Ataque de pánico nocturno: síntomas, causas y tratamiento
Un ataque de pánico nocturno es aquel que aparece en mitad de la noche. Se trata de la aparición súbita de miedo y malestar intenso al despertar, unido a otro tipo de síntomas. Según la Asociación Ayuda, este tipo de ataques suelen aparecer en la fase NO-REM del sueño, cuando estamos más tranquilos y relajados.
Son ataques breves, pero cuando nos despertamos podemos tener la sensación de que llevamos mucho tiempo así. No se trata de pesadillas o terrores nocturnos y debemos realizar un buen diagnóstico diferencial en este sentido. ¿Por qué más se caracterizan? Conozcamos sus causas y tratamiento.
Ataque de pánico nocturno: ¿qué es?
El ataque de pánico nocturno aparece durante la noche, ya sea al inicio, durante la misma o cuando estamos a punto de levantarnos. Su naturaleza es la misma que la de un ataque de pánico regular, pero lo que cambia es el momento de aparición.
Los ataques de pánico, también denominados crisis de angustia, son episodios repentinos de miedo intenso que provocan reacciones físicas graves, cuando en realidad no existe ningún peligro real o de causa aparente. Si ocurren durante la noche reciben el nombre de nocturnos.
Así, en el ataque de pánico aparece de forma temporal y aislada un miedo o un malestar intenso acompañado de otra serie de síntomas que se inician de forma brusca y que alcanzan su máxima expresión en los primeros 10 minutos, según lo descrito en el Manual estadístico de los trastornos mentales (DSM). Los síntomas que acompañan al episodio son de 5 tipos:
- Cardiopulmonares: sensación de ahogo, por ejemplo.
- Autonómicos: sudoración, escalofríos.
- Gastrointestinales: náuseas, atragantamiento.
- Neurológicos: temblores, sacudidas.
- Psiquiátricos: desrealización.
Síntomas del ataque de pánico
Los síntomas del ataque de pánico nocturno (o del ataque de pánico) deben aparecer en un mínimo de 4 para poder esclarecer el diagnóstico. Dichos signos son los siguientes:
- Palpitaciones: golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardiaca.
- Sudoración: con temblor y sacudidas.
- Ahogo: sensación de dificultad para respirar o de asfixia.
- Dolor: molestias en el tórax o abdomen.
- Náuseas.
- Mareo: con inestabilidad, aturdimiento o desmayo.
- Escalofríos: o sensación de calor.
- Parestesias: sensación de entumecimiento o de hormigueo.
- Desrealización: sensación de irrealidad o despersonalización (separarse de uno mismo).
- Miedos: a perder el control, a volverse loco o a morir.
La quinta versión del DSM añade que la aparición súbita de dichos síntomas se puede producir desde un estado de calma o desde un estado de ansiedad. Dependiendo de la intensidad, el ataque será más o menos perturbador o interferirá en mayor medida en la calidad del sueño de la persona.
Para poder hablar de un ataque de pánico nocturno, es lógico que los síntomas deben aparecer a lo largo de la noche. La persona que lo sufre se despierta angustiada y con miedo, manifestando algunos de los signos anteriores.
Puede sentirse desubicada y confusa, con ansiedad, palpitaciones y sensación de incertidumbre. Después del ataque puede volver a dormirse o no, dependiendo de la intensidad del mismo.
Causas de los ataques de pánico nocturnos
Vamos a hablar ahora de los modelos explicativos que se han propuesto para la ansiedad. Existen diferentes tipos de estos modelos, según su naturaleza, orientación y características.
Modelos biológicos
Por un lado nos encontramos con los modelos biológicos, que hablan de una posible predisposición genética a padecer un trastorno de ansiedad. En este sentido, se propone evidencia a favor de la influencia de factores hereditarios como desencadenantes de ciertos episodios ansiosos.
Por ejemplo, en gemelos monocigóticos la concordancia de padecer un trastorno de ansiedad general es de un 34 %, contra un 17 % en el caso de gemelos dicigóticos (mellizos).
Dentro de este grupo encontramos también los modelos neurobiológicos que establecen alteraciones en algunas sustancias del cerebro en personas con trastornos de ansiedad. Estas afectan al GABA (ácido gamma-amino-butírico), a la noradrenalina (hipótesis noradrenérgica) o a la serotonina (hipótesis serotoninérgica).
Teorías del aprendizaje
Las teorías del aprendizaje también han intentado explicar los trastornos de ansiedad, como sería el caso del ataque de pánico nocturno. Siempre hablamos de una mirada global, pero que podría aplicarse a la alteración que tratamos ahora. En este caso existen cuatro grandes modelos:
- Condicionamiento clásico (Watson-Rayner): la ansiedad se aprende mediante un proceso de condicionamiento clásico.
- Modelo bifactorial (Mowrer): establece que la ansiedad se mantiene por una combinación de procedimientos de condicionamiento clásico y condicionamiento operante.
- Ley de la incubación (Eysenck): supera las limitaciones de los dos modelos anteriores.
- Teoría de la preparación (Seligman): el organismo está preparado filogenéticamente para asociar o aprender la relación entre estímulos con facilidad y eso se aplica también en el caso de la ansiedad.
Modelos cognitivos
Los modelos cognitivos hablan de ciertos sesgos atencionales que hacen que prestemos mayor atención a los estímulos amenazantes. Esto explicaría algunos trastornos de ansiedad. Existen otros modelos dentro de este grupo que proponen como causantes a las preocupaciones asociadas a las dificultades para inhibir estímulos desagradables.
Tratamientos posibles para el ataque de pánico nocturno
Debemos diferenciar el hecho de tener un ataque de pánico nocturno al padecimiento del trastorno de pánico. En el segundo caso es necesario que hayan aparecido dos o más ataques y que estos hayan sido imprevistos (como en el caso de los nocturnos).
Así, no será lo mismo tratar a alguien que presente un ataque de pánico nocturno aislado (con el que se podrán utilizar técnicas de relajación, por ejemplo, además de trabajar para hallar la posible causa del ataque), que tratar a alguien con un trastorno de pánico ya instaurado.
En el caso de los trastornos de pánico, el tratamiento por elección es uno con multicomponente cognitivo-conductual. Incluye diferentes elementos o técnicas, como la exposición en vivo a estímulos interoceptivos y la reestructuración cognitiva.
Otros tratamientos también eficaces para el trastorno de pánico (de mayor a menor eficacia) son la terapia cognitivo conductual, la relajación aplicada, la terapia de exposición y la farmacoterapia. Se utilizan, sobre todo, antidepresivos ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina).
Hablar con un profesional es la vía de abordaje
Como decíamos, en el caso de padecer un ataque de pánico nocturno de vez en cuando (y si no se puede aún emitir el diagnóstico de trastorno de pánico), la intervención será diferente. Lo mejor será acudir a un especialista que pueda analizar el caso en concreto y que trabaje para encontrar la causa.
Por otro lado, pueden ser útiles las técnicas de relajación y respiración (por ejemplo el mindfulness, la meditación y la respiración diafragmática). Aunque, insistimos, una intervención óptima será aquella que sea proporcionada por un profesional especializado.
“El miedo no siempre es malo, a veces funciona como advertencia”.
-Anónimo-
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