¿Qué es el NutriScore?
A partir de 2021 es obligatorio utilizar el etiquetado NutriScore en muchos de los alimentos de consumo habitual. Sin embargo, se trata de un mecanismo que requiere una correcta interpretación y que no está exento de sesgos. Por este motivo, es importante que aprendas a utilizarlo para no generar errores a nivel dietético.
Lo primero que has de saber es que, hasta la fecha, las industrias estaban solo obligadas a declarar la lista de ingredientes y el valor nutricional de los productos que comercializan. No tenían por qué contextualizar estos valores, algo que se pretende cambiar con la llegada del NutriScore.
NutriScore: un sistema gráfico de interpretación de etiquetas
NutriScore es un modelo de etiquetado que pretende ofrecer una comparativa entre alimentos comprensible para el publico que acude a los supermercados. La teoría dice que no deberían ser necesarios conocimientos técnicos para su correcta interpretación.
Se basa en una escala de colores, de verde hasta rojo, en la que se clasifican los alimentos según su contenido en nutrientes. A cada sustancia que contiene se le asigna un número. Se suman todos y se le atribuye un color en la escala, que será el que aparezca reflejado en la etiqueta final.
Los nutrientes considerados como saludables provocan que el alimento sea más propenso a obtener un verde. Los azúcares simples y las sustancias catalogadas como nocivas realizan el efecto contrario. Sin embargo, la categorización no está bien realizada. Por ejemplo, se considera como nocivo un alimento con alto contenido en grasas, cuando estas han demostrado ser saludables si se encuentran en estado cis.
Por otra parte, los carbohidratos se consideran como buenos para el organismo, independientemente de cuánta sea su cantidad. Bien es cierto que los más peligrosos son los azúcares simples, pero un alto consumo de glúcidos en general se asocia con un mayor riesgo de patología metabólica en sujetos sedentarios. Así lo evidencia un estudio publicado en la revista Yonsei Medical Journal.
Utilidad del NutriScore
Los expertos defienden que el NutriScore no se debe utilizar para valorar si un alimento es saludable o no, sino para compararlo con otros productos del mismo grupo. Sin embargo, esto es algo que también puede dar lugar a errores de interpretación.
Podemos encontrar distintas marcas de cereales con una valoración NutriScore distinta. Aún consumiendo los que presentan un color verde, probablemente nos llevemos un producto con un alto contenido en azúcares añadidos.
Esto sucede porque las bases sobre las que se sustenta este modelo de etiquetado no son acordes a lo que la literatura científica refleja a día de hoy. De este modo, dicho etiquetado penaliza más un alto contenido en grasas cis que en azúcares simples, cuando el primer elemento se considera saludable y el segundo dañino.
A nivel calórico está claro que cuentan con más peso las grasas, pero en lo que a metabolismo se refiere, los azúcares pueden provocar ineficiencias grandes. A día de hoy existen sobradas evidencias de los peligros del consumo regular de azúcares simples.
Si las puntuaciones que otorgase el NutriScore fuesen más allá de una valoración del alimento más calórico o de cuál de ellos contiene más cantidad de aditivos, probablemente se obtendría un sistema más preciso. Al fin y al cabo, es posible consumir productos muy energéticos en pequeñas cantidades y obtener un beneficio notable. Un ejemplo de ello sería el aceite de oliva, cuyo consumo regular se asocia con un mejor funcionamiento cardiovascular.
Mejor educación nutricional que NutriScore
A pesar de que como iniciativa está bien, el NutriScore cuenta con sesgos y dificultad de uso. Por ello, es mejor apostar por una buena educación nutricional.
No es complicado enseñar a interpretar una etiqueta nutricional teniendo en cuenta una serie de puntos clave muy básicos. De este modo, no hará falta un sistema de colores para comparar alimentos del mismo grupo o para saber si un determinado producto es saludable o no.
¿Cómo leer etiquetas?
Lo primero que tenemos que observar en una etiqueta es el orden en el que aparecen los ingredientes, algo que no tiene en cuenta NutriScore para la valoración. Siempre están ordenados de mayor a menor.
