¿Qué es la preeclampsia?
La preeclampsia se define como la ‘aparición de hipertensión arterial después de la semana 20 de embarazo en una mujer gestante’. Para que pueda detectarse, debe existir evidencia de disfuncionalidades en algún órgano de la madre, en el eje útero-placentario o, en su defecto, constatar proteinuria —concentraciones altas de proteínas en la orina materna—.
Los desórdenes hipertensivos afectan al 10 % de todas las mujeres embarazadas. Esto incluye al 3-5 % de los partos en todo el mundo que se ven complicados por la preeclampsia. A pesar de su prevalencia elevada, los supuestos factores de riesgos de presentar esta patología no predicen bien el curso de la enfermedad y los tratamientos preventivos suelen fallar.
Esta patología, que puede desembocar en un cuadro grave si no se trata —eclampsia— se caracteriza por aumentar las probabilidades de parto prematuro, muerte perinatal, restricción del crecimiento intrauterino e incluso deceso de la madre. Si quieres saberlo todo sobre la preeclampsia, continúa leyendo.
La hipertensión y el embarazo
Tal y como indica la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, la presión arterial es una cifra que cuantifica la fuerza ejercida contra las paredes de las arterias a medida que el corazón bombea sangre a todo el cuerpo. Cuanto más altos sean estos valores, más tendrá que trabajar este órgano para bombear la sangre.
En el caso que aquí nos atañe, cabe destacar que la hipertensión gestacional se puede clasificar en 2 grandes bloques. Puede estar presente antes del embarazo —o con una manifestación antes de 20 semanas de embarazo— o ser una hipertensión que aparece después de las 20 semanas. En el primer grupo, podemos destacar las siguientes subcategorías:
- Hipertensión esencial: se considera tal cuando el tensiómetro marca valores mayores de 140/90 mmHg de forma mantenida en el tiempo. Es un trastorno muy heterogéneo de base poligénica en el que influyen múltiples genes o combinaciones genéticas. Más de 120 genes se han asociado a una presión arterial alta.
- Hipertensión arterial de bata blanca: en esta variante, el paciente presenta una presión arterial más alta cuando se encuentra en la consulta médica. De todas formas, las medidas tomadas en el domicilio son normales. Se calcula que 1 de cada 5 adultos pueden tener hipertensión de bata blanca.
- Hipertensión enmascarada: el caso inverso al anterior. El paciente presenta una presión arterial (PA) normal en el momento de la medición profesional, pero aumenta en diferentes momentos del día por encima del límite establecido (135/85 mmHg).
Todos estos casos son tipos de hipertensión que aparecen antes de las 20 semanas de embarazo, o lo que es lo mismo, no hace falta estar embarazada para sufrirlo. Por esta razón, no se consideran preeclampsia. A continuación, revisamos aquellos trastornos hipertensivos más allá de la vigésima etapa del embarazo.
Hipertensión más allá de la semana 20 de gestación
Cuando un episodio hipertensivo aparece sin precedente en una mujer gestante a partir de esta etapa, es más que probable que se encuentre vinculado a las dinámicas del embarazo. En esta categoría, también encontramos 3 escisiones distintas:
- Hipertensión gestacional transitoria: tal y como indica el portal El Parto es Nuestro, esta forma es leve o moderada y no hay presencia de proteínas en sangre (proteinuria). Se manifiesta después de la semana 20 del embarazo, pero desaparece por sí sola, pues es transitoria.
- Hipertensión gestacional: sucede lo mismo que en el caso anterior, pero aquí la hipertensión desaparece en el momento del alumbramiento. Afecta a 3 de cada 50 embarazadas.
- Preeclampsia y eclampsia: veremos estos eventos clínicos a continuación.
Antes de la semana 20 de embarazo, los eventos hipertensivos maternos no se vinculan de forma necesaria con la gestación.
Criterios diferenciales de la preeclampsia (síntomas)
La preeclampsia es un síndrome específico y único del embarazo. Para que este evento hipertensivo sea considerado como tal, la presión sistólica debe ser mayor a 140 mmHg y/o la diastólica mayor a 90 mmHg (140/90 mmHg).
