Dolor articular: causas y tratamientos
El dolor articular puede llegar a ser una condición debilitante, frecuente y con afectación de la calidad de vida de quienes lo padecen. Puede ser agudo o crónico, y afectar a una o varias articulaciones del cuerpo.
Los síntomas del dolor articular varían desde malestar, molestias, dolor leve y rigidez hasta limitación de la movilidad de las articulaciones afectadas. Una articulación es el sitio de unión de dos o más huesos, y la movilidad de los mismos depende de su indemnidad.
Cuando es agudo suele aparecer de forma repentina luego de una lesión o trauma, mientras que cuando es crónico se debe a situaciones que se prolongan durante el tiempo como la artritis.
Causas de dolor articular
En la práctica puede ser algo difícil diferenciar entre las distintas causas de dolor articular, por lo que en el siguiente apartado te lo explicamos de la forma más didáctica posible.
1. Osteoartritis
La osteoartritis, también conocida como artrosis, es la causa más frecuente de dolor articular crónico, y se produce por desgaste del cartílago que recubre las articulaciones. Esto provoca dolor, inflamación y rigidez en las articulaciones. Aunque puede afectar a cualquier articulación, las más afectadas son las rodillas, las caderas, las manos y la columna vertebral.
Tiende a ser incapacitante, y por ser una afección crónica, disminuye la función física causando discapacidad en adultos mayores. No hay una causa exacta, pero se sabe que influyen factores genéticos, envejecimiento, lesiones articulares previas, sobrepeso, enfermedades autoinmunitarias, sobrecarga mecánica de las articulaciones y algunas alteraciones metabólicas.
Tampoco hay un tratamiento específico, en su manejo se incluyen analgésicos para aliviar el dolor, así como antiinflamatorios no esteroideos para reducir la inflamación. En casos recidivantes o persistentes pueden usarse inyecciones de esteroides intraarticulares o la reconstrucción quirúrgica de la articulación. La terapia física, la pérdida de peso y la práctica regular de ejercicio son fundamentales en su tratamiento.
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2. Lesiones articulares
Las lesiones articulares pueden ser resultado de traumas, sobrecarga mecánica de la articulación (sobrepeso) o traumatismos directos o indirectos como caídas, golpes o movimientos bruscos. Pueden manifestarse como esguinces, distensiones o desgarros de ligamentos, y generar dolor articular agudo, crónico o intermitente.
El tratamiento va a depender de la causa y la gravedad de la lesión. En las agudas, puede ayudar a aliviar el dolor articular el uso de medidas como aplicar hielo local, usar vendajes de compresión o elevar la extremidad afectada. Desde el punto de vista farmacológico se recetan analgésicos y antiinflamatorios.
En casos graves, las lesiones pueden requerir de tratamiento más especializado, como lo es la cirugía, o un seguimiento estrecho con terapia física.
3. Bursitis
En las articulaciones existen unas pequeñas bolsas llenas de líquido que amortiguan durante el movimiento. Estas pueden inflamarse y causar las denominadas bursitis, por lesiones, sobrecarga mecánica, infecciones o enfermedades inflamatorias. Se produce dolor articular, sensibilidad e hinchazón de la articulación.
El tratamiento, al igual que en la mayoría de los casos de dolor articular, incluye descanso, aplicación de compresas frías, medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, y en ocasiones, terapia física, inyección de esteroides intraarticular o drenaje del líquido sinovial.
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4. Artritis reumatoide
La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmunitaria crónica en la que hay inflamación en las articulaciones. Provoca dolor articular, hinchazón y deformidad.
Su causa no se conoce exactamente, pero se cree que es una combinación de factores genéticos y ambientales que desencadenan la reacción inmunitaria. El tratamiento se basa en disminuir el estado inflamatorio, aliviar el dolor y prevenir el daño articular.
En este caso, además de antiinflamatorios no esteroideos, se usan terapias biológicas o inmunosupresores modificadores de la enfermedad. El ejercicio físico, la terapia física y los cambios en el estilo de vida son fundamentales para ralentizar el progreso de la enfermedad.
5. Artritis aguda
Cuando se habla de artritis aguda nos referimos a la inflamación articular repentina. Esto puede ser secundario a infecciones, traumatismos articulares o una reacción medicamentosa.
Los síntomas incluyen dolor articular; así como inflamación, enrojecimiento y calor en la articulación. El tratamiento va a depender de la causa subyacente, y el diagnóstico va a incluir desde análisis de sangre hasta pruebas específicas como cultivo del líquido sinovial.
De forma frecuente requieren de antibióticos, medicamentos antiinflamatorios y analgésicos, y el drenaje del líquido sinovial acumulado.
6. Gota
Gota es una enfermedad inflamatoria crónica en la que hay acumulación de cristales de urato monosódico en las articulaciones y otros tejidos, lo que ocasiona dolor articular. Se produce por aumento del ácido úrico en sangre, que puede ser por deficiencia en su eliminación o aumento de su producción.
Lo más frecuente es que afecte al dedo gordo del pie, pero también puede hacerlo en los tobillos, las rodillas, los codos y las muñecas. Suelen ser crisis agudas recidivantes.
El tratamiento va dirigido a aliviar el dolor en las crisis agudas y prevenir las recurrencias (controlando los niveles de ácido úrico). Se usan medicamentos antiinflamatorios no esteroideos y colchicina para el dolor y la inflamación. Así lo explican los lineamientos del Colegio Americano de Reumatología.
En ocasiones se usan modificadores de la uricemia como el alopurinol y el febuxostat, y además se debe incluir una dieta baja en purinas, mantener un peso adecuado y evitar el consumo de alcohol.
Tratamiento del dolor articular
Como ya se ha mencionado, el tratamiento del dolor articular va a depender de la causa subyacente. Sin embargo, en todos se incluye lo siguiente:
- Analgésicos de venta libre (como el paracetamol): en casos de dolor de leve a moderado.
- Medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs): como el ibuprofeno y la indometacina.
- Corticoides vía oral.
- Terapia física: la fisioterapia y los ejercicios dirigidos ayudan a reducir el dolor y mejorar la flexibilidad.
- Tratamiento local con calor o frío.
- Hábitos de vida saludables: ejercicio físico de bajo impacto de forma regular y reducir el paso para evitar la sobrecarga mecánica sobre las articulaciones. Así como una nutrición balanceada, manejo del estrés y descanso adecuado.
La clave no es solo los fármacos
Las intervenciones no farmacológicas son cruciales, sobre todo en casos de dolor articular crónico. Incluyen la terapia física y ocupacional, la práctica de ejercicio regular de bajo impacto con el estiramiento previo adecuado, el mantenimiento de un peso regular y el uso de tratamiento local con calor o frío.
Recuerda que ante dolor articular que no mejora, o cuando desconozcas su causa, debes acudir al médico para recibir las indicaciones adecuadas.
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