapsan los servicios de urgencia.
Los datos sugieren que entre un 10 y un 20 % de la población sufre esta enfermedad cada año. La afectación es tan alta porque se transmite de persona a persona de manera muy rápida. Lo hace a través de gotículas y pequeñas partículas expulsadas al toser o estornudar. Afecta, principalmente, a la nariz, la garganta, los bronquios y, ocasionalmente, a los pulmones.
La infección vírica dura generalmente una semana y se caracteriza por la aparición súbita de fiebre alta, dolores musculares, cefalea y malestar general, entre otros síntomas que veremos más adelante.
La gripe puede ser una enfermedad leve o grave, incluso mortal. La hospitalización y la muerte son más frecuentes en grupos de alto riesgo. Se calcula que las epidemias anuales causan de 3 a 5 millones de casos graves y de 290.000 a 650.000 muertes. En los países desarrollados, la mayoría de las muertes relacionadas con la gripe se producen en mayores de 65 años.
Conociendo un poco el virus causante de la gripe
Como hemos visto, el virus influenza es el que provoca la enfermedad de la gripe, también conocida como influenza. Este virus pertenece a la familia Orthomyxoviridae. Existen tres cepas diferentes del virus: A, B y C. Una de las características principales de este grupo es que mutan y recombinan genéticamente con frecuencia, lo que provoca que haya una alta variabilidad en los antígenos, partículas que desencadenan la respuesta inmune.
Cuando nos vacunamos de la gripe, lo estamos haciendo frente a una mutación específica. El problema está en que, seguramente, al siguiente brote de gripe el virus haya mutado y la vacuna no sea eficaz, ya que el antígeno es diferente. Veamos un poco más detalladamente cada tipo de virus de la gripe:
Tipo A
Se describió por primera vez en el año 1933. Los virus influenza tipo A que afectan a los seres humanos son los que mutan con más facilidad. Esto obliga a incluir variantes en las vacunas anuales para brindar una adecuada protección a la población. Debido a las epidemias y pandemias identificadas hasta la fecha, es el de mayor relevancia en la salud pública.
Por otra parte, las estructuras del virus A están formadas por una membrana lipídica donde se encuentran dos proteínas de origen vírico:
- Hemaglutinina (HA).
- Neuroaminidasa (NA).
Este tipo de virus puede encontrarse en distintas combinaciones, ya que existen 18 hemaglutininas y 11 neuroaminidasas.
Tipo B
Esta cepa es menos diversa, ya que muta menos. A pesar de ello, su grado de mutación es suficiente para imposibilitar la inmunidad total. Sin embargo, al mutar menos y debido a que su único huésped es el ser humano, no hay pandemias de esta cepa.
Tipo C
El tipo C apenas produce enfermedades respiratorias leves que, a veces, no provocan síntomas.
Síntomas de la gripe
Los síntomas de la gripe comienzan a manifestarse alrededor de 2 a 3 días después de estar en contacto con alguien infectado, o después de estar expuesto a factores que aumentan las probabilidades de contraer gripe. Algunos ejemplos son estar expuesto al frío o a la contaminación.
Los principales síntomas de la gripe son:
- Fiebre: normalmente entre 38 y 40 ºC.
- Escalofríos.
- Dolor de cabeza.
- Tos, estornudos y nariz con mucosidad.
- Dolores musculares, especialmente en la espalda y en las piernas.
- Dolor de garganta.
- Pérdida del apetito y cansancio.
Normalmente, estos síntomas aparecen de forma repentina y suelen durar de 2 a 7 días. La fiebre suele durar alrededor de 3 días, mientras que los otros síntomas desaparecen 3 días después de que la fiebre desaparezca.
Por otra parte, en algunas ocasiones, pueden aparecer también síntomas digestivos, como dolor abdominal, náuseas o diarrea. Los pacientes también pueden presentar, tras el cuadro clínico, un cuadro de cansancio persistente que se ha denominado síndrome de astenia postviral.
Dentro de las complicaciones, la más común es la neum onía gripal, así como las infecciones del tracto respiratorio por otros gérmenes, fundamentalmente bacterias.
Estas complicaciones son más frecuentes y severas en enfermos con alteraciones crónicas cardiacas, respiratorias y renales, entre otras. Los niños, especialmente los que están siendo tratados con aspirina, pueden sufrir el síndrome de Reye, con afectación hepática y cerebral, que puede ser mortal.
Diagnóstico de la gripe
El diagnóstico de la gripe se realiza a partir del cuadro clínico. En los casos de gripe A, se ha utilizado el frotis nasal, faríngeo o nasofaríngeo y su posterior estudio mediante técnicas genómicas.
