Dieta baja en fibra: cómo y cuándo hacerla
La dieta baja en fibra se puede implementar en ciertas situaciones para mejorar la sintomatología asociada a las digestiones. Es cierto que hablamos de una sustancia esencial para garantizar la buena salud intestinal, pero a veces conviene reducir su consumo de manera temporal para generar beneficios.
De todos modos, siempre es recomendable que este tipo de planteamientos dietéticos estén supervisados por un especialista en nutrición. Una mala ejecución podría determinar negativamente la diversidad y la densidad de la microbiota, afectando a muchas de las funciones básicas del organismo humano.
¿Qué es la dieta baja en fibra?
Una dieta baja en fibra es aquella que se caracteriza por una escasa presencia de vegetales y de granos enteros. Como norma general no es adecuado implementar un protocolo dietético de este estilo, ya que se podría poner en peligro el buen funcionamiento del tubo digestivo.
De hecho, se recomienda un consumo de fibra de al menos 25 gramos al día para mantener un buen estado de salud. Hablamos de un elemento que ha demostrado ayudar a prevenir el desarrollo de algunos tipos de cáncer.
Existen dos tipos de fibra que es importante diferenciar, la soluble y la insoluble. Mientras que la primera retiene agua en su interior y fermenta en el interior del tubo, la segunda simplemente ejerce un efecto mecánico sobre el peristaltismo y el tránsito. Sea como fuere, ambos elementos contribuyen a reducir problemas como el estreñimiento, tal y como evidencia una investigación publicada en la revista BMJ.
La dieta baja en fibra enfatizará sobre todo el aporte de proteínas y de grasas. Los hidratos de carbono que puedan aparecer serán de alto índice glucémico, con el riesgo que esto conlleva sobre el control metabólico. Para evitar que se generen alteraciones a medio plazo conviene que dicho planteamiento tenga un principio y un fin. No es bueno que se extienda demasiado a lo largo del tiempo.
¿Cuándo implementar una dieta baja en fibra?
Se puede poner en marcha una dieta baja en fibra en diversas situaciones en las que existen problemas intestinales.
Por ejemplo, reducir el consumo de dicho compuesto cuando se ha desarrollado patología inflamatoria intestinal puede contribuir al manejo de los síntomas, según un estudio publicado en la revista World Journal of Gastroenterology . El principal punto clave en estos casos consiste en ser capaces de satisfacer la demanda nutricional por medio de un plan restrictivo.
No obstante, hay que recalcar que se trata de un remedio transitorio. Poco a poco se volverá a reintroducir la fibra de manera progresiva, para comprobar que se tolera y que los síntomas se han reducido con el paso del tiempo.
Incluso se puede plantear algún tratamiento de tipo farmacológico de forma complementaria, para optimizar la función inmunitaria y para impedir así el rechazo a ciertos compuestos presentes en los alimentos.
Otra situación que requiere también de una dieta baja en fibra es la de la disbiosis intestinal por sobrecrecimiento bacteriano.
En estos casos se experimenta un incremento de las poblaciones de microorganismos patógenos en el tubo digestivo, tal y como afirma una investigación publicada en la revista Cellular and Molecular Life Sciences. Hay que corregir el problema para realmente evitar el desarrollo de alteraciones funcionales en el tubo.
Cabe destacar que la fibra no es selectiva a la hora de promocionar el crecimiento bacteriano. Fermenta y sirve de sustrato energético tanto a las bacterias beneficiosas como a las nocivas.
Por lo tanto, si existe un incremento de estas últimas poblaciones se experimentará una intensificación de los síntomas a partir de una dieta alta en compuestos con carácter prebiótico, es decir, fibra soluble. Para ello habría que restringir su aporte temporalmente.
No basta solo con reducir la presencia de la fibra en la pauta para solventar este problema. Conviene también plantear algún mecanismo complementario que potencie la renovación de la microbiota, afectando positivamente a la diversidad.
La introducción de un suplemento de probióticos en la pauta parece la mejor de las opciones, según evidencia una investigación publicada en World Journal of Gastroenterology.
¿Mecanismos para aplicar una dieta baja en fibra?
Cuando se plantea una dieta baja en fibra hay que tener presente que se puede poner en riesgo el aporte de algún nutriente esencial o antioxidante importante. Estos se encuentran muchas veces dentro de los alimentos de origen vegetal. Por este motivo garantizar la diversidad en la pauta es crucial para mantener un buen estado de salud. Cuando se restringe, es clave acudir a los suplementos para corregir carencias.
