La cuarta edad, una nueva vejez
El concepto de la cuarta edad está motivado por el aumento de la expectativa de vida en el mundo. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en el continente americano las personas viven 5 años más que el promedio mundial, alcanzando los 75 de edad.
Los mismos cálculos estiman que para el 2050 la esperanza de vida llegue a unos 77 años de media mundial. Sin embargo, en países con mayor desarrollo la cifra podría estar cercana a los 85. Esto, sumado a la disminución de la tasa de natalidad que se viene experimentando, dan indicios de que cada vez nos convertimos en una sociedad mucho más longeva.
¿Qué es la cuarta edad?
Como lo mencionamos, este nuevo segmento poblacional nace a partir de los cambios en la expectativa de vida. Por ello, hoy se hace necesario hablar de la tercera y la cuarta edad como dos grupos diferentes.
Así las cosas, esta nueva vejez se comprende entre los 75 y 90 años, población que se estima ascienda, según información recopilada en algunos estudios, a unas 434 millones de personas en el mundo para el 2050.
Con la aparición de esta nueva etapa es normal que los demás ciclos evolutivos también se prolonguen. Es por esto que podemos observar en nuestro entorno cómo la adolescencia se ha postergado y la madurez se ha retrasado. De otro lado, vemos que las parejas y el nacimiento de los hijos sucede mucho más tarde que antaño. Asimismo, las medidas gubernamentales se han venido ajustando y, por ello, en varios países del mundo se ha cambiado la edad de jubilación.
¿Cómo vivir una buena cuarta edad?
Aunque resulta muy positivo el hecho de que las personas vivan más, esto supone un gran reto para los gobiernos y las personas. Investigaciones describen la cuarta edad como la última etapa del proceso de envejecimiento en la que se hacen realidad los estereotipos más cruentos de la vejez, como la dependencia, la discapacidad y la morbilidad.
Es por esta razón que es urgente promover hábitos de vida saludables y preventivos desde la juventud. De esta forma será posible vivir una buena cuarta edad.
Actividad física
Se conoce como actividad física a cualquier movimiento que produzca el cuerpo y represente un gasto energético, como correr, caminar o realizar tareas del hogar. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), todo tipo de actividad física es beneficiosa.
Tanto así que, en un publicación del Instituto Nacional del Cáncer (NCI) en la revista PloS Medicine, se estableció que realizar actividad física en los tiempos libres aumenta la expectativa de vida hasta en 4,5 años. Así que es mucho más probable que las personas que realizan ejercicio durante su juventud, incluso en la tercera edad, tenga un mejor estado.
Sana alimentación
Sin importar la edad o ciclo evolutivo, alimentarse sano es vital, particularmente cuando se habla de población geriátrica. La dieta debe contener alimentos ricos en vitaminas y minerales, así como una cantidad considerable de proteína.
Además, se debe garantizar una buena hidratación y disminuir la ingesta de azúcar y sal, sustancias que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes y la presión arterial alta.
Ejercitar la memoria
Las enfermedades neurodegenerativas, como la demencia y el alzhéimer, son un gran riesgo para la población anciana. Esta última se presenta hasta en un 70 % de la población de la cuarta edad. Es por esto que se recomienda realizar ejercicios para mejorar la memoria desde etapas tempranas.
Entre estos ejercicios encontramos la lectura, la que, de acuerdo a una investigación, se considera una factor de prevención del alzhéimer, pues aumenta la reserva cognitiva. Contribuye a ralentizar el proceso de la enfermedad y a conservar por más tiempo las capacidades.
Entro otros ejercicios para ejercitar la memoria se encuentran el memorizar información, escuchar música, aprender nuevas cosas, cambiar las rutinas y realizar crucigramas.
Evitar el tabaco y el alcohol
El consumo de tabaco en la tercera y cuarta edad se constituye en un factor de mortalidad alto. Este hábito tiene efectos nocivos en el sistema respiratorio y es la principal causa de patologías de las vías aéreas, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y algunos tipos de cáncer de pulmón.
De otro lado, encontramos que el alcoholismo puede contribuir a que se presenten cardiopatías e hipertensión arterial, así como cirrosis hepática en los casos en los que el consumo perdura por mucho tiempo.
Establecer una red de apoyo sólida
Uno de los factores de mayor decadencia durante la cuarta edad es la soledad. Es por esto que fortalecer las redes de apoyo, sobre todo la familiar, puede contribuir a mejorar la salud mental en esta etapa de la vida.
Ancianos que viven solos pueden padecer con mayor facilidad demencia si no hay estímulos en la memoria. Además, se acentúa la desesperanza y puede ser común que no haya motivación para seguir adelante.
La cuarta edad es un respiro para la tercera
Para muchos, llegar a los 60 años suponía un enorme terror, pues era la puerta de entrada a la ancianidad. Sin embargo, con el aumento de la esperanza de vida y la aparición de la cuarta edad, esta población que no es adulta joven, pero tampoco anciana, ha tenido un respiro.
Ese umbral de casi 20 años más de vida productiva ha hecho que la población de la tercera edad experimente cambios que impactan a nivel social y económico. De allí que la industria de la cosmética le apunte tan fuerte a los productos antienvejecimiento, se note un crecimiento en las cirugías plásticas y un mayor interés por la apariencia física y desempeño sexual.
La cuarta edad es una nueva vejez para vivirla
Aunque la cuarta edad supone la última etapa de la vida, no debe tomarse como sentencia de muerte. Como lo acabamos de ver, hay algunos factores que pueden contribuir a hacer de esta una etapa placentera y dedicada al descanso que muchos esperaban.
Claro que entre esos factores, además del compromiso personal de llevar buenos hábitos de vida, debería existir un compromiso político y social en el que prime el respeto por la población que cada vez envejece más. Ya que no resulta atractivo para ninguna persona pensar en trabajar por más tiempo para no poder disfrutar de una buena salud.
En la cuarta edad, aunque no en todos los casos, en normal que haya mayor dependencia. Sin embargo, la asistencia puede verse perjudicada por la carga laboral, psicológica y mental que supone para la población joven y adulta hacerse cargo de sus padres y abuelos. Así que es necesario aceptar esta nueva realidad como sociedad para brindarle mayor sustento.
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