¿Qué es la trombocitopenia?
La trombocitopenia es el término médico utilizado para describir a un recuento bajo de plaquetas. Las plaquetas, también conocidas como trombocitos, son pequeños fragmentos celulares cuya función es regular la coagulación de la sangre. La trombocitopenia contrasta con otras anomalías del recuento de plaquetas, como lo son la trombocitemia y la trombocitosis.
En condiciones normales, el número de trombocitos varía entre 150 000 y 450 000 por microlitro de sangre. Se estima que la persona tiene un recuente bajo cuando el valor desciende a unos 50 000 por microlitro. La condición es muy común en pacientes quirúrgicos y en aquellos que están hospitalizados en cuidados intensivos.
Causas de la trombocitopenia
Existen muchos desencadenantes que pueden provocar un descenso de los valores de plaquetas en la sangre. Como ya hemos apuntado, la mayoría de los casos se reportan en pacientes quirúrgicos o internados. De hecho, se estima que entre el 13 % y el 60 % de estos pacientes desarrollan la condición.
No es una afección exclusiva de los adultos, ya que es relativamente común en los neonatos. Los expertos categorizan a la trombocitopenia neonatal en dos tipos: temprana y tardía. En el primer caso se debe a partos prematuros, mientras que en el segundo a sepsis y enterocolitis necrotizante.
De acuerdo con el National Heart, Lung, and Blood Institute, los episodios de trombocitopenia se pueden explicar teniendo en cuenta 3 hipótesis:
- La médula ósea no produce suficientes trombocitos (plaquetas).
- La médula ósea produce suficientes trombocitos, pero por alguna razón el cuerpo no los aprovecha o los destruye.
- El bazo retiene más trombocitos de los que debería.
Puedes desarrollar esta condición por una o varias de estas causas, las que explican gran parte de los episodios. Siguiendo a los investigadores, los desencadenantes más frecuentes de la trombocitopenia son los siguientes:
- Insuficiencia de la médula ósea (se puede generar por anemia aplásica, síndrome de Shwachman-Diamond, hemoglobinuria paroxística nocturna y otros).
- Supresión de la médula ósea (por quimioterapia o radiación, por ejemplo).
- Macrotrombocitopenias congénitas (anemia de Fanconi, síndrome de Alport, síndrome de Wiskott-Aldrich).
- Infecciones (VIH, rubéola, virus de varicela-zóster, virus de Epstein-Barr, virus de la hepatitis C y otros).
- Abuso crónico de alcohol.
- Deficiencias nutricionales (en especial de vitamina B12 y folatos).
- Síndrome mielodisplásico.
- Enfermedad hepática (cirrosis).
- Síndromes autoinmunes (sarcoidosis, lupus eritematoso sistémico y otros).
- Preeclampsia.
- Ingesta de ciertos medicamentos (como los diuréticos).
Podemos seguir enumerando más y más desencadenantes, pero estos reúnen un alto porcentaje de los casos reportados. La trombocitopenia puede tener múltiples causas, lo que demanda un proceso diagnóstico meticuloso para dar con los motivos de la reducción de los valores.
Síntomas
Dado que la mayoría de las veces, el descenso de plaquetas en la sangre es mínimo, los pacientes no desarrollan síntomas evidentes. Estos se empiezan a manifestar cuando la reducción es moderada o grave.
En esos casos puede aparecer lo siguiente:
- Hemorragias nasales.
- Sangrados externos (muy cerca de la superficie de la piel o sobre esta. Hematomas).
- Sangre en la orina y en las heces.
- Sangrado prolongado en cortes menores.
- Sangrado vaginal o ciclos menstruales muy abundantes.
- Dolores de cabeza.
- Fatiga.
En casos graves puedes desarrollar sangrados internos. No es algo que se pueda apreciar a simple vista, pero implica riesgo de vida. Son especialmente importantes aquellos que se desarrollan en el cerebro y en los intestinos.
Diagnóstico de la trombocitopenia
En general, un examen de sangre es suficiente para valorar si el recuento de plaquetas se encuentra en un rango menor. Cuando la prueba arroja 50 000 trombocitos por microlitro (o menos), al paciente se le diagnosticará con esta afección.
Como complemento, se pueden hacer otros estudios (función renal, enzimas hepáticas, velocidad de sedimentación globular, frotis de sangre periférica y biopsia de médula ósea). Se pueden hacer evaluaciones paralelas para encontrar la posible causa subyacente.
Opciones de tratamiento
El objetivo del tratamiento para el recuento bajo de plaquetas es prevenir la muerte y las complicaciones asociadas a las hemorragias. Cada caso se trata de manera personalizada, ya que algunos pacientes no requerirán abordaje, aun cuando teóricamente padezcan un cuadro clínico de trombocitopenia.
En efecto, si no hay sangrados internos o externos, si la respuesta a la coagulación es la indicada y no se encuentran catalizadores de la condición, es muy probable que el especialista no decida tratarla. A menudo es algo que se detecta en un examen de rutina. Si el descenso es leve, puede que se opte por hacer un seguimiento durante las próximas semanas.
No sucede lo mismo en episodios moderados y graves. En estos casos sí se debe instaurar un tratamiento que irá en sintonía con el desencadenante de la afección. Por ejemplo, si es debido a una enfermedad autoinmune, el especialista tratará la patología de base.
En casos severos se pueden recetar corticosteroides para retrasar la destrucción de las plaquetas. También se prescriben inmunoglobulinas y fármacos para bloquear el sistema inmunitario. Algunos medicamentos, como el romiplostim o el eltrombopag, son útiles para aumentar la producción de plaquetas.
Las transfusiones de sangre se reservan para pacientes con hemorragias o para aquellos que tienen una alta probabilidad de padecer una. En casos especiales se puede optar por extirpar el bazo (esplenectomía). Los pacientes deben ser vigilados luego del tratamiento para asegurar su recuperación y valorar que los niveles de plaquetas hayan alcanzado el rango saludable.
La trombocitopenia no puede subestimarse
Aunque haya casos de trombocitopenia que no se mediquen y solo se controlen con regularidad mediante un laboratorio, no es una condición para dejar pasar. Las consecuencias de las formas moderadas y graves son graves.
Te recomendamos consultar con un profesional de la salud si tienes hematomas a repetición o notas que sangras demasiado frente a heridas pequeñas. Un simple análisis de sangre podría orientar a la resolución del problema.
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