Fisura anal: todo lo que debes saber
Las lesiones anales son afecciones estructurales de la anatomía rectal que suelen causar gran malestar. Por lo general, las mismas incluyen a las fisuras, las hemorroides, los abscesos y las fístulas rectales. ¿Deseas conocer más acerca de la fisura anal? A continuación te contamos.
Una fisura anal es un pequeño desgarro o grieta que se presenta a nivel de la superficie externa del ano. Algunos estudios afirman que esta es la causa más común de sangrado rectal y dolor intenso posterior a la evacuación intestinal.
Esta lesión se presenta en hombres y mujeres por igual y pueden afectar a cualquier grupo etario. No obstante, el tratamiento médico permite aliviar los síntomas y prevenir su reaparición.
Síntomas de la fisura anal
Las manifestaciones clínicas de la fisura anal suelen aparecer durante o luego de la defecación y perduran por varias horas. El síntoma característico es el dolor agudo de alta intensidad, de carácter cortante o desgarrador. Algunas personas lo definen como la sensación de corte de un objeto filoso sobre la piel, que aumenta con el paso de las heces.
Por otro lado, investigaciones afirman que es frecuente evidenciar sangre fresca de color rojo rutilante que impregna el papel higiénico posterior a la limpieza. Otros síntomas que se pueden manifestar en asociación a una fisura anal son los siguientes:
- Prurito o escozor en la región perianal.
- Secreción de moco translucido o amarillo.
- Grieta o bulto visible en el ano.
Causas de la fisura anal
Una fisura anal puede ser originada por múltiples patologías del tracto digestivo. En la mayoría de los casos, las mismas se asocian a eventos traumáticos o a una tendencia propia de la persona por debilidad o anomalía estructural.
En este sentido, la deposición de heces duras y el estreñimiento crónico se consideran los agentes desencadenantes más frecuentes. Por otro lado, las diarreas irritativas y persistentes, así como las prácticas sexuales anales aumentan la probabilidad de padecer esta afección.
Es posible que aparezca el trastorno en las siguientes situaciones:
- Hemorroides.
- Debilidad del piso pélvico posparto.
- Tratamiento quimioterápico.
- Sífilis y tuberculosis.
- Enfermedad de Crohn y colitis ulcerativa.
- Amebiasis.
Estas lesiones suelen clasificarse de acuerdo a su tiempo de evolución en agudas y crónicas. Una fisura anal aguda es aquella que tiene poco tiempo de aparición, superficial, con bordes limpios y mayor tendencia a la curación espontánea. Por otro lado, las crónicas tienen 6 semanas o más de evolución, son más profundas, con bordes gruesos y menor probabilidad de cicatrización.
Diagnóstico
En la mayoría de los casos, el diagnóstico de una fisura anal se realiza con base a la exploración física y al interrogatorio promovido por el médico tratante. En este sentido, en la historia clínica se deben considerar los antecedentes patológicos del paciente, como la diarrea y el estreñimiento.
Durante la evaluación física, el médico suele indicar al paciente colocarse en posición genupectoral o de Sims, es decir, boca abajo con las rodillas flexionadas y el pecho sobre la camilla. De esta forma, es posible realizar la inspección de la región anal y la identificación de la herida epitelial que dibuja la fisura. Estudios afirman que la misma suele acompañarse de una hemorroide centinela en la línea pectínea.
Por lo general, no se realiza tacto rectal, ya que suele ser bastante doloroso e inducir el sangrado. Sin embargo, en caso de una afección crónica, el médico puede solicitar la realización de otras pruebas y exámenes complementarios, como los siguientes:
- Anoscopia.
- Rectosigmoidoscopia.
- Hemograma y serología
- Estudios fecales.
- Biopsia.
La mayoría de las fisuras anales se producen en la línea posterior del ano, no obstante, su ubicación en otros cuadrantes puede orientar el diagnóstico a otra patología, como la enfermedad intestinal inflamatoria. De igual forma, es vital el diagnóstico diferencial con afecciones anales dolorosas, como la trombosis hemorroidal, los abscesos perianales y el cáncer colorrectal.
Tratamiento
Por lo general, las fisuras anales agudas se solucionan de forma rápida con la implementación de medidas generales para corregir el estreñimiento y el dolor. No obstante, la mayoría de las lesiones crónicas requieren de un abordaje terapéutico especifico o de cirugía.
Las medidas generales están orientadas al alivio de los síntomas, mediante pequeños cambios en el estilo de vida, en conjunto con algunos medicamentos. En este sentido, el profesional de salud suele indicar las siguientes recomendaciones:
- Dieta rica en fibra y aumento en la ingesta de líquidos.
- Baños de asiento con agua tibia o caliente 2 a 3 veces al día durante 10 a 20 minutos.
- Aplicación de pomadas anestésicas o con corticosteroides para disminuir el dolor y el escozor.
- Consumo de analgésicos orales (paracetamol).
- Administración de laxantes para reducir la consistencia de las heces.
Las pomadas con nitroglicerina son las más utilizadas como tratamiento tópico, sobre todo cuando otros abordajes no dan resultado. Las mismas se debe aplicar 2 a 3 veces al día en la región anal, con guantes. Promueven la circulación sanguínea en la zona y la relajación del esfínter.
Por otro lado, el médico también puede indicar la aplicación de toxina botulínica en el área, con el objetivo de reducir los espasmos y relajar el esfínter anal. No obstante, se suele recurrir a la cirugía en casos de dolor intenso o poca respuesta al tratamiento. La esfinterectomía lateral interna suele ser el método quirúrgico de elección.
La prevención de la fisura anal es la clave
Es posible reducir la probabilidad de padecer una fisura anal mediante cuidados en la alimentación y cambios en el hábito intestinal. En este sentido, la prevención se centra en evitar el estreñimiento y mantener las heces blandas. Por tal motivo, es recomendable una dieta rica en fibra, el consumo abundante de agua y evitar retrasar las evacuaciones.
De igual forma, buscar atención médica lo antes posible si se presenta dolor intenso o sangrado abundante no puede demorarse. El abordaje profesional oportuno permite evitar complicaciones a largo plazo.
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