Los 5 tipos de carne y sus beneficios
La carne es un alimento que debe estar presente en la dieta de forma habitual. Destaca por su elevada densidad nutricional, lo que permite evitar déficits que condicionen el estado de salud. Ahora bien, existen varios tipos de carne y cada uno de ellos con sus características.
Lo óptimo es alternar la presencia de los mismos en la alimentación. Así se asegura un aporte adecuado de micronutrientes esenciales y de ácidos grasos.
1. Carne de ternera
Unos de los tipos de carne más consumidos es la de ternera. Se trata de un alimento muy palatable, englobado dentro del conjunto de las carnes rojas. Cuenta con una elevada concentración en proteínas que ayudan a satisfacer los requerimientos diarios.
Hay que tener en cuenta que, según un estudio publicado en la revista Annals of Nutrition & Metabolism , es importante asegurar una ingesta de al menos 0,8 gramos de proteína por kilo de peso corporal al día en personas sedentarias. De lo contrario, podrían promocionarse problemas relacionados con el tejido muscular, como la sarcopenia.
Además, la carne de ternera cuenta con la particularidad de contener mucho hierro de tipo hemo. Este es el que mejor tasa de absorción presenta. Para maximizar su disponibilidad, se recomienda su consumo junto a una buena dosis de vitamina C.
No se debe olvidar que un déficit de hierro provoca anemia, tal y como afirma una investigación publicada en la revista The Medical Clinics of North America. Esta patología se caracteriza por un aporte ineficiente de oxígeno a las células.
Por otra parte, la carne roja es fuente de otros micronutrientes esenciales importantes, como es el caso del zinc. Este elemento juega un papel determinante en la producción de testosterona a nivel testicular y en la promoción de la buena función inmunitaria.
Para terminar hay que hacer mención al tipo de ácidos grasos que contiene la carne de ternera. Estos pueden variar dependiendo de la alimentación del animal. Si se le ofrece pienso, concentrará más cantidad de grasas saturadas. Si se cría en libertad y consume pastos, la proporción de lípidos insaturados se incrementará.
2. Carne de cerdo
La carne de cerdo es otra de las habituales de la may0r parte de las dietas. Se considera roja o blanca dependiendo de la alimentación del animal. En el caso de que se le ofrezca pienso, formaría parte del primer tipo.
El cerdo comparte muchas características con la carne procedente de la ternera. Supone una buena fuente de proteínas y de ácidos grasos de tipo cis. Eso sí, conviene no consumirla frita para que no se produzca una transformación de la configuración espacial de los ácidos grasos.
En el apartado de los micronutrientes, la carne de cerdo se sigue considerando una fuente de minerales esenciales. Entre ellos se encuentran el hierro, el zinc y el selenio. Este último actúa como un antioxidante. Así lo evidencia un estudio publicado en la revista Advances in Clinical and Experimental Medicine .
Otra consideración que hay que tener en cuenta es que no todos los productos derivados de la carne de cerdo se consideran beneficiosos. Un ejemplo son los embutidos, como los chorizos y similares. Estos alimentos se elaboran con una serie de aditivos que pueden poner en riesgo la salud humana a mediano plazo.
3. Carne de cordero
La carne de cordero está también en el grupo de las rojas. De hecho, su presencia en la dieta se ha incrementado durante los últimos años. Se trata de un alimento que aporta proteínas con todos los aminoácidos esenciales, así como vitaminas del grupo B.
Además, cuenta con la particularidad de presentar en su interior cantidades significativas de vitamina A, un nutriente necesario para conservar la buena salud visual. Este elemento se puede encontrar también en las vísceras del cerdo.
Asimismo, la carne de cordero supone una fuente de hierro, zinc, cobre, fósforo y selenio. Por este motivo, se puede incluir en la dieta con el objetivo de evitar déficits de nutrientes esenciales. No obstante, la mayor parte del hierro que aporta es no hemo, por lo que su disponibilidad resulta baja.
Desde el punto de vista de las grasas, se considera un producto bastante magro. Cuenta con un 12 % de lípidos en su interior. Este valor puede ascender hasta el 15 %, dependiendo de la parte del animal que se consuma.
4. Carne de pollo
Dentro de las carnes blancas podemos comenzar hablando de la de pollo. Es uno de los productos más consumidos a nivel mundial, debido a su rápido crecimiento y facilidad de producción. Concentra proteínas de alto valor biológico, pero aporta menos calorías que los otros tipos de carne.
