Artritis reumatoide: síntomas, causas y tratamientos
La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria crónica que, sin tratamiento, puede llegar a producir severas discapacidades. La causa es desconocida, pero se piensa que es el resultado de la interacción de factores genéticos con ambientales.
Existen muchas opciones terapéuticas que incluyen fármacos, cirugía y terapia física. El pronóstico es variable y depende mucho del paciente, sus antecedentes y comorbilidades. A continuación encontrarás un breve artículo sobre la enfermedad que responde a las principales dudas.
Epidemiología de la artritis reumatoide
Esta enfermedad tiene distribución universal, ya que en casi todas las regiones del mundo se han reportado casos. A su vez, es más frecuente en las mujeres que están alrededor de la cuarta o quinta década de vida.
En España se han realizado varios estudios epidemiológicos para determinar la incidencia y prevalencia de la artritis reumatoide. Fueron proyectos realizados por la Sociedad Española de Reumatología, denominados EPISER y SERAP.
El estudio EPISER (2002) estableció la prevalencia en 0,5 %. También encontraron una razón de 4:1 entre mujeres y hombres, siendo menos frecuente en las poblaciones rurales respecto a las urbanas.
En el año 2008 se publicó el estudio SERAP, encontrando una incidencia de entre 5 y 10 casos por cada 100 000 habitantes. Las variaciones encontradas se correspondieron con los distintos sexos.
Síntomas de la artritis reumatoide
En términos generales, los síntomas pueden dividirse en articulares y extraarticulares. Los primeros son los más comunes y los segundos dificultan el proceso diagnóstico, en especial si se presentan al inicio de la enfermedad.
Articulares
Estos son los más representativos de la enfermedad y permiten al médico tener una gran sospecha diagnóstica luego de la evaluación clínica. Se caracterizan por la inflamación de una o varias articulaciones de forma simétrica (es decir, en ambos lados).
En un principio las más afectadas son las pequeñas articulaciones, sobre todo las de la muñeca o aquellas que unen la palma o planta con la parte proximal de los dedos. El dolor de moderada a severa intensidad, la hinchazón y la coloración rojiza de la piel son síntomas asociados.
Con el tiempo, las grandes articulaciones como la rodilla, el hombro o la cadera también se ven afectadas. La columna lumbar, por lo general, no se lesiona en los pacientes con artritis reumatoide. Por las mañanas es frecuente que exista rigidez articular en estas áreas.
Lo más frecuente es que se comprometan, al menos, cuatro articulaciones simétricas, a pesar de que no siempre aparecen los síntomas de forma simultánea. La afección de una sola estructura (inflamación monoarticular) es infrecuente.
Extraarticulares
La disminución de los niveles de hemoglobina en la sangre se denomina anemia. Casi la mitad de los pacientes con artritis reumatoide la presentan. Puede ser consecuencia de la inflamación, pero en muchos casos es debido al tratamiento con antiinflamatorios, esteroides y otros inmunosupresores.
Las manifestaciones cutáneas incluyen la presencia de úlceras en talones y manos, algo que puede estar relacionado con la aparición de vasculitis e insuficiencia vascular. El enrojecimiento o eritema palmar, la urticaria y la atrofia cutánea pueden aparecer, aunque esta última se relaciona con el uso de esteroides también.
Aquellos que hayan tenido el antecedente de hábito tabáquico prolongado son más propensos a desarrollar trastornos del pulmón y la pleura (una estructura que recubre los pulmones). Estos incluyen pleuritis y enfermedades intersticiales.
Al igual que sucede en el pulmón, el corazón también tiene una capa que lo recubre: el pericardio. Esta puede inflamarse, provocando un cuadro llamado pericarditis. El dolor torácico es el principal síntoma, aunque a largo plazo puede generarse una forma constrictiva de la enfermedad que conlleve al desarrollo de insuficiencia cardíaca.
Causas de la artritis reumatoide
Según una revisión científica se piensa que es la consecuencia de la interacción del organismo con un agente ambiental todavía no identificado. En todo caso, tiene un fuerte componente genético. Esto se sabe gracias al fenómeno de agrupación, en el que varios miembros de una misma familia tienen síntomas similares.
Varias evidencias han permitido a algunos autores pensar que el origen de la enfermedad es infeccioso, por una probable infección bacteriana. Algunos de los hechos que sustentan esta hipótesis son la similitud con la fiebre reumática y los hallazgos de modelos experimentales de artritis infecciosas en animales de laboratorio.
Cuando sucede esta supuesta interacción entre un antígeno (agente ambiental) y el organismo humano predispuesto, se produce una cascada de reacciones inflamatorias. En ese momento se atraen numerosas células y sustancias que producen la destrucción articular.
