Neuralgia del trigémino
La neuralgia del trigémino o neuralgia trigeminal es una condición crónica que constituye un dolor que se erige como enfermedad en sí mismo. Si bien las causas no son únicas, su estudio y tratamiento dependen de la identificación correcta del padecimiento como tal.
El signo por excelencia es el dolor, el que aparece de forma esporádica y se esparce por toda la zona de inervación del nervio en cuestión que es el trigémino, el que se encuentra a ambos lados de la cara. Se estima que la prevalencia de la patología ronda la afectación de una persona cada 10 habitantes, aproximadamente.
El dolor de esta neuropatía se intensifica cuando hay acciones gatillo, es decir, situaciones que son capaces de desatar la molestia con mayor potencia. Como su localización es facial, el hecho de rozar la mejilla puede ser suficiente para esto. A partir de ese momento se desencadenan sensaciones similares a una quemazón o un choque eléctrico.
¿Qué es el trigémino?
El nervio trigémino, sitio donde asienta la neuralgia, es una estructura de los pares craneales. Estos son un conjunto de 12 formaciones neuronales que tienen su nacimiento en el cráneo y cumplen diferentes funciones. El quinto par es del que estamos hablando, que no solo se limita a una rama, sino que se diversifica en 3.
Entre las múltiples inervaciones que abarca, posee acciones sensitivas y motoras. Esto quiere decir que el mismo par es capaz de llevar información al cerebro, pero también trasladar desde el sistema nervioso central a los tejidos ciertas órdenes. En su ala sensitiva, recoge datos de la piel del rostro y de las mucosas de la cara. Por otro lado, como nervio motor, estimula los músculos de la masticación.
Ramas del nervio trigémino
Una de las tres ramas es la oftálmica. Esta es sensitiva en su totalidad y toma información del cuero cabelludo, de los senos paranasales, de la córnea y de las alas de la nariz. La segunda rama es la maxilar, la que también es sensitiva y recoge datos de los párpados, los senos paranasales, la cavidad nasal, las mejillas, el labio y el maxilar superiores, así como las mucosas bucales.
Finalmente, la tercera rama del nervio trigémino es la mandibular. En este caso se combina lo sensitivo con lo motor. Transmite información desde la oreja, la mucosa bucal, la lengua, los dientes, el labio inferior y las mejillas, al mismo tiempo que regula el movimiento de algunos músculos masticatorios, así como otros presentes en el oído interno.
Esta distribución anatómica denota los lugares en los que el dolor puede hacerse presente cuando hay una neuralgia. Aunque puede ser más frecuente en la región de la mejilla, los pacientes suelen percibir como más doloroso el estímulo que se asienta en la rama oftálmica, ya que involucra al globo ocular.
Síntomas de la neuralgia del trigémino
Por supuesto, el síntoma más potente y notorio de la neuralgia del trigémino es el dolor. Los afectados lo describen de distintas formas, pero hay coincidencia abundante de referirlo como una quemazón o una electricidad que recorre el rostro. La quemazón es urente, como si se prendiese fuego por dentro la cara. La electricidad, por su parte, simula pequeñas descargas que son más o menos intensas durante el día o el transcurso de las semanas.
Como bien adelantamos, el dolor se hace más presente frente a acciones gatillo. No son la causa de la neuropatía, pero sí se relacionan a la sintomatología, ya que incrementan la quemazón y la electricidad o la inician de la nada. Entre las situaciones que con mayor frecuencia actúan gatillando tenemos las siguientes:
- Afeitarse.
- Roce con otra parte del cuerpo, como la mano.
- Lavarse la cara.
- Frío del ambiente, de un ventilador o del aire acondicionado, ya sea de la casa o del coche.
- Lavado de dientes.
- Masticar.
Ninguna de estas acciones debe realizarse con violencia para desencadenar el dolor. Al contrario, la sensibilidad se encuentra tan aumentada, que un mínimo roce es suficiente para iniciar el ciclo de neuralgias o exacerbar una molestia ya presente.
Duración de los ataques
La duración de los ataques es muy variable. Mientras hay pacientes que sufren unos minutos o unas horas y luego atraviesan períodos de latencia prolongados, también existen otros que padecen por meses o hasta años una quemazón que no se detiene y que no calma con analgésicos ni con medidas higiénicas.
Más allá de las duraciones de los ciclos, siempre hay momentos de remisión. Esto significa que se atravesarán mesetas sin molestia. De todas maneras, es lógico esperar un aumento de los episodios de crisis con el paso del tiempo y el envejecimiento. Aún no está claro por qué evoluciona para peor, pero es un hecho según la experiencia de los pacientes.
¿Cuáles son las causas de la neuralgia del trigémino?
