Dieta astringente: ¿en qué consiste?
En ocasiones es preciso poner en marcha una dieta astringente para evitar o detener episodios de diarrea. De este modo, se previenen posibles deshidrataciones y se mejora la salud digestiva.
Lo que está claro es que existen alimentos con capacidad para reducir la velocidad del tránsito o para influir sobre la reabsorción de líquido en el intestino delgado. Aun así, en ocasiones no es suficiente con la puesta en marcha de una dieta astringente y hay que recurrir a la farmacología.
Alimentos permitidos en la dieta astringente
Hay que comenzar hablando de los alimentos que se pueden introducir en la dieta astringente. Será preciso combinarlos para evitar déficits nutricionales y para asegurar que la fisiología del organismo se desarrolle con normalidad.
Yogur natural
Este producto se caracteriza por la presencia de proteínas de alto valor biológico. Cuenta con la particularidad de concentrar bacterias beneficiosas conocidas como probióticas. De acuerdo con un estudio publicado en The Cochrane Database of Systematic Reviews , estos microorganismos son capaces de reducir los episodios de diarrea, colonizando selectivamente el tubo digestivo.
De hecho, la ingesta regular de bacterias probióticas resulta beneficiosa para la salud. Gracias a ellas se incrementan la densidad y la diversidad de la microbiota.
Carnes magras
La grasa suele retrasar el vaciado gástrico y dificultar las digestiones. Esto se debe a la necesidad de producción de ácidos biliares para su emulsión y posterior absorción. Por este motivo, en el contexto de las diarreas, es preciso elegir cortes magros que aseguren un paso sencillo a través del intestino.
A pesar de que hay que plantear una dieta especial y adaptada a dicha situación, sigue siendo determinante cubrir los requerimientos proteicos diarios. De lo contrario, se podría experimentar un catabolismo del tejido magro. Dichas necesidades se estiman en más de 0,8 gramos de proteína por kilo de peso corporal, tal y como afirma una investigación publicada en la revista Annals of Nutrition & Metabolism.
Para satisfacer este requerimiento conviene introducir en la dieta astringente alimentos como la carne de pollo, de pavo, de ternera y el jamón cocido. Todos estos productos son capaces de aportar proteínas de alto valor biológico.
Pescados blancos
Los pescados blancos también cuentan con cantidades significativas de proteínas de alto valor biológico. Además, son más bajos en grasa que los pescados azules.
Se recomienda cocinar los pescados blancos a la plancha, al vapor o mediante una cocción con agua en el contexto de la dieta astringente. Además, es determinante no añadirles salsas.
No se debe olvidar que estos alimentos también contienen una gran cantidad de minerales en su interior. Por este motivo, son capaces de prevenir alteraciones en el equilibrio electrolítico derivadas de la pérdida de líquido por las deposiciones.
Vegetales
Algunos vegetales pueden ser introducidos también en la dieta astringente, aunque hay que elegir aquellos con contenido moderado en fibra. Un aporte excesivo de esta sustancia podría resultar en un empeoramiento de la diarrea o de la inflamación intestinal. Las mejores opciones son las zanahorias y las patatas, siempre cocidas.
Hay que limitar el aporte de frutas con demasiado contenido en agua, como la piña y el melón. Siempre resulta preferible optar por aquellas que presentan también un carácter astringente, como es el caso de la manzana y el plátano.
Carbohidratos permitidos
Suele ser importante introducir una cierta porción de carbohidratos en la dieta para garantizar el equilibrio. Ahora bien, en este contexto es mejor evitar cereales y granos integrales. Dichos productos podrían empeorar las diarreas por su excesivo contenido en fibra.
Lo mejor es utilizar las patatas y el arroz blanco como fuentes de carbohidratos principales. Siempre bajo un método de cocción con agua. Ambos alimentos contribuirán a aportar consistencia a las heces.
Alimentos a evitar en la dieta astringente
Del mismo modo que hay alimentos recomendados, existen muchos otros cuyo consumo debe evitarse en el contexto de una dieta astringente. De lo contrario, podrían experimentarse diarreas más potentes.
Como norma general, es preciso suprimir los fritos y los rebozados. Su alto contenido en grasas trans dificulta la digestión e incrementa los niveles de inflamación del organismo. Asimismo, es preciso evitar los ultraprocesados en general.
Por otra parte, no se deben incluir en el contexto de la dieta astringente aquellos alimentos que cuentan con un porcentaje de grasas cis elevado, como son los frutos secos, los guisos, los embutidos y los quesos. Tanto estos nutrientes como los aditivos alimentarios son capaces de causar un perjuicio importante a nivel intestinal si ya se presenta un desorden previo.
Además, es esencial evitar la ingesta de café, alcohol, refrescos azucarados y alimentos picantes. Estos productos tienen una cierta capacidad irritante. Pueden incrementar la motilidad del tubo y dificultar la reabsorción de líquidos.
Fases de la dieta astringente
La dieta astringente se estructura en fases, según los estadíos de recuperación del paciente. Poco a poco se podrán incluir más alimentos diferentes, comprobando la tolerancia a los mismos.
Primera fase
En este momento, lo más recomendable es el ayuno. Cuando se experimentan los primeros signos de un problema estomacal o intestinal habrá que evitar el consumo de alimentos sólidos durante unas horas. De lo contrario, se podrían intensificar los vómitos y la diarrea.
