Signos y síntomas de la artritis reumatoide
La artritis reumatoide es una enfermedad compleja con signos y síntomas que afectan la calidad de vida. Los pacientes que la sufren saben que su curso es progresivo y que aparecen episodios de mayor dolor y molestias que se alternan con etapas de aparente bienestar.
Esta evolución es clásica de muchas enfermedades autoinmunes. Las personas afectadas aprenden a identificar a través de los años qué épocas son las mejores y cuáles son las peores, muchas veces motivadas por el cambio en el clima y por las condiciones externas e internas.
Una serie de factores de riesgo y de situaciones ambientales y psicológicas influyen de manera decisiva en los síntomas de la artritis reumatoide. Tal es el caso del frío, el estrés y la higiene postural.
En este artículo vamos a describir los signos clásicos de esta patología para luego explorar la evolución de la misma y las complicaciones que aparecen a medida que avanza la edad del paciente. Si bien el dolor es el elemento central, otras manifestaciones completan el cuadro.
Síntomas habituales de la artritis reumatoide
Cuando dos pacientes con artritis reumatoide se conocen, es probable que no reconozcan la totalidad de los signos que uno y otro sufren. Esto es así por la variabilidad individual de la enfermedad. De todas maneras, hay síntomas evidentes que se repiten en la mayoría de los afectados.
Del mismo modo, la evolución no es pareja para todos. Aunque se sabe que hay una historia natural de progresión por años, ciertas personas lo atraviesan con lentitud, mientras otras muestran un deterioro acelerado en pocos meses.
El dolor es el signo patognomónico de la artritis reumatoide. Se trata de una molestia articular que tiende a concentrarse en las coyunturas pequeñas de las manos y los pies. Puede que el paciente lo describa, al inicio, como una vaga sensación urente al meter las manos en agua fría, por ejemplo.
El diagnóstico tiende a demorarse porque este dolor es intermitente. Hay días buenos y días malos, según lo suelen expresar los pacientes. A veces pasan meses enteros sin una manifestación y eso retrasa la consulta. Como bien adelantamos respecto al clima, los meses invernales son los peores.
Con el frío puede aparecer un fenómeno de Raynaud asociado. Esto es una vasoconstricción intensa en las extremidades, sobre todo en los dedos, lo que genera más dolor y cambio de coloración por la falta de circulación adecuada.
La fatiga y el cansancio cronificado son otros síntomas de la artritis reumatoide que se explican por el dolor. Levantarse con molestias en las manos y en los pies, más la dificultad para abandonar la cama, así como la limitación de los movimientos, redunda en un agotamiento marcado. Esto promueve la confusión con cuadros de fibromialgia, por ejemplo.
El patrón del dolor articular se puede diferenciar por la cantidad de articulaciones afectadas. De tal modo, una monoartritis será cuando solo una coyuntura tenga dolor. De todos modos, esta no es la modalidad de presentación habitual, ya que tiende a ser simétrica, es decir, a aparecer en la misma articulación a ambos lados de la línea media del cuerpo.
La evolución de los síntomas de la artritis reumatoide
Como se trata de una enfermedad crónica y progresiva, hay que considerar que los síntomas de la artritis reumatoide variarán y se intensificarán con los años. Esta evolución es distinta para cada paciente y sigue patrones disímiles.
En el plano interno, las articulaciones son atacadas por anticuerpos fabricados por el propio organismo. El tejido que forma las coyunturas se lastima y es difícil que sea reparado. De hecho, si se reparase se volvería a dañar por nuevos ataques autoinmunes.
Un problema notorio de este proceso de destrucción es la artrosis. Al destruirse los tejidos blandos que protegen el contacto entre hueso y hueso se forman cicatrices que acumulan calcio. Esto generará rigidez en las articulaciones afectadas, pues habrá menos líquido sinovial y más mineralización de áreas que deberían asegurar la flexibilidad.
La impotencia funcional, entonces, aparece como complicación evidente en la reducción de la calidad de vida. Los pacientes notan que sus manos agarran con menos fuerza y que no pueden realizar maniobras simples, como las pinzas con los dedos para tomar algo pequeño.
