Dieta frigana: ¿en qué consiste?
La dieta frigana es un tipo de alimentación que se basa en consumir solamente productos que se consiguen gratuitamente, para de este modo evitar contribuir a un sistema alimentario insostenible e injusto. Se trate de un planteamiento con un fuerte trasfondo moral y ético que podría traer consecuencias nocivas para la salud, debido a los déficits de nutrientes esenciales que se generan.
Hay que tener en cuenta que los dos pilares fundamentales de una pauta de alimentación saludable son la variedad y el equilibrio. Es importante que el espectro de comestibles ingeridos sea amplio para evitar deficiencias que puedan afectar negativamente al funcionamiento de la fisiología humana. Asimismo, será importante consumir las mismas calorías que se gastan, al menos dentro de una situación de buen estado de composición corporal.
¿Cómo surgió la dieta frigana?
Las referencias más antiguas de la dieta frigana datan de la década de los 60. En una zona de San Francisco, en California, se comenzó a fraguar este movimiento. De todos modos, no ha contado con muchos seguidores a lo largo del mundo. Se trata de un patrón dietético minoritario, sobre todo asimilado por grupos anarquistas que buscan luchar contra el militarismo y contra el maltrato animal.
El objetivo de la dieta frigana es sentar una protesta contra la industrialización de las granjas y a favor de todas aquellas personas que cuentan con dificultades para acceder a los alimentos a lo largo del mundo. También se pone de manifiesto la cantidad de basura que se genera al día a causa de la sobreexplotación de los recursos, lo que termina por dañar y por contaminar el medio ambiente.
En este sentido, la dieta frigana es más que un método de alimentación, se podría considerar como un movimiento en sí. Cuenta con un carácter solidario y reivindica las injusticias que se cometen en muchos lugares del mundo, las cuales provocan desigualdades y muertes por hambre.
Hay que destacar que los friganos apuestan por aprovechar toda la comida que se encuentre en buen estado para evitar producir más desechos, lo que generaría un incremento en la contaminación del planeta. De este modo, pretenden aportar su grano de arena contra el cambio climático y otros problemas de carácter ambiental que ocupan portadas en la actualidad.
No obstante, esta filosofía no solo se aplica a los alimentos, sino también a otros ámbitos de consumo. Es posible replicar la mentalidad cuando hablamos de ropa, de electrodomésticos e incluso de bienes culturales. Apuestan siempre por la reutilización y, llegado el momento, por el reciclaje.
¿Es segura la dieta frigana?
Lo primero que has de tener claro es que algunas prácticas propias de la dieta frigana están prohibidas en determinados países. Por ejemplo, en ciertas ciudades españolas no se permite rebuscar en los contenedores de basura para conseguir alimentos. De hecho, esta conducta podría estar penada con multas económicas de elevada cuantía. Aun así, es posible recurrir a bancos de alimentos o a aplicaciones que permiten que los restaurantes donen los excedentes de comida.
En ocasiones, las sobras pueden llegar comercializarse a precios reducidos en supermercados o en superficies comerciales, por lo que su aprovechamiento sería óptimo dentro de la cultura frigana. Incluso la organización de fiestas en las que se preparan comidas comunitarias para compartir entre los participantes estarían bien vistas.
De todos modos, y más allá de los posibles márgenes legales, estamos hablando de un método de alimentación que cuenta con multitud de carencias, por lo que desde el punto de vista de la salud no se considera adecuado. En primer lugar, es posible que este tipo de dieta no cubra los requerimientos energéticos. Quizás este no sea el peor de los males.
Ahora bien, el hecho de desarrollar un déficit en cuanto a nutrientes esenciales resulta mucho más preocupante. Por ejemplo, no cubrir los requerimientos diarios de proteínas ha demostrado incrementar el riesgo de desarrollar sarcopenia a medio y a largo plazo. En este sentido, la funcionalidad del organismo humano podría verse comprometida con el paso del tiempo.
Es necesario conseguir cubrir los requerimientos de vitaminas
No solo resulta nocivo experimentar déficits de macronutrientes. Muchas de las vitaminas cuentan con una excreción diaria, por lo que es necesario asegurar su ingesta en ciertas dosis para compensar las pérdidas. De acuerdo con un estudio publicado en la revista Pathology, mantener un aporte inadecuado de vitamina C a lo largo del tiempo puede generar una situación de escorbuto.
Ahora bien, además de las vitaminas, importan los flavonoides. La mayor parte de los fitonutrientes de los alimentos de origen vegetal se encuentran en una concentración superior cuando el punto de maduración de los comestibles es adecuado. Dichos elementos resultan imprescindibles para neutralizar la formación de los radicales libres. Existen evidencias conforme este mecanismo ayuda a prevenir muchas patologías complejas.
Por otra parte, la dieta frigana muchas veces apuesta por el consumo de productos que han excedido la fecha de consumo preferente, o que no respetan las medidas de higiene básicas. Esto resulta especialmente peligroso, ya que se podrían experimentar intoxicaciones de carácter dietético que comprometiesen el estado de salud.
