¿Qué es el colapso mental?
El término colapso mental o colapso nervioso se usó durante décadas para hacer referencia a episodios de angustia mental o emocionalmente intensos. Tal y como señalan los expertos surgió en torno a 1920, y se hizo para describir fenómenos y diagnósticos para entonces desconocidos. El trastorno de estrés agudo, el trastorno de ansiedad generalizada o la depresión son conceptos más apropiados en la actualidad.
Ciertamente, hoy en día no existe el diagnóstico colapso nervioso o colapso mental. No se incluye en ningún manual internacional, tampoco forma parte de la jerga médica. Aún está muy presente en la población, de manera que hoy abordamos de manera objetiva cuáles son sus síntomas, sus causas y qué opciones existen para tratarlo.
Síntomas del colapso mental
Los investigadores señalan que los síntomas de lo que se conoce popularmente como colapso mental son muy variados. En función de su naturaleza, el afectado puede manifestar síntomas de un trastorno de pánico, trastorno afectivo o trastorno de ansiedad generalizada (entre muchos otros).
No existe un cuadro clínico igual a otro, ya que el contexto y el desencadenante inciden en los signos que presenta el paciente. Téngase en cuenta que el colapso mental no es un diagnóstico formal, ni en la psicología ni en diferentes disciplinas de la medicina.
A pesar de ello, te dejamos con algunos rasgos que muchos pacientes desarrollan cuando padecen de lo que informalmente se llama así.
Síntomas emocionales o psicológicos
Como no podría ser de otra manera un colapso mental puede provocar tanto síntomas físicos como emocionales. Empezamos con estos últimos, aunque es importante considerar que ambos estás muy relacionados. Veamos una recopilación de los principales:
- Cambios de humor repentinos (con inclinación por la angustia, la tristeza, la desesperanza, la culpa y otros).
- Pérdida de interés para realizar las actividades.
- Pensamientos de autolesiones o suicidio.
- Problemas para concentrarse o recordar cosas.
- Baja autoestima.
- Agitación emocional extrema (con inclinación por huir o protegerse).
- Delirios y alucinaciones.
- Falta de perspicacia.
- Paranoia (lo que se traduce en desconfiar en los demás).
- Miedo extremo.
- Pesadillas (las cuales pueden derivar en insomnio y otros trastornos del sueño).
- Sentimientos de impotencia.
Esta es solo una selección de síntomas psicológicos de los ataques de nervios. Pueden ser más en la práctica, ya que cada episodio es diferente. En definitiva, un signo que comparten muchos pacientes con este tipo de desequilibrio emocional es el estrés excesivo.
Como veremos en breve, el estrés desencadena una serie de respuesta emocionales y físicas que pueden trastocar severamente el bienestar de una persona.
Síntomas físicos
El cuerpo también se reciente durante un colapso nervioso, y lo puede hacer de tal manera que el paciente puede creer que experimenta un episodio cardíaco o pulmonar. Veamos algunos signos comunes durante un episodio que inicialmente permanece como indeterminado:
- Fatiga o falta de energía.
- Tensión o rigidez muscular.
- Malestar estomacal.
- Mareos, náuseas y vómitos.
- Sudoración fría.
- Respiración dificultosa.
- Aceleración de la frecuencia cardíaca.
- Visión borrosa.
- Llantos imprevistos.
- Temblores musculares.
- Aumento o pérdida de peso.
- Infecciones frecuentes (y con ello sus síntomas: malestar general, dolores de cabeza, fiebre y demás).
- Sequedad en la boca.
- Aumento de la presión arterial.
Reiteramos que el colapso mental es muy confuso, razón por la cual los términos descritos son tan diversos. No es necesario que los pacientes manifiesten todos estos síntomas físicos y psicológicos, de manera que un cuadro se puede comprender por unos cuantos de ellos.
Causas del colapso mental
El estrés crónico o el trastorno de estrés agudo suelen ser los culpables detrás de este tipo de episodio. Ambos son condiciones diferentes, aunque pueden derivar en las mismas consecuencias.
El estrés crónico alude a la exposición prolongada o a largo plazo a situaciones potencialmente estresantes. El trastorno de estrés agudo es una reacción que ocurre inmediatamente después de un hecho estresante.
Ambos episodios pueden desencadenar en el trastorno de estrés postraumático, otro posible diagnóstico objetivo de un colapso mental. El estrés es un fenómeno muy complejo. Se trata de una reacción natural que está presente en los seres humanos y casi todos los seres vivos para afrontar situaciones de amenaza, peligro o supervivencia.
En el caso específico de los seres humanos la respuesta se origina en el sistema nervioso simpático y en el eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal.
En este proceso se segregan muchos mensajeros para controlar las funciones del organismo, entre ellos el cortisol. Este se conoce como la hormona del estrés, y puede alterar circunstancialmente las funciones inmunitarias, metabólicas y psicológicas.
En definitiva, casi todos los sistemas del organismo se alteran para prepararse para huir o luchar (lo que se conoce como respuesta de lucha o huida).
Los científicos han encontrado que el cerebro de las personas que se han expuesto a situaciones de gran estrés es más sensible al cortisol y otras hormonas, de manera que un leve evento estresante puede ocasionar una respuesta potencialmente exagerada. Casi todos los colapsos mentales tienen al estrés como su desencadenante. Veamos algunos disparadores de este:
- Pérdida de un ser querido.
- Dificultades financieras y académicas.
- Rompimiento de una relación amorosa.
- Episodios de abuso.
- Traumas del pasado.
- Insomnio prolongado.
- Aislamiento y rechazo social.
- Diagnóstico de enfermedades crónicas o degenerativas.
Por supuesto estos son solo algunos ejemplos, ya que cualquier tipo de situación puede ocasionar síntomas de lo que se conoce popularmente como colapso mental.
Quienes tienen enfermedades psiquiátricas subyacentes (diagnosticadas o no) son propensos a desequilibrios de este tipo. Cada caso amerita un diagnóstico personalizado, el cual se toma como referencia para su tratamiento.
Tratamiento del colapso mental
La primera reacción ante un ataque de nervios o colapso mental es estabilizar el paciente. Los síntomas pueden ser tan intensos que existe el riesgo de lesionar a los demás o autolesionarse.
Por fortuna, la mayoría de los episodios de este tipo son breves y se pueden controlar con relativa facilidad. Una vez se ha abordado por los profesionales de la salud, se puede optar por tratar los síntomas del momento de manera ambulatoria u optar por la hospitalización.
En función de sus posibles desencadenantes y de los criterios del especialista, se puede apelar por lo siguiente:
- Ingesta de medicamentos (antidepresivos, ansiolíticos y demás).
- Psicoterapia (con inclinación por la terapia cognitivo conductual).
- Cambios en la dieta.
- Ejercicio físico regular.
- Evitar los catalizadores que provocan estrés en el paciente (demasiada presión, responsabilidades y demás).
- Reducir la ingesta de cafeína y alcohol.
- Apostar por un horario o patrones diarios para hacer las cosas (comer, dormir y demás).
- Aumentar las actividades que se hacen con el círculo íntimo (y por contra evitar el aislamiento).
- Unirse a grupos de apoyo.
Cada episodio es diferente, de modo que cada terapia y forma de abordar el ataque es personal. A menudo el colapso mental se puede prevenir aplicando los cambios de vida anteriores, tanto que el pronóstico es muy positivo. Si existen trastornos o enfermedades subyacentes que están provocando la reacción, se controlarán de acuerdo con los criterios de los profesionales.
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