Pero no solo la artrosis articular reduce la movilidad. Hay edema también, que es la acumulación de líquido; en este caso, líquido inflamatorio alrededor de las coyunturas.
Si sumamos el edema con la artrosis tenemos la deformidad típica de las manos con artritis reumatoide. La unión entre las falanges se agranda de tamaño y se hace muy notoria, favoreciendo que los dedos pierdan la orientación natural y se desvíen hacia alguno de los costados.
Si el paciente realiza movimientos bruscos o sobrecarga estas articulaciones dañadas intentando levantar un peso excesivo, podría llegar a una luxación o subluxación. Esto es la salida de los huesos de la línea que forma la articulación funcional, perdiendo alineación y hasta encimando un hueso sobre el otro.
Complicaciones de la artritis reumatoide
El dolor, la artrosis y el edema son los signos clave de la artritis reumatoide y sus síntomas más frecuentes. Pero hay complicaciones que están más allá de las articulaciones.
Los pacientes pueden tener problemas cardiovasculares, pulmonares y hasta en el globo ocular. Aunque no aparecen en todas las personas afectadas, su presencia es variable según la población y generan síndromes complicados de tratar.
Síntomas oculares de la artritis reumatoide
En el ojo la asociación más frecuente de esta patología es con el síndrome de Sjögren. Este es un cuadro caracterizado por la sequedad de las mucosas, con falta de saliva y de lágrimas. Las consecuencias de un ojo seco serán la mayor predisposición a úlceras corneales y las alteraciones en la visión.
En ciertos pacientes hay una inflamación de la esclerótica del ojo. El trastorno se conoce como escleritis y en casos graves acarrea pérdida de la visión.
Complicaciones cardiovasculares
La pericarditis es la inflamación del pericardio. Esta es una lámina que recubre el corazón formando una cavidad virtual, es decir, una zona que no existe en realidad como espacio, a menos que ingrese aire o líquido.
Cuando hay pericarditis se acumula líquido en el pericardio y eso impide el funcionamiento normal del corazón. Los movimientos de sístole y diástole se ven perjudicados y limitados, llevando a la necesidad de una intervención quirúrgica si avanza demasiado.
Por otro lado, los pacientes con artritis reumatoide tienen mayor riesgo de morir por eventos cardiovasculares. Diversos estudios han certificado este vínculo que afecta la probabilidad de tener infartos, por ejemplo.
Pleuritis
Al igual que sucede con la pericarditis, en la pleuritis hay una inflamación del tejido que recubre los pulmones: la pleura. También debería ser una cavidad virtual, a menos que aire o líquido ingrese para expandirla.
La pleuritis por enfermedades autoinmunes no se limita a la artritis reumatoide. También los pacientes lupus la padecen y corren el riesgo de combinar diferentes inflamaciones de láminas serosas. Es decir, pueden tener peritonitis y pericarditis por el mismo motivo.
El dolor en el costado es el signo típico de este cuadro. La respiración se ve dificultada porque tiende a aparecer derrame pleural, o sea, líquido que presiona a los pulmones y que interrumpe la mecánica de la ventilación. En esos casos se necesita practicar un drenaje.
Nódulos dérmicos
La piel es otro de los tejidos que son blanco habitual de las enfermedades autoinmunes. Cuando hay síntomas en las articulaciones es posible que la dermis y la epidermis manifiesten otros signos acompañantes.
En la artritis reumatoide se pueden presentar nódulos en la piel. Son de tejido inflamatorio y se suelen ubicar rodeando áreas traumatizadas o articulaciones con edema.
Los síntomas de la artritis reumatoide siempre revisten gravedad
Aunque parezca que los síntomas de la artritis reumatoide son leves a veces, hay que considerarlos con respeto. Ya dijimos que se trata de una patología crónica y degenerativa, por lo que sus manifestaciones anuncian un proceso que se desarrolla en las articulaciones y en otros tejidos a paso firme.
La consulta inicial y el seguimiento por parte de especialistas es fundamental en una patología de este tipo. Será el reumatólogo el indicado para aliviar la sintomatología con fármacos, terapias físicas y cualquier otro método que la ciencia haya demostrado como efectivo.
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