La carne de pollo presenta en su interior menor cantidad de hierro que las anteriores, pero es capaz de aportar calcio, magnesio y una pequeña dosis de vitamina D. Este último elemento resulta necesario para prevenir una gran cantidad de patologías complejas y crónicas, según un estudio publicado en la revista Reviews in Endocrine & Metabolic Disorders.
Otro de los puntos diferenciadores de la carne de pollo es su precio, que es mucho más económico. Supone uno de los elementos centrales de las dietas enfocadas en la ganancia muscular o la pérdida de grasa.
Ahora bien, hay que tener cuidado con la carne de pollo o los derivados de la misma que se consumen en algunos puntos de restauración. Se suele servir este producto empanado y frito, lo que reduce su calidad e incrementa el valor energético.
Lo mejor es siempre preparar el pollo a la plancha, al horno, estofado o cocido. Algunas de las partes del ave son más tiernas, por lo que cuentan con mejores características organolépticas. Un ejemplo serían los contramuslos.
5. Carne de pavo
La carne de pavo cuenta con muchas similitudes respecto a la de pollo. Vuelve a ser un tipo de alimento que destaca por su contenido en proteínas. Es una pieza muy magra que también suele ser incluida en las dietas para bajar de peso o para ganar masa muscular.
Se suele preparar a la plancha, aunque también se presenta con diferentes aliños y adobos. En este sentido, conviene evitar las salsas acompañantes, sobre todo de tipo industrial. Estos productos cuentan con elevada densidad energética.
Desde el punto de vista de los micronutrientes, cabe destacar el contenido en zinc, selenio, potasio y fósforo. Todos estos minerales son esenciales y necesarios para que el organismo humano funcione de forma correcta. También se encuentran en su interior vitaminas del grupo B en cantidades abundantes.
La carne de pavo es sencilla de preparar y concentra nutrientes que contribuyen a asegurar el buen funcionamiento del organismo. Entre ellos hay que hacer especial mención al potasio, un mineral que genera un efecto antagónico al del sodio sobre la presión arterial.
¿Es malo consumir carne?
En los últimos años se ha puesto en duda la necesidad de plantear el consumo de carne en la dieta. Por un lado, se esgrime un motivo relacionado con la salud. Por otro, se alegan razones desde un punto de vista ecológico.
La literatura científica actual no es capaz de aportar evidencias sólidas conforme la ingesta de carne, en el contexto de una dieta variada, sea nociva para la salud. Más bien todo lo contrario. Su consumo asegura un aporte elevado de proteínas y de otros nutrientes.
Distinto es el caso de las carnes procesadas. Estos comestibles sí que son capaces de causar perjuicio al ser humano. Pero no por su concentración en carne como tal, sino por la adición de aditivos alimentarios como los nitritos. Esta serie de compuestos podrían incrementar el riesgo de desarrollar cáncer, tal y como afirma un estudio publicado en Nutrients.
Los métodos de cocción de la carne son determinantes para evaluar su salubridad. Hay que evitar los más agresivos desde el punto de vista térmico, así como los empanados. De este modo, se previene una transformación de los ácidos grasos que empeore el perfil nutricional del alimento.
¿Mejor carne roja o carne blanca?
Además del debate del consumo de carne total en la dieta, existe otra discusión frecuente que tiene que ver con la ingesta de carne roja o de carne blanca. La carne roja no ha demostrado ser nociva para la salud en el contexto de una dieta equilibrada y variada.
Existen algunas evidencias conforme abusar de la misma podría resultar negativo en relación a ciertos parámetros y a largo plazo, pero no son sólidas. Por este motivo, no existe razón para desaconsejar su consumo o para limitarlo.
Ahora bien, hay un detalle diferencial que muchas veces no es tenido en cuenta. Algo que marca en gran medida la calidad de la carne es su origen. La alimentación y el estilo de vida del animal del que procede determinan el perfil nutricional de la pieza preparada.
Por ello, más que aconsejar incrementar el consumo de un tipo de carne u otro, es peferible promocionar la presencia en la dieta de aquella de carácter ecológico. Así se asegura que el perfil lipídico del producto es óptimo. Esto repercute positivamente en los niveles de inflamación del organismo.
La carne es un alimento saludable
La carne es un alimento que debería aparecer con frecuencia en la dieta. Existen diferentes tipos y cada uno de ellos tiene sus particularidades. Sin embargo, lo óptimo es alternar su consumo para asegurar un aporte óptimo de nutrientes.
De todos modos, conviene evitar las versiones procesadas. Tanto los embutidos como los comestibles elaborados a base de carne suelen contener aditivos y otras sustancias de dudosa salubridad.
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