Diferencias entre la celiaquía y la sensibilidad al gluten
La celiaquía y la sensibilidad al gluten no celíaca son dos patologías distintas que pueden compartir síntomas. Sin embargo, las repercusiones fisiológicas resultan completamente diferentes, así como la afectación del tubo digestivo. No obstante, todavía mucha gente las confunde.
Hay que tener en cuenta que los problemas de salud relacionados con la función digestiva se han incrementado durante los últimos años. Esto se debe a la mala alimentación. No obstante, la celiaquía cuenta con un componente genético importante, por lo que no está tan determinada por los hábitos de vida.
Enfermedad celíaca
La enfermedad celíaca es una patología de carácter autoinmune que provoca una reacción del organismo frente al gluten. Se genera un daño sobre el epitelio que cubre el intestino delgado, perjudicando sus funciones.
De hecho, si se consume gluten de forma regular, además de la sintomatología digestiva, se generará una atrofia progresiva de las vellosidades intestinales que puede resultar muy dañina.
Tal y como evidencia una investigación publicada en la revista International Journal of Molecular Sciences, existe una relación entre la enfermedad celíaca y un mayor riesgo de desarrollar cáncer de tubo digestivo. Esta asociación se hace todavía más fuerte cuando no se cuida la dieta y se sigue introduciendo el gluten de forma frecuente.
Además, esta patología puede afectar a la fertilidad cuando se desarrolla en mujeres. En estos casos se produce una dificultad para que el óvulo se implante, lo que condiciona su posterior desarrollo. Así lo afirma un estudio publicado en la revista Gastroenterology and Hepatology from Bed to Bench. Ahora bien, cuidando los hábitos de vida es posible incrementar las posibilidades de concepción.
Hay que tener en cuenta que el hígado también sufre en los casos de enfermedad celíaca. En el caso de ingerirse gluten, se experimenta un aumento acusado de las transaminasas, lo que indica inflamación. Incluso es posible que esté aumentado el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas de carácter hepático a pesar de cuidar la dieta.
Según una revisión publicada en Clinics in Liver Disease, puede resultar más probable que los celíacos experimenten cirrosis y otras complicaciones de carácter crónico en el hígado. Por este motivo conviene adaptar la dieta e introducir alimentos con capacidad antiinflamatoria, además de evitar el consumo de alcohol.
Causas de la enfermedad celíaca
Hay que destacar que las causas de la enfermedad celíaca todavía no han sido descritas con precisión. Se produce una alteración de las vellosidades que impacta negativamente en la absorción de los nutrientes, pero se desconocen las alteraciones a nivel fisiológico que condicionan esta variación estructural.
Está claro que detrás hay una alteración genética, y de hecho se estudian los polimorfismos genéticos con el fin de poder incidir sobre el origen del problema. Sin embargo, no se han desarrollado soluciones eficaces, dada la alta complejidad de la enfermedad.
Cabe destacar que el trastorno no solo afecta al intestino, como hemos visto, sino que también compromete otras funciones del organismo. De hecho, existen asociaciones entre la celiaquía y la diabetes de tipo 1, la enfermedad tiroidea y las artritis u otras patologías de carácter autoinmune.
Se investiga si los hábitos de vida de la mujer embarazada pueden influir sobre el riesgo de que el bebé desarrolle enfermedad celiaquía. También se estudia la capacidad de transmisión a los hijos de los afectados, observándose que la incidencia se encuentra aumentada si existen antecedentes familiares.
Sensibilidad al gluten no celíaca
Por su parte, la sensibilidad al gluten no celíaca es una enfermedad muy inespecífica que cursa con una mala absorción o digestión de la proteína, tal y como refiere una investigación publicada en la revista Medicina.
No compromete al sistema inmune ni se pone en riesgo el revestimiento del intestino. Tampoco se asocia con un mayor riesgo de desarrollar cáncer u otros problemas crónicos y complejos de salud.
Asimismo, los médicos debaten acerca de si realmente existe esta enfermedad. Muchos profesionales achacan la mala digestión del gluten a la existencia de un proceso inflamatorio crónico en el tubo digestivo, o a una situación de alteración de la microbiota de la persona.
Incluso el método de diagnóstico es poco claro, ya que se determina la existencia de la patología por descarte. Se realizan las pruebas de la celiaquía y de la alergia a las proteínas del trigo. También se investiga la existencia de alguna enfermedad inflamatoria intestinal.
En el caso de que todas las pruebas sean negativas, pero que aun así se experimenten síntomas tras el consumo de productos con gluten, se establece el diagnóstico de la sensibilidad no celíaca.
De todos modos, los pacientes pueden experimentar mejora al retirar la proteína de la dieta, o al evitar alimentos con alto contenido en FODMAP’s. También se han dado casos de intervención con éxito por medio de la administración de algunas cepas de probióticos, aunque los estudios al respecto todavía son escasos.
Por otra parte, no se conoce que la sensibilidad al gluten no celíaca sea capaz de aumentar las probabilidades de desarrollar otros problemas de salud, algo que sí sucede en el caso de la celiaquía.
