Nódulos tiroideos, todo lo que debes saber
Un nódulo tiroideo es una tumoración o masa que se encuentra en la tiroides. La mayoría son benignos, aunque todo nódulo tiroideo debe ser evaluado para descartar malignidad. Aunque ha aumentado el número de casos nuevos de cáncer de tiroides, la mortalidad sigue siendo baja.
No todos los nódulos se logran palpar al momento del examen físico, sino que muchos de ellos son detectados casualmente al realizarse estudios de imagen que fueron solicitados por el médico por cualquier otra causa. En este caso, nos referimos a estos nódulos como incidentalomas.
Epidemiología de los nódulos tiroideos
La incidencia y prevalencia de los nódulos tiroideos en los últimos 30 años han aumentado a expensas de un mayor uso de estudios de ecografía a nivel del cuello. Esta condición también tiene las siguientes características:
- Hay mayor predisposición en el sexo femenino, en menores de 30 años y primordialmente mayores de 80 años. También es más frecuente en pacientes con sobrepeso, tabaquismo, personas que viven en zonas con déficit de yodo o que han recibido radioterapia en cabeza y cuello en infancia.
- En el caso de los hombres, el pico de casos se presenta entre los 15 y 30 años. El riesgo aumenta si los varones han sido expuestos a radiación siendo menores de 15 años.
- Es 3 veces menos frecuente en personas sin hijos.
Tipos de nódulos tiroideos
La mayoría de los nódulos tiroideos son benignos. Por ejemplo, están algunos tipos de nódulos sólidos (adenomas y nódulos hiperplásicos) y los quistes. En caso de que se relacionen con malignidad, los tipos de cáncer de tiroides son los siguientes:
- Cáncer diferenciado de tiroides (CDT). Puede ser de tipo papilar, folicular o de células de Hurthle.
- Cáncer medular.
- Cáncer anaplásico o indiferenciado.
- Linfoma y sarcoma de tiroides. Representan los cánceres menos frecuentes.
La Sociedad Americana Contra el Cáncer ha calculado que para el año 2022 se diagnosticarán en EE. UU. aproximadamente 40 000 casos nuevos de cáncer de tiroides. Desde el 2008 al 2016 la tasa de mortalidad del cáncer de tiroides ha aumentado levemente (0,6 % por año), aunque parece haberse estabilizado durante estos años recientes.
Factores de riesgo de malignidad del nódulo
Los médicos utilizan una serie de criterios para determinar el riesgo de que un nódulo tiroideo sea maligno. Por supuesto, esto se confirma con la biopsia y el estudio de laboratorio correspondiente. Es posible categorizar estos criterios en alta y moderada probabilidad.
Alta probabilidad
- Tener un antecedente de radiación en cabeza y cuello principalmente en la infancia.
- Poseer historia familiar de cáncer de tiroides.
- Presentar crecimiento rápido del nódulo.
- Adhesión a estructuras vecinas o profundas.
- Padecer disfonía (ronquera).
- Tener ganglios palpables.
- Padecer síndromes de Gardner, Pendred o Carney tipo I.
Moderada probabilidad
- Tener edad menor de 20 años o mayor de 60 años.
- Ser del sexo masculino.
- Presentar un nódulo mayor de 4 centímetros.
- Padecer de síntomas compresivos.
Diagnóstico de los nódulos tiroideos
Durante la evaluación médica, el facultativo realiza una entrevista sobre los antecedentes y los síntomas, además de realizar un examen físico para orientar el diagnóstico, la conducta a seguir y el tratamiento.
Síntomas de los nódulos tiroideos
- La mayoría son asintomáticos (no causan ningún síntoma) y son descubiertos por el paciente al mirarse al espejo, en una evaluación médica de control general o al realizarse un estudio de imágenes en el cuello. La mayoría de los nódulos no son funcionales (no producen hormonas tiroideas), tanto los benignos como los malignos.
- Ocasionalmente, los nódulos pueden acompañarse de síntomas de hipertiroidismo.
