Las 4 diferencias entre probióticos y prebióticos
A pesar de que no todo el mundo es consciente de ello, los probióticos y los prebióticos no son lo mismo. Cuentan con un objetivo bastante parecido, aunque también con diferencias tanto en su modo de actuar como en los elementos que los conforman.
No obstante, la ingesta de ambas sustancias suele estar recomendada para ayudar a mejorar el estado de salud. De hecho, una gran parte de los tratamientos más novedosos frente a patologías crónicas apuestan por el uso de prebióticos y probióticos en la pauta habitual.
¿Qué son los probióticos?
Los probióticos son bacterias vivas que se encuentran en los alimentos con capacidad de colonizar selectivamente el tracto intestinal, generando así una mejora sobre la salud del huésped. Se encuentran normalmente en aquellos productos que han sido sometidos a un proceso de fermentación.
Su consumo regular se asocia, entre otras cosas, a una reducción de muchas patologías crónicas intestinales. Así lo evidencia un estudio publicado en la revista Gastroenterology Clinics of North America. De hecho, se aconseja su ingesta como método de prevención, además de suponer un posible tratamiento.
En la actualidad existen suplementos de probióticos donde se aíslan cepas de bacterias para su consumo posterior. Así se asegura que lleguen al tracto intestinal en las dosis oportunas para ejercer la colonización, lo que provoca un aumento de la biodiversidad de la microbiota y, por ende, del estado de salud.
No obstante, cuentan con ciertas limitaciones. No son eficaces para el tratamiento de cualquier patología intestinal. Por ejemplo, frente a la enfermedad de Crohn no han demostrado ser realmente útiles. Aun así, cada vez se recomiendan más en el contexto de las consultas de nutrición, ya que cuentan con varios beneficios que sí han generado evidencias sólidas.
Elegir un probiótico correctamente no es sencillo. Cuando nos enfrentamos a un suplemento de bacterias es necesario conocer la cepa a consumir y si existen ensayos frente a la patología que se quiere tratar.
Asimismo es importante elegir el producto que cuente con un número mínimo de unidades formadoras de colonias. Además, es importante que las bacterias estén encapsuladas, para permitir que lleguen vivas al lugar dónde han de realizar la colonización.
¿Qué son los prebióticos?
Hemos definido que son los probióticos, ahora hablaremos de los prebióticos. Con este nombre se conocen a un conjunto de fibras solubles que tienen la capacidad de servir de sustrato energético a las bacterias que habitan en el intestino. Su consumo está recomendado para asegurar la supervivencia de las mismas, permitiendo así que realicen sus funciones correctamente.
De acuerdo con un estudio publicado en la revista Gut Microbes, la fibra es capaz de fermentar a nivel intestinal, lo que posibilita el crecimiento de las bacterias, provocando así que estas se vuelvan más funcionales. Ahora bien, hay que destacar que dicho crecimiento no es selectivo.
Cabe destacar que es posible encontrar los prebióticos en muchos alimentos frescos. La avena o la manzana son los dos ejemplos más característicos. En el primer caso encontramos un tipo de fibra soluble conocida con el nombre de beta glucanos.
Por la parte de las manzanas, hay que hacer especial mención a las pectinas. Estas han demostrado impactar positivamente sobre la salud intestinal.
Normalmente, los vegetales destacan por la presencia de prebióticos en su interior. Las peras y los kiwis también cuentan con un aporte significativo de dichos elementos, por lo que se recomienda su consumo.
Diferencias entre probióticos y prebióticos
Vamos a comentar ahora las principales diferencias entre probióticos y prebióticos, para que tengas claro el cometido de cada uno de ellos.
1. No se trata del mismo elemento
Como has podido comprobar, cuando hablamos de probióticos nos referimos a microorganismos vivos, no a nutrientes. Cuando nombramos los prebióticos, estamos haciendo referencia a un tipo de fibra soluble que cuenta con la capacidad de impactar sobre las bacterias que habitan en el tubo.
2. Los probióticos colonizan, los prebióticos sirven de sustrato
Hay que tener muy claro que los probióticos cuentan con la capacidad de colonizar el tubo digestivo de forma selectiva, mientras que los prebióticos promocionan el crecimiento de las bacterias de forma indiscriminada.
De hecho, se desaconseja el consumo de estos últimos elementos en casos de disbiosis, ya que se podrían agravar los síntomas.
En estas situaciones conviene plantear una dieta muy baja en fibra, para que de este modo mueran las bacterias patógenas, al tiempo que se administran suplementos de probióticos. Así se equilibra la flora intestinal, para luego favorecer el crecimiento del nuevo perfil de microbiota con la inclusión de prebióticos.
3. Los prebióticos generan ácidos grasos de cadena corta
Un aspecto muy positivo de los prebióticos es que inducen la génesis de ácidos grasos de cadena corta a partir de su fermentación. Dichos compuestos cuentan con un carácter antiinflamatorio, según una investigación publicada en la revista Pharmacology & Therapeutics.
De hecho, se especula con que estos elementos son capaces de ayudar a prevenir algunos tipos de cáncer, como los asociados al tubo digestivo. Además, cuentan con un papel determinante a la hora de facilitar el manejo de muchas patologías de carácter intestinal.
4. Los probióticos son sensibles a los ácidos estomacales
Mientras que la fibra puede consumirse en casi cualquier contexto, realizando de forma eficiente sus funciones, la ingesta de probióticos requiere de más cuidados. Los microorganismos vivos son sensibles a los ácidos estomacales.
Por este motivo no se recomienda su consumo con el estómago vacío, sino tras una comida con una cierta cantidad de grasas, para así modular el pH estomacal.
Una buena opción es ingerir los probióticos encapsulados. De este modo se asegura que llegarán al intestino un número mínimo de bacterias, capaces de realizar sus funciones de colonización de forma posterior.