Por ejemplo, la contaminación con Listeria resulta especialmente preocupante en el caso de las mujeres embarazadas. De acuerdo con una investigación publicada en la revista IDCases, podría disparar los casos de meningitis. También supone un factor de riesgo para el desarrollo de abortos espontáneos, por lo que hay que tener mucho cuidado con este tipo de bacterias durante la etapa de gestación.
Se puede plantear una dieta respetuosa con el medio ambiente más allá de la frigana
Si existe interés en proteger el medio ambiente y en promover prácticas de consumo sostenible, es posible optar por ciertas alternativas más allá de la dieta frigana. Resultan más saludables para la salud y reducen la huella ecológica y el impacto del ser humano sobre el medio ambiente. Por ejemplo, adquirir alimentos de origen bio podría suponer una estrategia eficiente.
Además, esta clase de alimentos no cuentan con pesticidas o con químicos en su interior, por lo que son más seguros para la salud humana. Es cierto que su aspecto externo puede no ser tan bueno como aquellos de producción industrial, pero su valor nutricional resultará claramente superior.
El hecho de evitar los aditivos también es un punto a favor respecto a los comestibles de producción local y sostenible. Dichos elementos podrían resultar nocivos para la salud si se ingieren de forma crónica. Por ejemplo, existen ciertas asociaciones entre el consumo regular de nitritos y un incremento en el riesgo de desarrollar cáncer. Así lo evidencia un estudio publicado en la revista Epidemiology.
En los últimos años, se ha promocionado la ingesta de alimentos kilómetro cero. Esto quiere decir que son de producción cercana, por lo que se favorece el comercio local. Muchas grandes superficies los ofrecen y, con ello, se contribuye a mejorar la vida de los productores de la zona, que ven retribuidos sus comestibles de manera más justa, lo que les permite incrementar su calidad de vida.
Cuidado con las dietas restrictivas
Si te estás planteando seguir una dieta frigana, hemos de advertirte que la puesta en marcha de pautas de alimentación restrictivas no suele ser una buena idea. Solamente los protocolos que limitan la ingesta calórica en un momento determinado, como el ayuno intermitente, han demostrado beneficios para la salud.
Sin embargo, el hecho de evitar la ingesta de un grupo o tipo entero de alimentos repercute negativamente sobre el funcionamiento del organismo. Con el paso del tiempo, se irán produciendo cada vez más ineficiencias en la fisiología del cuerpo, lo que condicionará la situación de bienestar. En muchos casos este tipo de restricciones ni siquiera resultan sostenibles a medio plazo.
Por este motivo, antes de comenzar un plan de este estilo te recomendamos visitar a un experto en nutrición. Este te podrá aconsejar si resulta una buena alternativa para la salud. En caso de querer ponerlo en marcha por motivos ideológicos, puede ser preciso adoptar alguna pauta en concreto para evitar déficits con el paso del tiempo. Un ejemplo podría ser la suplementación.
Trata de asegurar la higiene de los alimentos
Otro de los puntos clave de cualquier dieta, frigana incluida, es la necesidad de asegurar la higiene de los comestibles ingeridos. En el caso de que estos no cumplan una serie de controles, o se excedan las fechas de consumo preferente, se podría incrementar el riesgo de sufrir intoxicaciones. Todos los años se producen alrededor del mundo cientos de muertes por dichas causas.
Es fundamental cocinar bien los productos de origen animal hasta que la temperatura en la zona interna supere los 60 grados. Del mismo modo, hay que tener mucho cuidado con los huevos y con los lácteos crudos, ya que podrían albergar una elevada cantidad de bacterias en su interior. Lo mejor es siempre recurrir a los procesos de esterilización mediante aplicación de calor.
Asimismo, es importante destacar que no todas las personas son igual de sensibles a las intoxicaciones o infecciones. Como comentamos, las mujeres embarazadas son un colectivo de riesgo. También los niños y los ancianos, por lo que en estos casos no se recomendaría para nada una dieta frigana o similar. Lo mejor es plantear una pauta variada y equilibrada con buenos métodos de cocción.
La dieta frigana, una filosofía más que un método de alimentación
Como has podido comprobar, la dieta frigana cuenta con varias indicaciones sobre el modo de vida, más allá que delimitar solamente los productos que se pueden incluir en la dieta. Las personas que adoptan esta forma de vida se comprometen con la salud del planeta y con la desigualdad entre las sociedades y las personas, aunque para ello puedan poner en riesgo el buen funcionamiento del organismo.
Está claro que desde el punto de vista científico la dieta frigana no resulta una buena opción. Si estás pensando en llevarla a cabo, te recomendamos que sopeses los pros y los contras de esta decisión, ya que podría tener consecuencias nocivas a medio plazo para la salud. Lo mejor, cuando se pretende reducir el riesgo de enfermar, consiste en plantear una pauta lo más variada y equilibrada posible.
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