Ansiedad sexual: qué es y cómo combatirla
La mayoría de nosotros ha sentido ansiedad alguna vez en su vida, ese estado de tensión e hiperactivación fisiológica tan incómodo que aparece por múltiples causas. Sin embargo, cuando esta se deriva de (o interfiere en) las relaciones sexuales, entonces hablamos de ansiedad sexual.
Esto puede ocasionar que la persona deje de disfrutar con el sexo, evite mantenerlo e incluso, en casos más extremos, desarrolle una fobia hacia él (o una disfunción sexual). En este artículo te contamos en qué consiste este problema, qué síntomas produce, cómo repercute en la vida de la persona y cómo abordarlo desde la psicoterapia.
Ansiedad sexual: ¿qué es?
Antes de describir la ansiedad sexual, es preciso señalar que la ansiedad es una respuesta fisiológica y psicológica que aparece cuando sentimos que nuestros recursos personales son insuficientes para afrontar las demandas del entorno.
También puede aparecer cuando la persona se siente amenazada por un peligro externo o interno. Es decir, es una reacción que manifestamos cuando nos sentimos desbordados o sobrepasados, ya sea a nivel físico o psíquico. En el caso de la ansiedad sexual, hablamos de aquella que se produce en torno a las relaciones sexuales, tanto antes, durante o después.
Este tipo de ansiedad impide a la persona disfrutar de su sexualidad, y conlleva a una serie de síntomas característicos: malestar, mareos, temblores, pensamientos rumiativos, náuseas, alteraciones del sueño y la sensación de perder el control.
Todo esto puede repercutir en la propia autoestima y en la relación de pareja. Sus causas son múltiples, y más adelante hablaremos de las más frecuentes.
Consecuencias de la ansiedad sexual
La ansiedad sexual interfiere en el bienestar de la persona que la sufre. También puede tener efectos muy perjudiciales para su autoestima, su autoconcepto y su confianza personal.
Las personas afectadas viven las relaciones sexuales como una preocupación, con un importante malestar asociado. Esto hace que las acaben evitando, que pierdan el interés por ellas o que se sientan insatisfechas.
A raíz de todo esto, la ansiedad sexual puede acabar derivando en otros problemas o trastornos como la pérdida del deseo sexual, la anorgasmia, los problemas de lubricación para mantener la erección, etc. Esto dificulta el acto sexual y, como consecuencia, puede incrementar aún más la propia ansiedad (en una especie de círculo vicioso).
Problemas de pareja
Resulta evidente que la ansiedad sexual repercute en la autoestima y en el bienestar personal, pero también puede acabar perjudicando la relación de pareja (en caso de tenerla). Así, esta puede verse resentida si además no existe buena comunicación o hay cualquier otro tipo de problema previo.
En estos momentos, será más importante que nunca comunicarnos con nuestra pareja y hacer equipo para afrontar el problema.
Síntomas de la ansiedad sexual
Los síntomas de la ansiedad sexual son los típicos de la ansiedad. Así, pueden aparecer ante la expectativa de tener relaciones sexuales, durante el acto sexual o después del mismo, en forma de malestar, sufrimiento y preocupación constante. Estos síntomas incluyen los siguientes:
- Sequedad de boca.
- Sensación de hormigueo.
- Dificultad para respirar.
- Taquicardia.
- Alteraciones de sueño.
- Temblores.
- Inestabilidad y mareos.
- Sensación de perder el control.
- Tensión cervical o generalizada.
- Náuseas y vómitos.
- Dolor abdominal.
- Alteraciones digestivas.
- Sensación de irrealidad.
Además, todos estos síntomas ocasionan malestar en la persona, que sufre ante la idea de tener sexo o mientras lo practica. Es decir, interfieren en su vida sexual, pero muchas veces también en su vida social, personal e incluso familiar.
También se producen repercusiones en la propia autoestima, en el bienestar y en la relación con uno mismo. Por ello, como veremos más adelante, será importante trabajar todos estos aspectos en terapia.
Posibles causas
La ansiedad sexual puede aparecer por múltiples causas. Dejando a un lado las razones orgánicas y centrándonos en las psicológicas, encontramos las siguientes:
- Falta de seguridad y confianza personal.
- Experiencias traumáticas relacionadas con el sexo.
- Poca confianza en la pareja (por ejemplo, a raíz de una infidelidad).
- Insatisfacción con la relación de pareja.
- Disfunciones sexuales.
- Problemas de autoestima.
- Estrés y preocupaciones.
- Problemas emocionales.
Sexualidad y autoestima
La sexualidad está relacionada con la satisfacción personal y el concepto de uno mismo. Es decir, resulta muy difícil desligar el autoconcepto o autoestima de la sexualidad (ya sea con uno mismo o con el otro).
Es por ello que muchas veces, tras la ansiedad sexual encontramos problemas de autoestima, inseguridades personales y falta de confianza en la pareja, entre otros.
Porque cuando nuestra concepción de nosotros mismos está dañada, podemos sentirnos incapaces de mantener una relación sexual satisfactoria, por el miedo a no gustar al otro o a no “sentirse suficiente”.
“El amarse a sí mismo es el comienzo de un romance para toda la vida”.
-Oscar Wilde-
Por otro lado, el miedo a no “cumplir las expectativas” del otro también puede propiciar la aparición de esta ansiedad. Muchas veces, asociado a todo esto, encontramos pensamientos irracionales relacionados con el sexo, con uno mismo o con la relación de pareja. Por eso es tan importante trabajar en ello desde la psicoterapia, como veremos a continuación.
Cómo combatir la ansiedad sexual
La ansiedad sexual suele aparecer como consecuencia de factores psicológicos o relacionales,
Así, si no existe un problema médico u orgánico de base que la explique, lo mejor será acudir a un profesional de la salud mental que pueda ayudarnos. Esto, insistimos, después de descartar posibles causas médicas por parte de un especialista.
Desde la psicoterapia se recomienda trabajar de forma individual y también en terapia de pareja, en caso de tenerla. El objetivo será encontrar las causas de esa ansiedad sexual y empezar a trabajar en ellas.
Más allá de esto, será importante trabajar con el paciente todos aquellos pensamientos disfuncionales o poco realistas asociados a su problema o a la sexualidad en general.
Aspectos a explorar
En este sentido, se deberá explorar qué variables originan y mantienen el problema, pudiendo existir pensamientos irracionales, conductas de evitación, baja autoestima, mala comunicación de pareja, conflictos no resueltos, celos, infidelidades, inseguridades diversas, poca confianza en la pareja o experiencias traumáticas.
Una vez identificadas las causas y los factores que mantienen el problema, se podrá empezar a trabajar en todos ellos.
Importancia de la percepción del paciente
Aquí será importante que el paciente pueda expresar cómo se siente, cómo percibe su problema, a qué lo asocia, por qué cree que aparece o se intensifica, etc. Es importante indagar en su motivación para el cambio, en las expectativas que tiene en la terapia (qué espera de ella), si ha pedido ayuda antes, etc.
Una vez recopilada toda esta información, se podrá empezar a trabajar con el paciente mediante diferentes técnicas psicológicas, como por ejemplo la reestructuración cognitiva (para identificar y modificar pensamientos disfuncionales), la terapia por exposición y la validación de emociones.
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