Tampoco se han encontrado alteraciones en la función de los órganos ni en la composición de los tejidos. Además, en ciertas situaciones cuenta con un carácter transitorio, desapareciendo a lo largo del tiempo.
Principales diferencias entre las enfermedades
Como comentamos, el diagnóstico de la sensibilidad al gluten no celíaca es complicado. Lo que está claro es que se comparten la mayor parte de los síntomas con la celiaquía. Es frecuente experimentar gases, diarreas, dolor abdominal, cólicos e hinchazón tras el consumo de productos con gluten o con alto contenido en FODMAP’s.
En estos casos suele realizarse una análisis de sangre para descartar la presencia de inmunoglobulinas que permitirían el diagnóstico de la enfermedad celíaca. Así lo indica una revisión publicada en Gastroenterology Clinics of North America, donde se defiende que la serología es el método directo más sencillo para determinar la patología.
Si se obtiene un resultado negativo de la prueba, pero se experimenta sintomatología tras el consumo de gluten, se podría sospechar de sensibilidad no celíaca. Asimismo se puede realizar una biopsia del tejido intestinal para comprobar su estado y funcionalidad, ya que en los casos de celiaquía existe afectación.
Lo normal en ambos casos es aplicar una dieta restrictiva en gluten, ya que así se manejan correctamente los síntomas. Ahora bien, en el caso de la celiaquía hay que extremar las precauciones. No solo basta con eliminar de la pauta los alimentos que contienen la proteína, sino que hay que tener mucho cuidado con las trazas y con las contaminaciones cruzadas.
La presencia de residuos muy pequeños de gluten en la dieta pueden alterar la función y el epitelio intestinal, generando perjuicios graves a medio plazo. Los pacientes de esta enfermedad han de plantear una dieta estricta de por vida, así como fijarse en los etiquetados nutricionales para detectar las certificaciones de “apto para celíacos”.
Por su parte, las personas que sufren una sensibilidad al gluten no celíaca no tienen por qué ser tan meticulosos con la pauta dietética. La proteína en estos casos solamente genera síntomas, pero no una degeneración del tejido. Además, la tolerancia a la misma es mucho mayor. No es necesario atender a las contaminaciones cruzadas, ya que lo más probable es que no generen síntomas.
Pronóstico de las enfermedades
Otra diferencia fundamental entre la celiaquía y la sensibilidad al gluten no celíaca es el pronóstico de las patologías. La primera suele manifestarse durante las primeras etapas de la vida, y cuenta con un carácter crónico. No desaparece. Sin embargo, la sensibilidad al gluten no celíaca se suele desarrollar durante la edad adulta.
Normalmente presenta un carácter transitorio, ya que una vez que se retira la proteína de la dieta y los síntomas remiten durante un tiempo, suele desaparecer el problema. A pesar de que no cuenta con una cura, porque la fisiopatología y el diagnóstico no están bien determinados, suele presentar un manejo relativamente sencillo y satisfactorio.
La celiaquía, por contra, no tiene cura conocida a día de hoy. No se han datado casos de remisión de la enfermedad, aunque sí que se puede incrementar ligeramente la tolerancia al gluten sin síntomas con el paso de los años.
No obstante, que no aparezcan malas sensaciones tras el consumo de la proteína no quiere decir que esta no genere un problema a nivel epitelial, por lo que sigue siendo crucial evitarla.
Por último, cabe destacar que se han establecido ciertas relaciones entre las patologías inflamatorias intestinales y el riesgo de desarrollar sensibilidad al gluten no celíaca. Así lo evidencia un estudio publicado en la revista Scandinavian Journal of Gastroenterology.
Incluso algunos autores sospechan que esta mala absorción y digestión de la proteína se desarrolla siempre bajo el contexto de una de estas patologías inflamatorias, o en situaciones de disbiosis intestinal.
De todas formas, faltan protocolos estandarizados para su tratamiento a nivel dietético, bien mediante la reducción de la fibra en la dieta o por medio de la administración de probióticos.
Celiaquía y sensibilidad al gluten no celíaca, dos enfermedades totalmente distintas
Como hemos comentado, la celiaquía y la sensibilidad al gluten no celíaca son dos patologías totalmente distintas, tanto en origen como en consecuencias. La primera de ellas se considera mucho más grave y peligrosa para la salud, y no tiene cura conocida a día de hoy. Es preciso una modificación de la dieta de por vida.
La sensibilidad al gluten, por su parte, se caracteriza por presentar un carácter transitorio y por estar posiblemente influida por los hábitos de vida. El consumo regular de ultraprocesados y de edulcorantes artificiales puede que aumente las probabilidades de aparición de la misma. No obstante, faltan aun evidencias sólidas al respecto.
Lo que está claro es que son dos problemas de salud que no se deben confundir, ya que el pronóstico es totalmente opuesto. También el tratamiento, ya que en los casos de sensibilidad al gluten puede ser suficiente solamente con reducir el aporte de gluten en la dieta, sin llegar a ser necesaria una eliminación total de la proteína.
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