Tal y como indica The Scientific World Journal, una preeclampsia se diferencia del resto de variantes por, al menos, 1 de estos 3 eventos.
1. Daño orgánico materno
Es posible que la madre sufra daños en ciertos órganos por la hipertensión. Uno de los efectos más comunes es la insuficiencia renal, caracterizada por el aumento de creatinina por encima de 1,02 miligramos/decilitro. Dicho de forma sencilla, si las arterias y capilares renales se dañan por el exceso de presión, los riñones filtrarán cada vez peor.
Otro de los signos claros es una deficiencia hepática. Por ejemplo, en los episodios de hipertensión portal (de la vena porta) se produce un bloqueo de flujo sanguíneo al hígado, lo que resulta perjudicial. La disfuncionalidad hepática se cuantifica con un aumento de las transaminasas circulantes 2 órdenes por encima de lo normal.
De todas formas, cabe destacar que existen muchos más síntomas asociados al daño orgánico materno. Algunos de ellos son los siguientes:
- Dolor en el hipocondrio izquierdo: en este cuadrante corporal se encuentran el bazo, la cola del páncreas, el ángulo esplénico del colon, el polo superior del riñón izquierdo y la glándula suprarrenal.
- Epigastralgia: dolor en la “boca del estómago”. Se suele equiparar a eventos de indigestión o dispepsia, aunque existen muchos más agentes causales.
- Complicaciones neurológicas: hiperreflexia (exceso de actos reflejos), dolor de cabeza, estadios contusionales, etc. La eclampsia, forma más grave de la preeclampsia, puede desembocar en un accidente cerebrovascular (ACV).
- Mayor facilidad para el sangrado: la preeclampsia puede causar trombocitopenia, es decir, un número disminuido de plaquetas circulantes (menos de 100 000 por microlitro). Esto dificulta mucho la labor de coagulación en el organismo.
- Hemólisis: desintegración de los eritrocitos circulantes de forma exagerada. Se cuantifica con unos valores de bilirrubina mayores de 1,2 miligramos/decilitro.
2. Proteinuria
Como hemos dicho, un carácter diferencial que divide la preeclampsia de la hipertensión gestacional normal es la presencia de proteínas en la orina.
Los criterios de este parámetro se miden de diferentes formas: ratio proteinuria/creatininuria por encima de 0,3 miligramos/mililitro, test de proteínas en orina 1+ o nivel de proteinuria mayor a 300 miligramos/24 horas.
Tal y como indica el portal American Kidney Fund, los riñones sanos eliminan las sustancias de desecho y el exceso de líquidos, pero “dejan” circulantes aquellos elementos útiles para el organismo.
Las proteínas son esenciales para nuestra supervivencia, así que el hecho de que se filtren en la orina es un claro indicativo de fallo renal.
La presión arterial alta y la diabetes son las 2 principales causas de proteinuria en la población general.
3. Disfunciones úteroplacentarias
Mediante diferentes pruebas, también se pueden cuantificar fallos en la gestación del feto. Un crecimiento fetal restringido o fallos en la circulación de las arterias uterinas son signos de preeclampsia.
Para que una mujer gestante sea diagnosticada con preeclampsia, tiene que presentar al menos 1 de estos 3 signos, además de la hipertensión.
Aclaraciones finales
Gracias a los criterios diferenciales de la preeclampsia con el resto de hipertensiones, hemos descrito los síntomas que puede llegar a sentir la embarazada.
De todas formas, destacamos que en una preeclampsia leve solo está presente la hipertensión y una proteinuria mayor a 300 miligramos en 24 horas, pero ninguno de los otros signos citados.
En los casos graves es donde observamos una presión arterial más alta, síntomas neurológicos, edemas pulmonares, coagulación intravascular diseminada y otros signos mucho más preocupantes. Todos estos son pródromos de eclampsia, la variante más letal de la patología.
Causas de la preeclampsia
Aún no se conocen del todo las causas de la preeclampsia, pero múltiples estudios han dilucidado su naturaleza compleja y multifactorial. Tal y como indica el portal médico DovePress, el desencadenante primario de la patología es una placentación anormal. Esto quiere decir que la formación, tipo, estructura y/o disposición placentaria de la madre no son ideales.
