¿Por qué se piensa que el alcohol es relajante?
Casi todas las personas que beben de manera ocasional o recurrente bebidas alcohólicas piensan que el alcohol tiene efectos relajantes. Las campañas publicitarias relacionadas con estas también fomentan esta creencia.
Muchas personas beben para calmar su estrés, su tensión, sus problemas y para fomentar el sueño. Veamos por qué se piensa que el alcohol es relajante y qué dicen los científicos al respecto.
Los efectos relajantes del alcohol
El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, no un estimulante. En términos muy simples, se trata de una droga que ralentiza la actividad cerebral, aunque estos efectos llegan solo a medio o largo plazo.
Como nos señalan los expertos, las reacciones iniciales son solo estimulantes. Los sentimientos de euforia y la disminución de las inhibiciones son comunes durante los primeros momentos luego de beber alcohol.
La velocidad con la cual se pasa de un estado estimulante a depresivo varía de acuerdo con muchos factores. Por ejemplo, los investigadores advierten que su asimilación es más rápida cuando se bebe con el estómago vacío y cuando la concentración de alcohol es del 20-30 %.
Las bebidas gaseosas con dióxido de carbono, como lo son el wiski y el champán, ingresan al sistema más rápido. De igual forma, los alimentos, principalmente los hidratos de carbono, retardan la absorción.
Los efectos placenteros del alcohol se mantienen durante un mayor tiempo en compañía de una comida o cuando las bebidas se diluyen. Ten en cuenta que la concentración real, y por tanto sus efectos, dependen de la edad, la altura, la estructura corporal (cantidad de grasa y músculo), el metabolismo, la interacción con drogas y otras variables.
¿Por qué se piensa que el alcohol es relajante?
Antes de mostrarte de qué forma se manifiesta esta cualidad, reiteramos que el alcohol es un depresor del sistema nervioso central. Considerarlo como un estimulante no hace más que infravalorar la manera real en la que actúa en el cuerpo.
Un artículo publicado en Alcohol Research and Health explica que, en algunas personas y bajo ciertas circunstancias, beber alcohol puede reducir el estrés. Estos efectos se manifiestan solo en dosis bajas, ya que de lo contrario la reacción es opuesta (aumento del estrés).
De igual manera, los efectos son más potentes cuando se bebe en presencia de distracciones agradables. Por ejemplo, una conversación amena con amigos, colegas, familiares o con la pareja.
Un estudio publicado en Handbook of Clinical Neurology en 2018 encontró que, aunque es verdad que en administraciones crónicas el alcohol se relaciona con trastornos del sueño, en dosis bajas podría favorecer el sueño en algunas personas.
Los niveles de alcohol disminuyen de manera progresiva en el organismo a medida que la persona duerme, de manera que los niveles justo antes de irse a la cama pueden favorecer conciliar el sueño de forma rápida.
Cuando se bebe alcohol en situaciones sociales, los investigadores han encontrado que, en dosis bajas, se asocia de manera positiva con el bienestar general.
Todos estos estudios respaldan la creencia de que el alcohol es relajante. De nuevo, cada uno de los trabajos asocian estos efectos cuando la ingesta de alcohol es baja. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) catalogan al exceso de consumo de alcohol cuando se beben 8 o más tragos por semana para las mujeres o 15 o más tragos por semana en el caso de los hombres.
El problema de la tolerancia al alcohol
A medida que una persona bebe con mayor frecuencia, su tolerancia al alcohol cambia. Esto es, para obtener los beneficios citados asociados con la relajación necesitan consumir una cantidad mayor.
Sucede lo mismo que con otras drogas: para encontrar satisfacción se debe aumentar de forma progresiva la frecuencia y la cantidad. Es allí donde radica el problema de asociar al alcohol con una sustancia relajante o estimulante.
Tal y como advierten los expertos, el grado de tolerancia al alcohol es un indicador distintivo de la dependencia del alcohol y otros trastornos asociados con su consumo.
Si bebes con el objetivo de relajarte cada vez más, el cuerpo te exigirá una frecuencia y una mayor cantidad de la sustancia para adquirir dicha relajación. Como consecuencia, tu consumo pasará de bajo a moderado, y de moderado a alto sin que te des cuenta (los efectos siguen siendo los mismos, después de todo).
El consumo excesivo de alcohol se asocia, entre otras cosas, con trastornos del sueño, ansiedad, depresión, enfermedades cardíacas, presión arterial alta, enfermedades hepáticas, problemas digestivos, mayor riesgo de cáncer (de boca, garganta, esófago, laringe, estómago, hígado y otros), amnesia y otras complicaciones.
Por todo esto, la creencia popular de que el alcohol es relajante y que, por tanto, es inofensivo en bajas dosis, requiere un matiz enorme. En principio sí lo es, pero dado que es muy difícil para las personas poner un límite a su consumo y que gradualmente la tolerancia disminuye, beber para obtener relajación puede ser peligroso. Es muy importante para quienes beben alcohol ocasional o regularmente estar al tanto de esta información.
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