Reanimación cardiopulmonar (RCP): ¿cómo hacerla en adultos?
La reanimación cardiopulmonar (RCP) es una técnica sencilla que permite sustituir y reestablecer la función cardiovascular y respiratoria en aquellos pacientes que hayan sufrido una parada cardiorrespiratoria. Existen muchas razones que pueden provocar esta condición y suelen producirse en entornos extrahospitalarios.
El siguiente artículo no pretende ofrecer una explicación detallada de la técnica, ya que esta requiere un profundo estudio y realización de cursos certificados por ciertas asociaciones. Por el contrario, a continuación encontrarás información breve e introductoria que te puede ayudar a comprender un poco mejor la reanimación. ¡Sigue leyendo!
¿Cuándo debe hacerse una RCP?
La reanimación cardiopulmonar debe hacerse lo más pronto posible cuando se detecta ausencia de pulso o ventilación. Esto es muy importante en los primeros segundos después del evento que desencadenó la parada cardiorrespiratoria, ya que a medida que avanzan los minutos se hace muy poco probable la resucitación.
El pulso puede medirse en las arterias femorales y carotídeas, que son accesibles y aportan buena información. A su vez, las víctimas de una parada cardiorrespiratoria suelen perder muy rápido la consciencia, tener coloración azulada en las extremidades (cianosis, por la falta de oxígeno) y dilatación pupilar (midriasis).
En muchos países es posible acceder a equipos capaces de detectar la actividad eléctrica del corazón, inclusive en hogares y zonas comunes de las ciudades. Esto incluye a los desfibriladores automáticos y semiautomáticos, que tienen fáciles instrucciones de uso y que mencionaremos un poco más adelante.
¿Qué puede llevar a una parada cardiorrespiratoria?
A pesar de que en un ambiente extrahospitalario el objetivo no es determinar la causa, saber cuáles son las principales razones podría ayudar a identificar de forma precoz este tipo de situaciones. Las más comunes y que pueden ser reversibles mediante RCP son las siguientes:
- Hipovolemia: por la pérdida de sangre.
- Hipoxia: cuando hay deficiente oxigenación, que puede ocurrir en casos muy severos de neumonía, por ejemplo.
- Acidosis.
- Hipo o hiperpotasemia.
- Hipotermia: disminución patológica de la temperatura corporal.
- Trombosis pulmonar o coronaria: esta última se relaciona con el infarto del miocardio y puede venir precedida por una angina de pecho.
Para comprender las causas de la parada cardiorrespiratoria, así como también los objetivos de una RCP, hay que considerar que en la parada cardiorrespiratoria todos los procesos de la circulación se ven interrumpidos.
El corazón deja de bombear, a pesar de que tenga actividad eléctrica. La identificación de esta actividad es vital para conducir una adecuada RCP, tanto a nivel extrahospitalario como hospitalario.
Por su parte, el aparato respiratorio sufre debido al vínculo con la sangre. De forma objetiva, cuando se ve que un paciente no está ventilando (no expande el tórax) o lo hace de forma muy errática, es necesario realizar apoyo ventilatorio.
¿Cuáles son los tipos de RCP?
Existen dos tipos primordiales de reanimación cardiopulmonar: la básica y la avanzada. La RCP básica es aquella destinada a sustituir de forma precaria la función cardiovascular y respiratoria, por lo general en condiciones extrahospitalarias y por parte de personal no sanitario. Suele hacerse en los primeros instantes luego de detectada la parada cardiorrespiratoria y su objetivo final es garantizar un adecuado traslado a un centro asistencial.
Por otro lado, la RCP avanzada es aquella que incluye personal sanitario entrenado y equipos especiales. Además, es posible el uso de medicamentos en condiciones hospitalarias, lo que se relaciona mucho con el éxito de la resucitación.
En los últimos años se han venido formulando los términos de soporte vital básico y avanzado. La diferencia radica en que ambos incorporan aspectos formativos relacionados con la prevención y los cuidados críticos luego de la resucitación.
El primer objetivo de estas maniobras es sustituir o reemplazar la función cardiovascular y respiratoria. Esto se logra mediante las compresiones o masajes cardíacos, que podrían provocar el bombeo de sangre desde el corazón, además de la ventilación asistida.
Esto no quiere decir que siempre se logre la resucitación durante el proceso, ya que solo puede utilizarse este término cuando las contracciones y la ventilación se han recobrado de forma espontánea.