Complicaciones
La osteoporosis se caracteriza por disminución en la densidad del tejido óseo. En la población general suele ser parte de los cambios asociados al envejecimiento, en especial luego de la menopausia.
En los pacientes con artritis reumatoide es consecuencia de la inmovilidad, los factores inflamatorios y la vascularización periférica. El uso crónico de esteroides también pudiese influir en la degeneración de los huesos. La consecuencia más directa son las fracturas frecuentes.
La luxación atlo-axoidea es el desplazamiento articular entre la primera y segunda vértebra cervical. Es una complicación frecuente en la artritis reumatoide.
Diagnóstico de la artritis reumatoide
No existe una prueba complementaria que, por sí sola, permita hacer el diagnóstico de la enfermedad. Para ello los médicos utilizan escalas clínicas que incorporan elementos distintos. En las etapas iniciales el proceso puede ser difícil.
La evaluación clínica se inicia con la identificación de factores de riesgo y antecedentes familiares. Después se realiza el examen físico dirigido a identificar las lesiones inflamatorias y cualquier otra manifestación extraarticular.
Los exámenes complementarios implican analíticas sanguíneas habituales. Los médicos suelen solicitar los niveles de proteína C reactiva (PCR) y la velocidad de sedimentación globular. En su conjunto se denominan reactantes de fase aguda y ayudan a identificar un fenómeno inflamatorio en el organismo.
El factor reumatoideo es otro de los exámenes más solicitados. Se trata de un anticuerpo contra la inmunoglobulina G que suele verse aumentado en la artritis reumatoide. Sin embargo, también se incrementa en otras condiciones, como el lupus eritematoso sistémico.
Por último, los estudios de imágenes son importantes para evaluar el daño articular. Estos incluyen radiografías simples y, en menor medida, tomografías computarizadas y resonancias magnéticas nucleares.
Tratamiento de la artritis reumatoide
Es una enfermedad que, hasta el momento, no tiene cura. Sin embargo, existen varias modalidades terapéuticas que permiten disminuir los síntomas y prevenir la aparición de complicaciones.
Fármacos
Los más indicados son los antiinflamatorios no esteroideos, entre los que destaca el ibuprofeno y el naproxeno sódico. Si se consumen de forma crónica pueden aparecer efectos adversos gastrointestinales, renales o hepáticos. Se utilizan para disminuir el dolor y otros síntomas de inflamación.
En cuanto a los esteroides se utilizan como inmunosupresores para disminuir los fenómenos inflamatorios. El inconveniente es que el uso prolongado conlleva aumento de peso y complicaciones médicas, como la osteoporosis. No siempre se prescriben de por vida.
También existen algunos medicamentos llamados antirreumáticos modificadores de la enfermedad. Estos tienen mecanismos de acción distintos y se utilizan para otras condiciones, como el lupus, el cáncer y la psoriasis. Algunos de ellos son el metotrexato y la hidroxicloroquina.
Los fármacos más modernos son anticuerpos monoclonales obtenidos de forma sintética. Por ello se consideran un tipo de terapia biológica. También tienen mecanismos de acción diversos, siendo algunos de ellos el adalimumab y certolizumab.
Cirugía
En casos severos, el dolor y las deformidades pueden ser tan avanzadas que impiden a los medicamentos generar alivio sintomático. Es por ello que el médico podría sugerir algunas cirugías, aunque no todas las personas son aptas.
Algunas, como la sinovectomía, se realizan con el objetivo de disminuir el dolor. Es un procedimiento seguro que obtiene resultados buenos o excelentes en el 80 % de los casos. Las artroplastias también pueden realizarse.
Por otro lado, existen intervenciones destinadas a reparar los daños durante complicaciones de la enfermedad. Esto puede suceder en caso de ruptura de tendones y deformidades muy discapacitantes. A pesar de los beneficios que pudiesen tener, en ocasiones son caros y tienen riesgos asociados.
Terapia
En cualquier etapa de la enfermedad el médico puede sugerir la evaluación por un fisioterapeuta. Esos indicarán maniobras y ejercicios diarios para disminuir los síntomas y recuperar poco a poco la flexibilidad.
También existen herramientas complementarias para manejar objetos, como cuchillos. Estos se utilizan con el objetivo de disminuir la movilización de las pequeñas articulaciones.
Consultar ante el dolor
La artritis reumatoide es una condición crónica e inflamatoria que no tiene cura. Sin embargo, la detección temprana ayuda a prevenir las complicaciones más comunes de la enfermedad. Para ello, es necesario acudir al médico ante cualquier síntoma de sospecha.
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