Demencia de inicio joven o temprano: ¿en qué consiste?
La demencia es un término inespecífico que se utiliza para describir a una serie de síntomas relacionados con el deterioro físico y cognitivo. La demencia vascular y la enfermedad de Alzheimer son algunos de los tipos más comunes. Se trata de una condición asociada a la vejez, aunque puede empezar mucho antes. Tal es el caso de la demencia de inicio joven o temprano.
Con este nombre se conocen a todos aquellos casos de demencia que no se ajustan al patrón de edad estándar. Los episodios de este tipo son poco frecuentes, aunque su prevalencia aumenta en ciertos grupos de pacientes. Te enseñamos todo lo que se sabe al respecto, con énfasis en los síntomas de alerta.
¿Qué es la demencia de inicio joven?
Un episodio se cataloga como demencia de inicio joven cuando se presenta en un paciente menor de 65 años. La mayoría de los pacientes se encuentran en el grupo de edad entre 45 y 65 años, mientras que solo un par de casos al año se desarrollan entre los 30 y los 45 años.
De acuerdo con las estimaciones, entre 54 y 98 personas por cada 100 000 habitantes desarrolla demencia de inicio joven para ambos rangos de edad, respectivamente. Los expertos advierten que es una condición difícil de diagnosticar, en parte por su baja prevalencia y la facilidad con la cual se pueden diagnosticar de manera errónea.
Ciertamente, existe un centenar de condiciones que pueden provocar síntomas asociados con la demencia. Por ejemplo, algunos trastornos inflamatorios, enfermedades infecciosas, anomalías tóxicas, anomalías metabólicas, traumatismos craneoencefálicos, episodios de amnesia por epilepsias e incluso la apnea obstructiva del sueño pueden generar un cierto grado de deterioro cognitivo y de memoria.
Dado que en el rango de edad en el que se presenta las personas suelen tener una vida muy activa (trabajo, familias, responsabilidades económicas y demás), las consecuencias de este tipo de demencia tienen un impacto mayor. La mayoría de los casos son crónicos y empeoran a medida que pasan los años. Sin embargo, los primeros síntomas son leves y se pueden tratar con una intervención temprana.
Síntomas de la demencia de inicio joven
Tal y como nos recuerda John Hopkins Medicine, los síntomas de la demencia de inicio temprano son idénticos a los signos de demencia de inicio tardío. Muchas veces los signos se confunden con los de la depresión. Los eventos relacionados con la pérdida de memoria son leves en el principio, tanto que no resultan alarmantes. Veamos algunos de sus síntomas:
- Cambios en el estado de ánimo (con predisposición a la irritabilidad).
- Dificultad para realizar tareas cotidianas. Algunos actos se realizan con cierta “torpeza”.
- Cambios en los patrones de conducta.
- Falta de motivación.
- Cansancio o baja energía para emprender tareas simples.
- Reducción de la capacidad para concentrarse.
- Romper las relaciones con amigos y familiares sin motivo aparente.
- Alteración de la capacidad para resolver problemas y tomar decisiones.
- Dificultad para situarse espacialmente en un lugar.
- Alteraciones motoras.
La pérdida de memoria es un síntoma gradual. Empieza primero con situaciones simples, como por ejemplo olvidar qué has hecho en días anteriores o dónde has guardado determinado objeto.
Se manifestará de forma ocasional, para luego dar paso a una experiencia diaria. Pueden pasar años o décadas antes de que las alteraciones en la memoria impidan un funcionamiento normativo.
Dado que la mayoría de los signos son ambiguos, las personas los ignoran o no los relacionan con la demencia. Pueden pensar que es por falta de sueño, estrés, cansancio, efectos secundarios de algún tratamiento farmacológico, depresión, deficiencia de vitaminas o cambios hormonales. No es hasta que los signos se agudizan que el paciente busca asistencia médica.
Causas de la demencia de inicio joven
Los expertos han encontrado que más del 30 % de los episodios de demencia de inicio joven se relacionan con etiologías neurodegenerativas. La segunda causa más frecuente son las enfermedades autoinmunitarias e inflamatorias. Es importante tener en cuenta que cerca del 20 % de los episodios permanecen como idiopáticos.
La demencia es una enfermedad muy compleja, de manera que afecciones, comportamientos y hábitos pueden incidir en su aparición de manera directa o indirecta. Reseñamos a continuación algunas posibles causas de la demencia de inicio joven:
- Abuso del alcohol.
- Lesiones cerebrales traumáticas.
- Abuso de drogas recreativas.
- Infecciones por VIH.
- Accidentes cerebrovasculares.
- Enfermedades autoinmunitarias (esclerosis múltiple, artritis reumatoide, psoriasis y demás).
- Abuso de ciertos fármacos.
Muchos de los episodios permanecen sin una causa aparente, de manera que no existe un catalizador diagnosticable. Es por esta razón que la demencia de inicio temprano no se puede prevenir.
Evitar ciertos hábitos puede ser de gran ayuda, como reducir la ingesta de alcohol y drogas y mantener controladas enfermedades subyacentes, pero siempre habrá un margen para desarrollarla.
Opciones de tratamiento
La demencia no tiene cura, y por lo general los síntomas empeoran con el paso del tiempo. Cada episodio debe valorarse de manera individual, ya que el pronóstico depende de muchas variables.
Tal y como indican los especialistas, las alternativas disponibles son las no farmacológicas y las farmacológicas. Estas hacen más tolerables a los síntomas, pero no los revierten.
El tratamiento no farmacológico consiste en un cambio en los hábitos de vida. Un cambio en la dieta, realizar ciertas modificaciones en el hogar, optar por el apoyo de un cuidador, disponer de las asesorías de un terapeuta o un psicólogo, asistir a grupos de apoyo, contar con la disposición de la familia y los amigos son algunos pasos a seguir luego del diagnóstico.
De igual manera, conviene planificar de cara al futuro. Esto incluye, pero no se limita, a la situación financiera. Para tratar algunos síntomas, como por ejemplo la irritabilidad, la agitación, la fatiga y otros, el especialista puede recetar algunos fármacos específicos. Estos deben tomarse regularmente, de manera que un tercero debe supervisar su ingesta (familiar, amigo o cuidador).
Afrontar un diagnóstico de este tipo no es fácil. Además de la frustración personal, el paciente se puede enfrentar a una discriminación de su círculo. Sus amigos, familiares e incluso en el trabajo pueden no dar crédito a ello. El acompañamiento en el proceso es vital, algo que se hace mejor de la mano de los seres queridos y de un grupo de profesionales.
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