En el diagnóstico, la gripe se puede confundir con un catarro o resfriado común. Por ello, debe ser el médico el que especifique de qué enfermedad se trata, ya que, mientras el catarro es un cuadro benigno con escasa fiebre o sin ella, la gripe cursa con una fiebre elevada y puede evolucionar con complicaciones graves.
¿Se puede prevenir la gripe?
La gripe se transmite, como hemos dicho, de persona a persona. Debido a que la transmisión suele producirse cuando el paciente ni siquiera sabe que tiene el virus, la prevención no es fácil. Sin embargo, se pueden tomar ciertas medidas preventivas para tratar que el contagio sea lo más leve y llevadero posible.
Algunas de estas medidas son:
- Controlar la higiene: es importante lavarse las manos a menudo, sobre todo después de haber estado en contacto con algún objeto o superficie exterior y al haber viajado en transporte público.
- Puedes utilizar una solución limpiadora desinfectante.
- Mantener la casa bien limpia, desinfectada y ventilada.
- Es importante que al estornudar y al toser te tapes la boca, preferiblemente con un pañuelo de papel desechable, para evitar que las gotas respiratorias contagien a otras personas.
- Después de sonarte los mocos tira el pañuelo a la basura.
- Lleva una vida sana, manteniendo una dieta equilibrada y haciendo ejercicio físico.
De cualquier modo, cada año se pone en marcha un dispositivo sanitario que tiene en cuenta el tipo de virus activo y el peligro que entraña para la población, además de facilitar la vacuna específica para los grupos de riesgo, como los ancianos y los enfermos crónicos. La vacuna es la mejor medida de prevención.
La vacuna de la gripe
Hoy en día, se recomienda vacunarse de la gripe a aquellas personas que pertenecen a los denominados grupos de riesgo, es decir, los más vulnerables para padecer una enfermedad más grave o sus complicaciones, como son:
- Personas mayores de 65 años.
- Niños menores de 5 años y mayores de 6 meses.
- Embarazadas.
- Pacientes con enfermedades crónicas, cardiovasculares, neurológicas o respiratorias y con enfermedades inmunosupresoras.
- Pacientes con alguna enfermedad como la diabetes mellitus, enfermedad renal crónica, anemias o celiaquía, entre otras.
- Todas las personas que conviven con los individuos de los grupos de riesgo.
Asimismo, también está recomendada la vacuna en las personas que pueden ser transmisores de la enfermedad a la población vulnerable, es decir, los trabajadores sanitarios, personal de guarderías, profesores, etc. Sin embargo, está desaconsejada para aquellos que sean alérgicas al huevo o a sus proteínas, para los menores de 6 meses y si se está enfermo en el momento de la campaña de la vacunación.
¿Cómo se trata la gripe?
Hay una serie de medidas generales para una persona con gripe que son:
- Reposo.
- Ingesta abundante de líquidos.
- Fármacos para combatir los síntomas, como los analgésicos habituales. Como hemos visto, la aspirina no se debe administrar en niños pequeños.
Como la gripe es una infección vírica, los antibióticos, que son fármacos antibacterianos, no están indicados, ya que no son efectivos contra los virus. No obstante, si se diagnostica una infección bacteriana secundaria, sí se pueden indicar.
Por otra parte, los fármacos antivirales se reservan para las personas con alto riesgo de padecer complicaciones, que son los grupos de alto riesgo que hemos explicado. Lo ideal es empezar el tratamiento antes de 2 días iniciados los síntomas. Los dos tipos principales de antivirales son: inhibidores de la neuroaminidasa e inhibidores M2.
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Inhibidores de la neuroaminidasa
Estos fármacos son de primera elección en la infección por el virus de la gripe. No obstante, un estudio demostró que la administración del tratamiento antiviral en pacientes con gripe provoca la aparición de resistencia durante la terapia, alterando el pronóstico de la enfermedad.
Algunos fármacos inhibidores de la neuroaminidasa son el zanamivir y el oseltamivir. Este último es mucho más vulnerable al desarrollo de resistencias de que lo es el zanamivir, debido a su mecanismo de acción.
Inhibidores M2 o adamantanos
Los antivirales amantadina y rimantadina han sido diseñados para bloquear un canal iónico (proteína M2) y prevenir así la entrada del virus a las células huésped. Estos fármacos suelen ser eficaces frente a los virus tipo A si se administran precozmente. Sin embargo, son siempre ineficaces frente al tipo B.
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