5 tipos de piel y cuidados específicos para cada una
Muchas personas se preocupan por el cuidado de la piel y esta actitud está bien. Sin embargo, un grueso de la población usa productos equivocados o aplica los trucos más populares de internet sin siquiera saber cuál de todos los tipos de piel poseen, lo que termina empeorando la sequedad, el acné y otros problemas asociados con la dermis.
Cada uno de los 5 estados diferentes de la piel reaccionan de manera distinta a productos e ingredientes. El primer paso para una dermis saludable comienza por saber el tipo de piel propia.
Diferentes tipos de piel
Existen 5 tipos de piel naturales: normal, grasa, seca, mixta y sensible. Estas pueden variar en un individuo por distintos factores, al cruzar las diversas etapas de la juventud o al pisar la edad plateada.
1. Piel normal
Este tipo de piel presenta poca o ninguna imperfección. Dentro de sus cualidades se percibe como gruesa y radiante con poros poco perceptibles que no envejece de forma prematura y tiene buena circulación. Además, la producción de sebo es equilibrada y su cuidado suele ser más fácil.
Una piel normal o eudérmica se considera que no es demasiado seca ni demasiado grasa; se encuentra en el punto medio de esas dos.
2. Piel grasa
La piel grasa o seborrea es una piel propensa a una abundante secreción de sebo. Suele ser brillante y sufrir de rojeces a consecuencia de las espinillas. También tiende a tener más puntos negros, poros dilatado y otras imperfecciones como marcas y ronchas.
3. Piel seca
Su textura es áspera y escamosa debido a que produce menos sebo que la piel normal. Carece de brillo y es propensa a crear líneas alrededor de la boca y los ojos. La falta de lípidos que retienen la humedad la hacen más vulnerable a los cambios climáticos.
Así mismo, puede empeorar o ser causada por los genes, los baños de duchas largas o calientes, la radicación ultravioleta (UV), el envejecimiento, los jabones y los cosméticos.
La piel tiene diferente grados de sequedad:
- Leve: elasticidad baja, luce opacada y es ligeramente áspera y quebradiza.
- Muy seca: más propensa a tener irritación y picazón, luce áspera y con manchas, su descamación puede presentarse leve y en forma de parches, se enrojece y tiene riesgo de padecer infecciones.
- Extremo: se forman grietas en pies, manos, rodillas y codos, es bastante áspera y presenta fuerte picazón.
4. Piel mixta
Su cuidado puede requerir un tratamiento diferente dependiendo del área. Esto es porque la piel puede estar entre seca o normal en algunas partes y grasa en otra. Este tipo de dermis es grasa en la frente, nariz y mentón, lo que se conoce como zona T, y seca en las mejillas.
5. Piel sensible
Los expertos aseguran que este tipo de piel suele enrojecer con frecuencia, reaccionar de forma negativa a ciertos productos y padecer de picor, ardor, tirantez y sequedad en distintas zonas del cuerpo.
Cómo saber qué tipo de piel tienes
Aunque la forma más exacta para saber qué tipo de piel posees es consultando a un especialista en dermatología, puedes realizar una prueba en casa. Esta consiste en observar la cantidad de sebo. La forma más precisa para determinar cuánto líquido aceitoso y ceroso sale de los poros es con una cara limpia. Para ello sigue estos pasos:
- Espera 30 minutos luego de lavar la cara y seca con palmaditas.
- Transcurrido el tiempo utiliza un pañuelo de papel o papel secante de aceite y presiona en diferentes partes de la piel (frente, barbilla, nariz y mejilla).
- Lleve el papel hacia un foco de luz y observa la transparencia.
Los posibles resultados que puedes obtener son los siguientes:
- Eres de piel seca si el papel no presenta transparencia y hay en ella rastros de dermis tirante o escamas.
- La piel es grasa si el papel está empapado.
- Si el papel tiene distintos niveles de absorción es un tipo mixto.
- La piel es normal cuando el papel no tiene rastros de escamas y tampoco deja parches empapados de grasa.
- La piel sensible no puede medirse por la cantidad de sebo que produce el cuerpo. Esta depende de qué tan rápido enrojece, cómo reacciona a los productos, si tiene alergias cutáneas con frecuencia, si se vuelve muy aceitosa en verano o se enrojece después de comer alimentos picantes.