En una situación normal, nuevas arterias y vasos sanguíneos se desarrollan durante el embarazo, con la finalidad de nutrir al feto. Por desgracia, en la preeclampsia estos vasos no crecen de la forma adecuada, lo cual limita la sangre que puede fluir por ellos.
Se estipula que esto podría estar relacionado con las rutas metabólicas del óxido nítrico, pues estas controlan el tono vascular.
La resistencia arterial uterina (debido a unos vasos más angostos mal formados) provoca una mayor sensibilidad a la vasoconstricción y, por ende, desemboca en isquemia placentaria y estrés oxidativo. Todo esto provoca diversas complicaciones en el feto, desde un crecimiento retardado hasta una muerte intrauterina.
Por otro lado, la disfunción del endotelio es la causante de los síntomas ya citados en la madre. De todas formas, en la placentación anormal se encuentra la clave de la preeclampsia. Esta se trata de explicar en 2 rutas diferentes, la inmunitaria y la genética. A pesar de que todavía no exista una respuesta exacta, la ciencia sigue estudiando este evento clínico.
Se han detectado varios genes que probablemente participen en la homeostasis cardiovascular. Uno de ellos es el 1q42–43. Sus mutaciones podrían vincularse a la preeclampsia.
Diagnóstico
Tal y como indica la Clínica Mayo, la preeclampsia se diagnostica con un análisis de sangre y/u orina. Uno de los criterios diferenciales, como ya hemos dicho, es la proteinuria o presencia de proteínas en la orina (mayor a 300 miligramos). Los niveles sanguíneos circulantes de creatinina, urea y bilirrubina, por otro lado, pueden ser indicativos de los fallos orgánicos maternos.
El recuento de plaquetas bajo, los signos de hemólisis excesiva y los síntomas neurológicos pueden ser criterios diagnósticos para dejar atrás la preeclampsia y entrar en un cuadro de eclampsia. En este caso, es necesaria atención médica urgente, ya que la vida de la madre y el feto corren peligro.
Por supuesto, lo primero que se hace en todos los casos es tomar la tensión de la paciente con un tensiómetro. Recordamos que los valores límite son 140/90 milimetros de mercurio.
Tratamiento de la preeclampsia
Tal y como indica el Journal of Clinical Medicine, el manejo y prevención de los riesgos fetales es difícil, pues la preeclampsia es la causante del 20-30 % de todos los partos antes de tiempo. La administración de corticosteroides antenatales y las infusiones de sulfato de magnesio tratan de prevenir los efectos del parto prematuro, pero no pueden evitar que este suceda.
Si el bebé no está completamente desarrollado y la madre presenta una preeclampsia leve, esta se puede tratar desde casa. El médico aconsejará a la madre acudir a consulta un par de veces por semana, permanecer en reposo, mantener una dieta saludable normal y realizarse las pruebas de orina y sangre pertinentes de forma rutinaria.
Por otro lado, si la preeclampsia evoluciona a eclampsia, es necesario hospitalizar de forma inmediata a la madre. Las infusiones de sulfato de magnesio ayudarán a evitar las convulsiones, mientras que los tratamientos antihipertensivos son necesarios para bajar la presión arterial en los cuadros más graves (tratamiento agresivo con valores de 105-110 milimetros de mercurio).
En última instancia, es esencial destacar que la única solución y tratamiento real de la preeclampsia es, irónicamente, dar a luz. Por esta razón, el interés general de los médicos es inducir el parto cuanto antes (siempre y cuando el bebé esté sano) para evitar complicaciones severas a corto plazo.
Una patología común y difícil de entender
Como hemos dicho en líneas previas, los desórdenes hipertensivos afectan hasta al 10 % de las mujeres embarazadas del mundo. De este porcentaje, un 3-5 % corresponde a preeclampsia, así que se considera una entidad clínica común durante el embarazo. Su tasa de mortalidad es muy baja (1,5 %), pero aún así, hay que controlarla de forma cuidadosa.
En general, con una monitorización exhaustiva, un estilo de vida saludable y un parto planeado se puede sobrellevar una preeclampsia sin complicaciones graves. De todas formas, en los casos más severos se requiere un abordaje de urgencia.
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