Por ejemplo, podría ser determinante aportar algún compuesto con elevada presencia de fitoquímicos con capacidad antioxidante. Dichos elementos neutralizan la formación de los radicales libres y su posterior acumulación en los tejidos del organismo. A parte, consiguen modular los mecanismos inflamatorios. Ambos procesos se asocian con el mantenimiento de un mejor estado de salud con el paso de los años.
Existen ciertas evidencias conforme estos compuestos podrían ayudar a reducir la sintomatología y a facilitar el manejo de las patologías con base inflamatoria, como las de tipo intestinal. Otros compuestos como los omega 3 también podrían marcar la diferencia. Se pueden incluir mediante suplementos en la pauta o se puede plantear un incremento del consumo de pescados azules.
Por otra parte, habrá que asegurar que el consumo energético es suficiente. El hecho de retirar o de limitar la ingesta de carbohidratos podría afectar al balance calórico a lo largo del día. No siempre conviene que se produzca una reducción del peso corporal, por lo que suele interesar lograr una situación de equilibrio. Sobre todo cuando se parte de un estado de buena composición corporal.
La reintroducción de la fibra
Las dietas bajas en fibra son temporales. No se deberían extender a lo largo del tiempo para no generar alteraciones nocivas sobre el funcionamiento del intestino. Al principio puede ser beneficioso plantear una restricción férrea.
Pero según comiencen a mejorar los síntomas, se comenzará la reintroducción de los alimentos de origen vegetal para lograr así que el organismo se acostumbre poco a poco.
Lo que puede ser importante es el hecho de detectar posibles intolerancias alimentarias. En el caso de existir esta clase de desórdenes sí que se debe tener cuidado con los nutrientes que las provocan para restringirlos de la pauta permanentemente.
Muchas veces no es la fibra la causante de los síntomas, sino compuestos como el gluten, la lactosa, la fructosa… Eso sí, también hay casos en los que dichas intolerancias son de tipo transitorio.
Incluso cada vez se comprueba con mayor grado de evidencia cómo estos problemas de absorción de nutrientes están determinados en gran medida por el perfil de la microbiota.
Con una buena intervención a nivel nutricional se podrían reducir mucho los síntomas, lo que permite la introducción posterior de los nutrientes problemáticos sin generar alteraciones. Aun así, todavía existe mucho desconocimiento al respecto dentro de la literatura.
No obstante, parece claro que este tipo de intervenciones han de llevarse a la práctica con precaución y bajo tutela profesional. Conviene en muchas ocasiones tener analíticas de sangre previas para comprobar que los nutrientes se encuentran en rangos adecuados.
Dieta baja en fibra y estreñimiento
Las dietas bajas en fibra suelen condicionar el tránsito intestinal de una manera negativa. Mientras se ponen en marcha, igual que sucede con la dieta cetogénica, se experimentará con toda seguridad una reducción de la frecuencia de las deposiciones. Es posible que también se sufra dificultad para ir al baño, lo que incomoda a muchos pacientes y condiciona la adherencia al tratamiento.
Si bien en el contexto de la dieta cetogénica se puede incluir algún suplemento de prebióticos para paliar el problema, este remedio no está disponible en el caso de las dietas bajas en fibra. Por lo tanto, la persona tiene que ser consciente de este efecto secundario para no asustarse ni poner en marcha soluciones caseras que puedan condicionar la viabilidad del planteamiento.
Las dietas bajas en fibra pueden no ser adecuadas si también existe algún tipo de problema funcional en los últimos tramos del tubo, como pueden ser las hemorroides o las fisuras. En estos casos hay que apostar por todo lo contrario, consiguiendo así que las heces sean los más blandas posibles y que no se necesite realizar un gran esfuerzo en el momento de la deposición.
Dietas bajas en fibra, tratamientos temporales para problemas intestinales
Las dietas bajas en fibra se pueden llevar a la práctica en contextos determinados para mejorar la sintomatología de los problemas relacionados con el tubo digestivo. No son sostenibles a medio plazo y tampoco saludables, por lo que su aplicación será temporal y dependerá del avance de la patología. Conviene que siempre estén supervisadas por un profesional.
Muchas de las alteraciones de la microbiota que se sufren en la actualidad están provocadas por una mala alimentación. También los hábitos tóxicos mantenidos a lo largo de los años pueden contribuir. Ejemplos serían el tabaquismo o el consumo de alcohol. Lo mejor en estos casos es apostar por la prevención, ya que cuando se genera una situación de disbiosis, la solución no suele ser sencilla.
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