Por este motivo, si adquirimos una crema de cacahuetes cuyo primer ingrediente es azúcar, realmente no estamos comprando una mantequilla de frutos secos, sino un concentrado de carbohidratos simples con trazas de estos vegetales en su composición. Varía bastante el resultado final.
Por otra parte, hay que constatar que no existen ingredientes en la lista que no sepamos lo que son, identificados con una letra y un número. Estos serían aditivos y, aunque en muchas ocasiones son seguros para la salud, hay casos en los que los resultados de la ingesta a largo plazo no se conocen con seguridad.
Los edulcorantes artificiales, por ejemplo, impactan sobre la microbiota intestinal, generando perjuicio con el paso del tiempo, evidenciado por la ciencia.
Acto seguido es necesario acudir a la tabla de valor nutricional y descifrarla. El valor calórico no es demasiado importante; solo da una referencia de la cantidad del alimento que es aconsejable comer. Ten en cuenta que las dietas hipercalóricas generan ganancia de peso.
Sin embargo, hay que prestar atención a la cantidad de azúcares añadidos y de grasas trans. Esto es especialmente relevante. Se trata de dos sustancias inflamatorias que se han relacionado con multitud de patologías complejas, entre ellas las cardiovasculares y el cáncer. Así lo indica una investigación publicada en la revista Cardiology.
Otras alegaciones nutricionales importantes
Ten en cuenta que, además del NutriScore, es posible encontrar otras alegaciones nutricionales en los productos de consumo habitual que resaltan alguna característica. Estas han sido reguladas por una legislación competente al respecto y ello garantiza que no es posible mentir en este aspecto, lo que protege al consumidor.
Siempre que veamos en el exterior de un envase una alegación como “rico en” o “alto contenido en” quiere decir que el alimento en cuestión cuenta con cantidades significativas de un determinado nutriente. Esto se suele utilizar para destacar la fibra o alguna vitamina o mineral.
Siempre se realizan dichas alegaciones al respecto de nutrientes o de sustancias categorizadas como saludables, para de este modo captar la atención del consumidor y favorecer las decisiones de compra. También son un método para diferenciarse de la competencia.
Sin embargo, tampoco sirven para categorizar alimentos como saludables, ya que la industria puede añadir un mineral de forma exógena a un producto que cuentan con elevadas cantidades de azúcar. Así, puede colocar la alegación nutricional en su exterior para generar interés.
Los hábitos saludables, además del NutriScore
Identificar los productos saludables que se pueden incluir en la dieta es fundamental. Para ello podemos usar NutriScore u otro método. Sin embargo, es crucial garantizar que se llevan a cabo hábitos de vida saludables. Entre ellos se encuentran la actividad física practicada de forma regular y un correcto descanso durante las horas nocturnas.
El ejercicio puede amortiguar los efectos de la ingesta de azúcares simples en el organismo, ya que los utiliza como combustible. De este modo, no se genera resistencia a la insulina y disminuye el riesgo de desarrollar patologías metabólicas a mediano plazo, como la diabetes.
Por otra parte, durante el sueño se llevan a cabo todos los mecanismos que tienen que ver con la recuperación de los tejidos dañados. Es imprescindible dormir un número mínimo de horas cada noche, al menos 6 o 7, dependiendo de la persona. En ese momento se incrementa la producción de las hormonas que protegen la masa magra y que estimulan los procesos de hipertrofia.
NutriScore es una buena idea, pero quizás con mala ejecución
Como hemos podido comprobar, el NutriScore surge de la necesidad de ayudar al público a tomar mejor las decisiones en lo que a consumo de alimentos se refiere. Por lo tanto, es una buena idea.
Sin embargo, la realidad es que se trata de un mecanismo de difícil interpretación por parte de una persona que carezca de conocimientos en el marco de la nutrición. Además, cuenta con múltiples sesgos, debido a que no está establecido según la posición actual de la ciencia.
Resultaría mucho más eficaz a nivel de salud pública el hecho de incrementar los esfuerzos en educación nutricional, más allá de crear un sistema atractivo de categorización basado en una escala de colores. Hemos de tener en cuenta que las soluciones más sencillas, a veces no son las más operativas.
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