No obstante, es preciso asegurar el aporte continuado de líquidos. El agua con limón resulta una buena opción, ya que consigue aportar mayor cantidad de nutrientes. Cuenta con electrolitos que contribuirán a asegurar el equilibrio en el medio interno.
En el caso de que ni siquiera el agua sea tolerada, lo mejor será acudir a urgencias. Es necesario administrar un fármaco vía intramuscular para detener los vómitos.
Segunda fase
Pasadas 6 a 24 horas desde el inicio de los síntomas, se puede poner en marcha la segunda fase de la dieta astringente. El principal objetivo es frenar la diarrea y asegurar la tolerancia de los nutrientes a nivel intestinal. Lo más aconsejado es consumir pequeñas cantidades de alimento magro cocinado al vapor, a la plancha o al horno.
Resulta una buena idea comenzar por preparar un poco de arroz blanco con pescado o con pollo hervido. A partir de aquí, se valora la tolerancia a dichos alimentos.
Tercera fase
A partir de la tercera fase se puede incrementar el espectro de alimentos consumidos. Aquí las sensaciones deberían ser mucho más positivas. Es posible todavía experimentar alguna molestia a nivel intestinal, pero poco a poco van remitiendo.
En este momento se comienzan a introducir verduras con mayores cantidades de fibra, para comprobar cómo responde el intestino a esta sustancia. Es positivo comenzar por purés, para luego agregar judías, calabaza, calabacín e incluso tomates.
Cuarta fase
La cuarta fase supone el inicio de la normalidad. En principio, la alteración que ha causado la diarrea debería de estar solventada.
En el caso de que el origen sea una patología inflamatoria de tipo intestinal, el brote se da por concluido. Poco a poco se pueden introducir los alimentos propios de una dieta normal.
Habrá que probar cómo sientan las preparaciones más grasas y complejas, como los guisos. También se puede consumir queso o café para comprobar que no se experimentan alteraciones en la motilidad.
Probióticos en la dieta astringente
Un complemento muy positivo para la dieta astringente son los probióticos. Esta clase de bacterias beneficiosas han demostrado ser capaces de reducir los episodios de diarrea, sobre todo aquella asociada al consumo de antibióticos.
Dichos microorganismos también pueden mejorar la sintomatología de muchas patologías inflamatorias de tipo intestinal. Así lo evidencia una investigación publicada en la revista Gastroenterology Clinics of North America.
Incluso una alteración de la composición de la microbiota intestinal podría ser el motivo de la aparición de diarreas. Esto se debe a que muchas bacterias están implicadas en la producción de enzimas que facilitan la digestión.
Un ejemplo bastante típico es el de la intolerancia a la lactosa. Este azúcar contenido en la leche puede provocar diarreas en el caso de aquellas personas incapaces de sintetizar lactasa. A pesar de que dicha condición cuenta con una cierta determinación genética, está influida por la microbiota. Existen evidencias conforme la administración de probióticos en estas situaciones reduce los síntomas.
La importancia de los prebióticos
Bajo el nombre de prebióticos se conoce a un conjunto de fibras solubles capaces de fermentar a nivel intestinal, permitiendo el crecimiento de las bacterias que habitan en el tubo. Suponen el sustrato energético para estos microorganismos.
De todos modos, el consumo de prebióticos está más bien enfocado a la prevención de la diarrea y a las últimas fases de la dieta astringente. Si se introducen estos compuestos durante los primeros síntomas, se podría experimentar una promoción de los mismos.
¿Cuándo consultar con un especialista?
La dieta astringente debería producir resultados positivos, de forma que la diarrea se detenga por completo en 3 o 4 días, pudiendo volver a la normalidad. Sin embargo, existen casos en los que la recuperación no se produce de tal modo. En este contexto será preciso acudir al médico.
Es posible que el especialista recete algunos fármacos que normalicen la motilidad del tubo digestivo o la reabsorción de líquidos en el intestino grueso. Además, puede ser necesario realizar pruebas diagnósticas para comprobar cuál es el origen del problema.
Si se experimentan fiebre, mareos, pérdida de conocimiento o sudores fríos, además de la propia diarrea, también será preciso visitar al médico. Cuando hay una intoxicación de carácter alimentario puede ser necesario el tratamiento con antibióticos para evitar el sobrecrecimiento de los patógenos.
Por último, si detectas que es un alimento o un grupo de alimentos en concreto los que causan desórdenes a nivel digestivo, también suele ser recomendable consultar con un especialista. En este caso, se realizarán pruebas concretas para conocer si existen alergias o intolerancias.
La dieta astringente: un remedio para las alteraciones digestivas
Como has podido comprobar, es posible plantear una dieta astringente cuando se experimentan síntomas intestinales como la diarrea. Habitualmente, este problema se acompaña de vómitos, lo que dificulta más el planteamiento de una alimentación adecuada.
Es determinante asegurar una correcta ingesta de líquidos durante las primeras fases del proceso, sobre todo en adultos mayores, más propensos a la deshidratación. Posteriormente, habrá que plantear una dieta blanda con poco contenido en grasas y una cierta cantidad de proteínas.
Ten en cuenta que si la diarrea no remite en 3 o 4 días será necesario consultar con un especialista.
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