El uso de probióticos y de prebióticos está en aumento
Como comentamos, cada vez es más frecuente que se pauten probióticos y prebióticos en el contexto de la consulta de nutrición. Estos elementos son capaces de ayudar a prevenir y a manejar muchas patologías.
De acuerdo con un estudio publicado en la revista Nature Neuroscience, asegurar la biodiversidad en la microbiota puede ayudar a mejorar las funciones inmune y cognitiva.
De hecho, se ha descrito una interacción muy estrecha entre el intestino y el cerebro. Una afectación de uno de los dos órganos podría reflejarse en el otro, siendo esta comunicación bidireccional.
Por este motivo, la aplicación de elementos que mejoren la salud intestinal cuenta con una elevada repercusión sobre el sistema nervioso central. Así lo evidencia una investigación publicada en Chinese Medical Journal .
Se recomienda la presencia habitual de probióticos y de prebióticos en la dieta. Esto puede asegurarse mediante la ingesta de alimentos fermentados de origen láctico y por medio del consumo de frutas, verduras y avena. Con todos estos elementos debería de mantenerse la microbiota funcional y en buen estado.
Es posible encontrarse con ciertas situaciones de disbiosis o de sobrecrecimiento bacteriano que compliquen tal situación. En estos casos es necesario poner en marcha un protocolo muy específico que incluso puede requerir el uso de antibióticos.
Solamente así se podrá variar el perfil de los microorganismos que habitan en el tubo, reduciendo la sintomatología asociada.
Los suplementos de probióticos y de prebióticos
Además de estar presentes en alimentos frescos y naturales, es posible incluir un suplemento de probióticos o de prebióticos en la dieta. Si bien ya hemos comentado que la elección puede resultar complicada en el primer caso, cuando hablamos de prebióticos la cosa se simplifica.
El suplemento de fibra soluble más utilizado es el de inulina, un compuesto presente, por ejemplo, en el ajo. Se trata de un elemento muy volátil, especialmente sensible a la oxidación tras su contacto con el aire.
Por este motivo, consumirlo encapsulado o con agentes aglutinantes puede mejorar de forma notable la función del mismo, asegurando su llegada al intestino.
También es posible encontrar en el mercado otros fructooligosacáridos eficaces para la prevención de patologías complejas de carácter intestinal. Eso sí, es importante acudir a un especialista antes de iniciar su consumo.
Una valoración de la funcionalidad del aparato digestivo puede resultar de utilidad para comprobar que no existe un sobrecrecimiento bacteriano previo que pueda promocionarse tras la inclusión del prebiótico.
Aunque la fibra soluble está muy recomendada para la salud intestinal, también es importante incorporar fibra insoluble a la dieta. Esta no cuenta con la capacidad de fermentar, pero sí de incrementar el volumen del bolo fecal, generando así un menor riesgo de estreñimiento.
Probióticos y prebióticos, dos elementos distintos pero importantes
Ahora ya sabes cuáles son las principales diferencias entre prebióticos y probióticos. Estos elementos son claves para asegurar el buen funcionamiento del sistema intestinal.
Resultan muy importantes para la microbiota, ya que incrementan su biodiversidad. Esto se relaciona con un menor riesgo de desarrollar problemas digestivos o inflamatorios.
Recuerda que ambos elementos se pueden consumir por medio de la dieta, aunque en ciertos contextos sea recomendable recurrir a la suplementación.
Llegado este caso es óptimo consultar primero con un especialista, ya que la elección y dosificación del producto adecuado no siempre es sencilla.
Por último, ten en cuenta que es tan importante incluir en la dieta alimentos que favorezcan la salud de la microbiota como evitar aquellos que la perjudican.
Por ejemplo, las grasas de tipo trans consiguen alterar la diversidad de la misma y promocionar los procesos inflamatorios. También ciertos aditivos como los edulcorantes artificiales podrían resultar negativos en este aspecto.
- Abraham BP, Quigley EMM. Probiotics in Inflammatory Bowel Disease. Gastroenterol Clin North Am. 2017 Dec;46(4):769-782. doi: 10.1016/j.gtc.2017.08.003. Epub 2017 Oct 3. PMID: 29173520.
- Holscher HD. Dietary fiber and prebiotics and the gastrointestinal microbiota. Gut Microbes. 2017 Mar 4;8(2):172-184. doi: 10.1080/19490976.2017.1290756. Epub 2017 Feb 6. PMID: 28165863; PMCID: PMC5390821.
- Beukema M, Faas MM, de Vos P. The effects of different dietary fiber pectin structures on the gastrointestinal immune barrier: impact via gut microbiota and direct effects on immune cells. Exp Mol Med. 2020 Sep;52(9):1364-1376. doi: 10.1038/s12276-020-0449-2. Epub 2020 Sep 10. PMID: 32908213.
- Sivaprakasam S, Prasad PD, Singh N. Benefits of short-chain fatty acids and their receptors in inflammation and carcinogenesis. Pharmacol Ther. 2016 Aug;164:144-51. doi: 10.1016/j.pharmthera.2016.04.007. Epub 2016 Apr 23. PMID: 27113407; PMCID: PMC4942363.
- Fung TC, Olson CA, Hsiao EY. Interactions between the microbiota, immune and nervous systems in health and disease. Nat Neurosci. 2017 Feb;20(2):145-155. doi: 10.1038/nn.4476. Epub 2017 Jan 16. PMID: 28092661; PMCID: PMC6960010.
- Wang HX, Wang YP. Gut Microbiota-brain Axis. Chin Med J (Engl). 2016 Oct 5;129(19):2373-80. doi: 10.4103/0366-6999.190667. PMID: 27647198; PMCID: PMC5040025.