¿Cómo hacer una RCP?
La RCP básica requiere del conocimiento de la cadena de supervivencia. En sus primeras fases está destinada a reconocer la parada cardiorrespiratoria y alertar a otras personas para garantizar un traslado al hospital.
Reconocimiento precoz
Esto implica la detección de una parada cardiorrespiratoria teniendo en cuenta los aspectos mencionados al principio del artículo. La ausencia de ventilación y de pulso son indicativos para iniciar de inmediato la RCP.
Si el paciente se encuentra respirando y tiene pulso, pero no está consciente, no se encuentra en una parada cardiorrespiratoria. Las medidas deben orientarse hacia aquello que pudo haber provocado la pérdida de la consciencia: hemorragias, deshidratación y traumatismos, entre otros.
Es importante asegurar la zona y evitar que existan riesgos para la persona que vaya a iniciar la RCP, en especial en zonas de accidentes automovilísticos o escenas relacionadas. Luego de esto, pedir ayuda es vital para garantizar un adecuado proceso de RCP y el traslado a un centro asistencial.
RCP precoz
Es necesario verificar la permeabilidad de la vía aérea, ya que en muchos casos la lengua puede obstruirla. Para ello se debe hiperextender el cuello, colocando una mano en la frente y otra en el mentón, mientras se tracciona hacia atrás. Esto debe evitarse en casos de sospecha de traumatismos cervicales.
Para iniciar las compresiones el operador deberá situarse a uno de los lados del paciente y sobre una superficie rígida. Tendrá que situar una de sus manos en la región precordial y extender todos los dedos. La otra mano debe cerrarse en forma de puño encima de la mano extendida, entrelazando todos los dedos.
El número de compresiones varía dependiendo de la literatura, a pesar de que se considera aceptable realizar 30 compresiones seguidas o alrededor de 100 por minuto. Para que estas sean efectivas tienen que ser constantes, firmes, pero no demasiado bruscas, sin flexionar los codos.
Luego de las compresiones pueden iniciarse las ventilaciones o insuflaciones, siendo necesarias dos antes de pasar al siguiente ciclo.
Desfibrilación precoz
Algunas causas de parada cardiorrespiratoria, como los infartos, implican también una actividad eléctrica anormal del corazón. Esta no es suficiente para bombear sangre, motivo por el que se produce la parada. Dependiendo del tipo de patrón que se observa en el electrocardiograma, existen ritmos que pueden ser desfibrilables mediante electricidad.
Esto quiere decir que pueden revertirse, mejorando mucho el pronóstico del paciente. La diferencia con los ritmos no desfibrilables es que, en ausencia de una intervención eléctrica, la supervivencia disminuye en pocos minutos.
Estos ritmos son la fibrilación ventricular y la taquicardia ventricular sin pulso. Puede que todo esto suene un poco complicado, pero la presencia de desfibriladores semiautomáticos hace que todo resulte más sencillo.
Se trata de dispositivos que pueden adquirirse de forma fácil, inclusive en lugares públicos de algunas ciudades. Se colocan sobre el paciente y permiten identificar un ritmo desfibrilable en casos de parada cardiorrespiratoria. En casos positivos, se puede activar para emitir actividad eléctrica.
RCP avanzada o cuidados posresucitación
La reanimación debe mantenerse hasta que se logre la resucitación, al menos en ambientes extrahospitalarios. En caso de que esto no sea posible, el traslado del paciente a un hospital debe gestionarse desde los primeros momentos de la cadena de supervivencia.
En dicho centro los sanitarios podrán continuar el proceso y utilizar medicamentos o desfibriladores, en el caso de no contar con un dispositivo semiautomático. No siempre es posible lograr la resucitación, en especial en pacientes de edad avanzada.
Pero cuando esto se logra, los médicos deben realizar una serie de cuidados posresucitación que incluyen reconocer la causa que llevó a la parada y el traslado a una unidad de cuidados intensivos (UCI).
La RCP salva vidas
La reanimación cardiopulmonar es un proceso sencillo que, en su etapa básica, puede realizarse por cualquier persona en ambientes extrahospitalarios. Un aspecto novedoso es la incorporación de desfibriladores semiautomáticos en lugares públicos y domicilios, lo que podría contribuir a salvar muchas vidas.
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