Cuidados específicos para cada tipo de piel
Las rutinas diarias de preservación de la piel mantienen este órgano saludable. Solo debes seguir las recomendaciones que correspondan con tu dermis. Existe evidencia científica que respalda un cuidado individualizado y personalizado.
1. Para la piel normal
- Limpieza: quitarse el maquillaje todas las noches es una regla que no debe romperse. Lava o limpia tu cara no más de dos veces al día, antes de dormir, aunque no se use maquillaje.
- Hidratación: la piel normal es la más fácil de cuidar, sin embargo, si no bebes suficiente agua durante el día puede presentar sequedad, descamación o exceso de producción de sebo.
- Usa humectantes: dado que se recomienda mantener la piel húmeda durante el día, puedes comenzar a utilizar un hidratante liviano no comedogénico a base de gel. De acuerdo a la Clínica Mayo estos pueden mejorar la textura y prevenir la piel seca.
- Protector solar: es imperante usar protector solar, incluso si no es un día soleado. Prevendrá resequedad en la piel, arrugas y manchas oscuras. Aplicar 15 minutos antes de salir a pasear.
2. Para la piel grasa
- Evitar exfoliar demasiado o muy fuerte la piel: esto hará que se estimule por demás la producción de sebo.
- Lavar o limpiar la cara solo dos veces al día. Lavar demasiado elimina los aceites naturales.
- Beber agua con regularidad para evitar producción en exceso de sebo.
- Usar un humectante liviano que no bloquee los poros: consultar con el dermatólogo para que recete el más indicado.
3. Para la piel seca
- Toque de palmaditas suaves a la hora de secarse.
- Debes usar humidificador para retener la humedad natural de la piel.
- Evitar las duchas calientes o durar mucho tiempo debajo de la regadera.
- Usar hidratante con regularidad para mantener la suavidad.
- Beber bastante agua.
- El protector solar no se puede dejar de usar.
4. Para la piel mixta
- Usa limpiadores suaves, en especial para la zona T.
- Exfóliate una vez por semana. Hacerlo todos los días elimina los aceites naturales de la piel.
- Usa protector solar sin aceite.
- Usa productos sin aceite. A la hora de comprar maquillaje asegúrate de que no lo contengan para evitar obstruir los poros.
- Mantente hidratada.
5. Para la piel sensible
- Es imperante realizar la prueba del parche y no usar productos sin probarlos antes en las manos. Esta prueba consiste en aplicar papeles impregnados de distintas sustancias químicas en la espalda para identificar las alergias.
- No aplicar muchos productos en el rostro y utilizar limpiador, protector solar y humectantes suaves.
- Puede que todos los productos con etiqueta hipoalergénica no funcionen, por lo que es clave la prueba del parche.
“Trucos” que se deben evitar en todos los tipos de piel
Existen mitos en las redes que promueven ciertas prácticas y el uso de algunas sustancias sin fundamento científico. Te advertimos sobre las más frecuentes:
- No uses bicarbonato de sodio sobre la piel. Una investigación publicada en International Journal of Cosmetic Science expuso que puede causar sequedad y deshidratación en la dermis.
- Según DermNet New Zealand la pasta de dientes tiene potencial para absorber la grasa y matar los gérmenes, sin embargo, causa irritación y resequedad.
- El azúcar como exfoliante podría ser demasiado fuerte para la piel del rostro.
- Evita aplicar jugo de limón sobre la piel; esto tiende a secar e irritar la dermis y, si se expone al sol, aparecerán manchas oscuras.
- El ajo crudo puede causar alergias, ampollas acuosas, eczema e inflamación.
- La aplicación tópica de vitamina E podría irritar la piel y no hay hasta ahora ningún estudio concluyente que avale que mejore la apariencia de las cicatrices.
Los tipos de piel tienen cuidados diferentes
Los productos reaccionan diferente en cada tipo de piel, incluso si son naturales. El uso no indicado de un producto puede causar imperfecciones, resequedad, brotes o enrojecimiento. Lo recomendable es emplear la rutina de cuidado para el tipo específico de piel, tener cuidado con los ingredientes e investigar antes de aplicar una crema.
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