- Los nódulos tiroideos pueden también estar acompañados de bocio (aumento de tamaño difuso de la glándula tiroides fácilmente visible y palpable). En estos casos son casi siempre benignos.
- Dependiendo de su localización y tamaño pueden provocar síntomas compresivos: dificultad para tragar o para respirar, ronquera o dolor.
Examen físico
El médico evalúa la presencia de bocio (si es difuso, nodular o multinodular) y las siguientes características:
- Tamaño (menor o mayor de 1 centímetro).
- Consistencia (quístico, blando, duro).
- Adherido a planos superficiales o profundos.
- Número de nódulos.
- Presencia de dolor.
A pesar de que el examen físico es útil y necesario, la mayoría de los nódulos se detectan por métodos de imagen como la ecografía.
Exámenes de laboratorio
De acuerdo a los hallazgos, el médico puede solicitar un perfil tiroideo completo en sangre. Esto incluye las siguientes hormonas: TSH (hormona estimulante de la tiroides), TRH (hormona liberadora de tirotropina), T3 y T4. Esto permite saber si hay una situación de hipertiroidismo, hipotiroidismo o eutiroidismo (es decir, que la glándula funciona con normalidad).
Dependiendo de estos resultados, puede ser útil la determinación de anticuerpos antitiroideos en sangre, los cuales permitirían explicar el origen de los síntomas en caso de existir.
Estudios de imagen
Se pueden indicar estudios imagenológicos según sea necesario, como los que se mencionan a continuación:
- Ecosonograma tiroideo: es el estudio más utilizado y de primera línea para la evaluación de la tiroides. Es económico, rápido, no invasivo y carente de radiación.
- Ecosonograma doppler: permite conocer la vascularización normal o sugestiva de malignidad si hay una vascularidad aumentada.
- Gammagrama tiroideo.
- Tomografía axial computarizada (TAC) de cuello y tórax: generalmente se indica cuando se existe un bocio intratorácico.
- PET (tomografía por emisión de positrones).
Punción y aspiración con aguja fina (PAAF)
El PAAF es un procedimiento que se puede realizar en el consultorio, con anestesia local, en el cual se realiza una punción con aguja fina y una inyectadora en el nódulo, con la guía de una ecografía.
En general no produce más que una molestia de opresión. Se punza el nódulo, se aspira material (células y líquido) y se envía al Servicio de Anatomía Patológica para su análisis. Luego de varios días, se obtiene el resultado sobre la benignidad o malignidad y el tipo de lesión.
Seguimiento de los nódulos tiroideos
Después de diagnosticados, el seguimiento de los nódulos se hace por ecografía o PAAF según los signos ecográficos y el tamaño del nódulo. Con esto se establece un riesgo de malignidad, lo que permite establecer el tiempo que debe pasar entre cada consulta:
- Muy bajo: se controla cada dos años.
- Bajo: cada 1-2 años.
- Intermedio: anual.
- Alto: debe ser controlado cada 6 meses.
- En todos los casos, si hay cambios en el nódulo, se debe realizar PAAF.
El conocer los factores de riesgo de los pacientes que tienen nódulos tiroideos y la ecografía es fundamental para tener criterios para la indicación de PAAF.
Actualmente, la PAAF es el estudio más efectivo para determinar si un nódulo es benigno o maligno y orientar hacia la cirugía y tener un diagnóstico definitivo.
Tratamiento de los nódulos tiroideos
El tratamiento a seguir de los nódulos tiroideos va a depender de si son benignos, malignos o sospechosos de malignidad. Los diversos métodos incluyen la cirugía, la aplicación de radioyodo, la inyección percutánea de etanol (PEI), la termoablacion percutánea con láser (PLA), la ablación por radiofrecuencia y los medicamentos en casos de alteraciones hormonales, entre otros.
En definitiva, los nódulos tiroideos son lesiones muy comunes que conviene vigilar debido al riesgo de malignización. Por ello, acudir al médico con regularidad para detectar estas lesiones (así no produzcan síntomas) es fundamental.
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