Las acciones gatillo no son más que eso: disparadores del dolor. Pero las causas o la etiología son cosas distintas en el caso de la neuralgia del trigémino. Si bien se sabe que el protagonista es el nervio del quinto par craneal, no existe claridad sobre los mecanismos que desembocan en la neuropatía ya establecida.
En las situaciones más benignas, se puede atribuir a un vaso sanguíneo que presione el nervio, ya sea por una mala posición anatómica o por un agrandamiento de la arteria o vena que derive en el apretamiento. Esto podría entenderse como un pequeño aneurisma en la zona del cráneo por donde transita el trigémino.
Otra opción etiológica sería la pérdida de mielina del par craneal. Esta condición es habitual y forma parte de la evolución de patologías como la esclerosis múltiple, pero se baraja la posibilidad de que este nervio en particular se desmielinice en segmentos puntuales en los pacientes. La mielina es la vaina grasa que permite la transmisión rápida del impulso nervioso; su pérdida altera esa comunicación generando síntomas.
Los traumatismos que acceden al trigémino y lo dañan explicarían la aparición del dolor en las personas que lo comienzan a padecer tras una intervención odontológica o un accidente de tránsito, por ejemplo. Tampoco es inusual en aquellos que son sometidos a cirugías craneales, nasales o bucales.
Por último, cabe destacar a los tumores, no necesariamente malignos. Las tumoraciones que inciden sobre el trayecto del trigémino causan dolor por el mismo mecanismo de los vasos sanguíneos que presionan a las neuronas.
Tratamiento del trastorno
El tratamiento de la neuralgia del trigémino puede realizarse con medicamentos, pero no siempre el resultado es efectivo ni tiene los efectos deseados. La condición crónica del trastorno y su evolución en agudizaciones que se incrementan hacen difícil el abordaje a mediano y largo plazo.
Los analgésicos y los antiinflamatorios son la primera elección. Entre ellos hay un abanico de opciones que inician en los esteroideos y no esteroideos hasta llegar a los morfínicos. Estos se pueden combinar con otros que cumplan acciones complementarias de alivio, como los relajantes musculares.
Un caso especial constituyen los antidepresivos empleados para el dolor neuropático. Quizás, los más estudiados sean los tricíclicos, también prescritos en los protocolos para la neuralgia herpética, por ejemplo.
Agotadas las instancias no intervencionistas, el siguiente paso es quirúrgico. Varias opciones se han ensayado y se siguen empleando en la práctica clínica para intentar traer alivio a los pacientes. Repasamos las más empleadas.
Radiocirugía
Esto consiste en la irradiación del nervio mediante un aparato diseñado para tal fin. Primero se toman imágenes para planificar la incidencia de los rayos y luego se programan sesiones en las que se incide sobre la zona del trigémino, en especial en su nacimiento encefálico.
Una variante es la radiocirugía con bisturí gamma. El principio es similar, empleando una especie de cuchillo que hace converger haces de radiación sobre la zona que se pretende tratar.
Radiofrecuencia
En la radiofrecuencia se incide con una aguja que se dirige al trigémino. Esto se realiza con anestesia sobre el paciente. Una vez dentro del cuerpo, la aguja es capaz de transmitir calor por medio de electrodos, lo que ocasionaría cambios en las neuronas, mejorando los síntomas.
Glicerol
El uso del glicerol es con inyecciones intracraneales. El profesional inserta la aguja en la base del cráneo y la dirige al nacimiento del nervio. La sustancia sería capaz de inhibir la transmisión de las señales dolorosas al depositarse en esa zona anatómica, donde reside un saco diminuto con líquido raquídeo.
Descompresión vascular
Esta técnica es la más compleja, pero los estudios científicos informan una efectividad superior al resto. Se utiliza cuando hay una arteria que está comprimiendo el nervio trigémino. Con el procedimiento se libera esa compresión en el lugar mismo, incidiendo y aliviando el apretamiento. Se necesita anestesia, un equipo quirúrgico entrenado y pasar días de internación para el recuperatorio.
En caso que el neurocirujano no encuentre una arteria en medio del proceso, puede optar por completar con una neurectomía. Esto es quitar una parte del nervio, donde se supone que se origina el dolor, para que la molestia desaparezca. Como bien decimos, es un segundo intento.
El difícil abordaje de la neuralgia del trigémino
Vivir con una neuralgia del trigémino es dificultoso, pero no solo para el paciente. La familia y los seres cercanos deben adaptarse a una persona que padece dolor crónico. Del mismo modo, los profesionales intervinientes se enfrentan a una problemática que pone a prueba sus capacidades de diagnóstico y tratamiento.
Todos los abordajes terapéuticos tienen sus falencias. A veces se puede operar y otras veces no. Dependerá de la situación clínica particular el hecho de incidir, preferir la radioterapia o intentar soluciones con medicamentos por vía oral.
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