Diagnóstico de la anemia
El diagnóstico de la anemia es un proceso aparentemente sencillo. Ahora bien, para llegar al mismo el médico no solo tiene en cuenta aspectos como el cansancio o la palidez del paciente. En realidad, debe tener en cuenta muchos más aspectos.
A pesar de que es cierto que el análisis de sangre tiene un papel clave a la hora de confirmar el diagnóstico de la anemia, el examen físico y la entrevista con el paciente también son de gran utilidad e importancia. Veamos más al respecto a continuación.
Entrevista y examen físico
En la consulta, lo más probable es que el médico escuche las inquietudes que le expongas y luego te haga varias preguntas. Estas serán en relación a tus hábitos de vida, antecedentes médicos y familiares. Eso último es porque, en algunos casos, el hecho de tener familiares cercanos con anemia puede hacerte más propenso a este problema de salud.
Como explican los expertos de Mayo Clinic: “si tu familia tiene antecedentes de anemia hereditaria, como anemia de células falciformes, también podrías tener un mayor riesgo de esta afección”.
De acuerdo con el Comité Nacional de Hematología de Argentina, las preguntas pueden abarcar aspectos como:
- Antecedentes de patología perinatal.
- Trastornos gastrointestinales (como la diarrea, entre otros).
- Pérdidas de sangre (a través de la menstruación, diarreas, esputos, etc.)
- Antecedentes de prematurez, embarazos múltiples y déficit de hierro en la madre.
Al preguntarte sobre tus hábitos de vida, si bien puede parecer que el médico se centra en tu dieta (consumo de fuentes de hierro, folatos y otros nutrientes), este no será el único aspecto que le proporcionará pistas sobre el tipo de anemia que puedas tener.
Así, tendrá en cuenta tu consumo de alcohol (en caso de haberlo), consumo de otros medicamentos, pica (si se manifiesta o no), etc.
En cuanto al examen físico, de acuerdo con la evidencia científica, este suele incluir: situación de oxigenación tisular y de pérdida de volumen, estado de la piel, las uñas y el cabello y tensión arterial, principalmente.
Si acudes a consulta porque sospechas que puedes tener algún tipo de anemia, es importante que le proporciones al profesional todos los detalles que te solicite y que le compartas todas tus dudas e inquietudes. Esto ayudará a afinar el diagnóstico.
Pruebas de laboratorio
El análisis de sangre es una prueba rutinaria que se recomienda realizar una o dos veces al año para conocer con mayor detalle el estado de salud y detectar de forma precoz cualquier problema, incluyendo una anemia en desarrollo.
También ayuda a controlar problemas de salud ya existentes y supervisar cómo va un tratamiento médico. En consecuencia, se puede decir que se trata de una prueba que sirve de orientación en una fase inicial de diagnóstico.
Los resultados del análisis de sangre proporcionan pistas que el especialista puede tomar para indicar al paciente la realización de pruebas complementarias, como un hemograma completo.
Hemograma completo
El hemograma completo es un análisis de sangre que permite conocer de manera más detallada los niveles y características de:
- Los glóbulos rojos.
- Los glóbulos blancos.
- La hemoglobina.
- El hematocrito.
- Las plaquetas.
Pruebas que evalúan el estado del hierro
En caso de que exista sospecha de anemia ferropénica, el médico podría solicitar pruebas que evalúen el estado del hierro. En estas se miden diversos aspectos, como la capacidad total de saturación del hierro, por ejemplo.
Prueba terapéutica
Tal y como explica el equipo del Comité Nacional de Hematología de Argentina, la prueba terapéutica “consiste en administrar sulfato ferroso a dosis terapéuticas (3-6 mg/ kg/día) y evaluar la respuesta eritropoyética”.
Los expertos de la Clínica Universidad de Navarra añaden que “el estudio completo, una vez detectada la anemia, requerirá ampliar el estudio analítico, examinar una extensión de sangre periférica y, en algunos casos, realizar un aspirado o una biopsia de la médula ósea”.
Recomendaciones finales
Hasta que el médico no te indique cuál es el diagnóstico y tratamiento para tu malestar, evita tomar medidas por cuenta propia. No consumas suplementos vitamínicos o de hierro sin su autorización, pues podría resultar contraproducente.
Una vez cuentes con el diagnóstico y el tratamiento, sigue las recomendaciones que te dé el médico para brindarte unos buenos autocuidados y, poco a poco, empezar a llevar un estilo de vida más saludable.
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