¿Qué es el dolor?
La International Asociation for the Study of Pain (IASP) define el dolor como ‘una experiencia sensorial o emocional desagradable, asociada a daño tisular real o potencial, o bien descrita en términos de tal daño’.
Debemos tener en cuenta que es un fenómeno subjetivo. Por lo tanto, no es igual en todos los pacientes, aunque debemos considerar que existe siempre que un paciente diga que algo le duele.
Es importante tener en cuenta que el dolor es, en principio, un mecanismo de defensa. Su función es detectar y localizar los procesos que dañan las estructuras corporales.
El dolor es conocido desde la antigüedad y ha constituido siempre uno de los retos más difíciles para el médico y los profesionales de la salud. La percepción del dolor comienza desde que somos muy pequeños. Ayuda al cerebro a reconocer aquellos estímulos nocivos para el organismo.
A medida que crecemos, aprendemos a utilizar la palabra dolor para expresar la desagradable sensación. Muchas veces dicha sensación no tiene una causa externa, atribuyendo también su origen a una causa interna del organismo.
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¿Cómo clasificar el dolor?
En su estudio, es habitual utilizar diferentes clasificaciones, debido a que estas tienen un gran valor clínico para el médico en el momento del diagnóstico y del tratamiento.
Clasificación del dolor según el tiempo de aparición y evolución
Dolor agudo:
Es, normalmente, de inicio repentino y duración breve; desaparece junto a la causa que lo produce. Existe una relación estrecha entre el tiempo en el cual se prolonga el dolor y la lesión o enfermedad que lo produce.
De manera menos frecuente, puede asociarse etiológicamente con un proceso de lesión nerviosa, por ejemplo la neuralgia del trigémino. Su duración se puede extender desde pocos minutos a varias semanas.
Al dolor agudo se le atribuye una función ‘protectora’, ya que su presencia evita que el individuo perpetúe conductas que incrementan o agravan la lesión. Por otra parte, ayuda a desarrollar aquellas conductas que lo reducen.
Las causas más frecuentes del dolor agudo son:
- Gastrointestinal.
- Biliar.
- Urológico.
- Cardiovascular.
- Pulmonar.
- Sistema nervioso.
- Páncreas.
- Ginecológico.
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Dolor crónico:
Se extiende en el tiempo, incluso después de que la lesión tisular o afectación orgánica por la que surgió haya desaparecido. Puede estar relacionado con:
- La persistencia y repetición de episodios de dolor agudo.
- La progresión de las enfermedades y las complicaciones de las mismas.
- Cambios degenerativos en estructuras óseas y músculoesqueléticas.
Es importante aprender a diferenciar entre ambos tipos. El crónico es el resultado de mecanismos fisiopatológicos distintos a los del agudo, pero la diferencia más importante es la relación entre lesión y dolor.
Clasificación del dolor degún su perfil de origen
Dolor nociceptivo
Es el causado por la estimulación de los receptores del dolor, también llamados nociceptores, por estímulos como:
- Lesión directa sobre el tejido.
- Inflamación.
- Infección.
- Enfermedad.
Como ocurre con el dolor agudo, suele haber una relación directa entre su intensidad y la gravedad del estímulo.
Dolor neuropático
Se origina por un estímulo directo del sistema nervioso central (SNC) o por una lesión de los nervios periféricos. A diferencia del anterior, no está relacionado directamente con la causa.
Una característica importante de este tipo de dolor es que la intensidad es desproporcionada para el estímulo que lo produce (hiperalgesia) y aparece sin que haya una causa identificable.
Dolor psicógeno
No se debe a una estimulación nociceptiva ni a una alteración neuronal, sino que tiene una causa psíquica, como una depresión, hipocondría, etc.
Tratamiento no farmacológico del dolor
Muchos dolores pueden aliviarse mediante medidas no farmacológicas, las cuales, aunque no reemplazan una consulta con el médico y el tratamiento que este nos de, nos pueden ayudar a mejorar nuestro bienestar físico y mental.
Reposo
Es evidente que utilizar una parte del cuerpo lesionada o dañada resultará en un incremento del dolor. Sin embargo, muchas veces el reposo ‘absoluto’ puede resultar contraproducente. De hecho, en algunos dolores crónicos, si la ausencia de movimiento es prolongada, puede ocasionar atrofias musculares que perpetúan la sensación dolorosa, tal como ocurre por ejemplo en la lumbalgia.
Termoterapia
Consiste en la aplicación de calor o frío. En general, se recomienda la aplicación de frío en los dolores agudos y con componente inflamatorio (traumatismos, esguinces, picaduras, edemas) y el empleo de calor en los subagudos y crónicos (artropatías, contracturas).
Masajes
Los masajes aplicados por fisioterapeutas pueden ayudar a disminuir el dolor porque:
- Estimulan el drenaje linfático y venoso.
- Producen relajación muscular.
- Mejoran la flexibilidad, aportando beneficios psicológicos.
Sin embargo, no todos los masajes traen estos beneficios, hay que tener cuidado. La falta de formación de quien los aplica puede provocar que empeoren las lesiones.
Electroestimulación
La técnica más utilizada es el TENS, que ha mostrado ser eficaz en diferentes tipos de dolores. Consiste en inhibir la actividad de las fibras nociceptivas. No suele conseguir una analgesia completa, pero puede resultar útil como método complementario, aunque su eficacia parece disminuir a lo largo del tiempo.
Los dolores en los que resulta más eficaz son los musculoesqueléticos, la neuralgia postherpética y los que se producen tras una amputación.
Ultrasonidos
La aplicación de ultrasonidos puede ralentizar la trasmisión del impulso nervioso, disminuir la inflamación y facilitar la regeneración tisular. Además, aumenta la temperatura a nivel local y, con todo ello, puede contribuir a elevar el umbral del dolor.
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