¿Qué es un quiste tiroideo?

Los quistes tiroideos son más frecuentes de lo que nos imaginamos. Hoy te enseñamos por qué se origina, cómo lo puedes detectar y cuál es el protocolo para su tratamiento.
¿Qué es un quiste tiroideo?
Diego Pereira

Revisado y aprobado por el médico Diego Pereira.

Última actualización: 30 junio, 2021

Un quiste tiroideo es un tipo de nódulo que se desarrolla en la glándula tiroides. Se trata de una bulto cerrado que contiene líquido, en ocasiones aire, que muchas veces pasa desapercibido debido a su tamaño o a que no genera síntomas. Por lo general, estos últimos aparecen solo cuando el quiste ha aumentado su tamaño a un volumen superior.

De acuerdo con Johns Hopkins Medicine el 95 % de los quistes de tiroides son benignos, de manera que no involucran el desarrollo de cáncer en la glándula. El 5 % restante, sin embargo, está en riesgo de evolucionar o son directamente cancerosos. Conozcamos más sobre ellos y qué hacen los especialistas para tratarlos.

Causas del quiste tiroideo

El tratamiento de la enfermedad de Hashimoto depende de varios factores
Son muchas las enfermedades benignas y malignas que se asocian con la aparición de quistes tiroideos.

No existe un consenso sobre por qué se produce un quiste tiroideo. Se cree que la mayoría se origina frente a conductos bloqueados que propician la acumulación de líquido (o aire). También se piensa que la actividad hormonal de la glándula puede incentivar su aparición.

Si existen desequilibrios en la segregación de tiroxina y triyodotironina hay mayor riesgo de su aparición.

En este sentido, algunas afecciones como adenoma de tiroides, adenoma tóxico, bocio e hipotiroidismo pueden ser causantes de su desarrollo. La American Thyroid Association apunta que la enfermedad de Hashimoto se asocia con un mayor riesgo de su manifestación. Sin embargo, nos es infrecuente que se generen con la ausencia de todo lo anterior.

Síntomas del quiste tiroideo

Como hemos señalado en el principio, la mayoría de las veces los quistes tiroideos no producen síntomas. Esto se debe, en parte, a que son muy pequeños para ocasionar complicaciones. También, porque no representan ningún tipo de alteración para la glándula o incomodidad para el funcionamiento las estructuras periféricas.

Solo cuando su tamaño empieza a perturbar lo anterior es que las personas experimentarán algunos signos. Es importante señalar en este punto que su desarrollo es muy común: se estima que el 70 % de los estadounidenses, por ejemplo, tendrán uno al superar los 70 años de edad. Muy pocos, sin embargo, llegarán a percatarse debido a la manifestación asintomática.

El Endocrine Center de la Universidad de California de Los Ángeles (UCLA) recoge las siguientes complicaciones que se pueden experimentar ante un crecimiento exagerado del quiste tiroideo:

  • Dificultad para tragar.
  • Ronquidos.
  • Dificultad para respirar (en especial al estar acostado o hacer ejercicio).
  • Sensación de opresión en la garganta.
  • Incomodidad al mover el cuello en ciertas posiciones.

Se han reportado casos de insuficiencia respiratoria crónica, los cuales han ocasionado el colapso del paciente. Cuando el quiste empieza a perturbar el funcionamiento de la glándula se pueden generar desequilibrios hormonales. En estos casos los signos contundentes son los siguientes:

  • Fatiga.
  • Temblores.
  • Pérdida o aumento de peso.
  • Intolerancia al calor.
  • Ansiedad.
  • Cambios emocionales.
  • Latidos cardíacos irregulares.
  • Aumento de la sudoración.

Lo anterior es más frecuente cuando el bulto es igual o superior a cuatro centímetros, un tamaño suficiente para que el paciente pueda detectar que algo está creciendo en las inmediaciones de su cuello. Pocos quistes llegan a este tamaño, lo que a su vez dificulta el proceso de detección.

¿Cómo se diagnóstica un quiste en la tiroides?

Dado su tamaño y su predisposición a ser asintomático, el quiste tiroideo es particularmente difícil de diagnosticar. No es infrecuente que pase desapercibido durante años, en especial si solo es de un par de milímetros. Cuando los síntomas son manifiestos existen varias pruebas que se pueden hacer para detectarlo.

La evaluación inicial consiste en una revisión clínica del área del cuello. Si el bulto es lo suficientemente grande para ocasionar problemas al tragar o respirar es posible que el médico pueda detectarlo con un examen de rutina. Este se complementará con una ecografía, la mejor prueba por imagen estándar para determinar el tamaño y características del quiste.

No se trata de una prueba invasiva, es asequible y por lo general no requiere de la confirmación de otros exámenes por imágenes. Su ventaja es que permite determinar si su desarrollo es benigno o maligno. La biopsia solo es necesaria cuando el especialista descubre anormalidades en los resultados.

En paralelo con esto, también se realizarán pruebas de laboratorio para determinar la función hormonal. Se buscarán irregularidades de la hormona tiroidea y de la hormona estimulante de la tiroides.

Tratamiento del quiste en la tiroides

El quiste tiroideo tiene tratamiento
La evolución del quiste y el contexto clínico determinará la actitud terapéutica. En algunas ocasiones, no es necesaria intervención alguna.

El tratamiento del quiste está condicionado por los resultados obtenidos durante las pruebas de detección. Su tamaño, localización y los problemas que ocasiona orientarán al especialista sobre cómo proceder. Por lo general elegirá entre alguna de las siguientes opciones:

  • Seguimiento: si el quiste es muy pequeño y no ocasiona mayores inconvenientes se puede optar por hacerle un seguimiento. Este se hará una vez el año, aunque el intervalo dependerá del tamaño real del bulto. Así se controla su crecimiento y las posibles alteraciones que se pueden ocasionar con ello.
  • Aspiración del quiste: si su tamaño lo permite el especialista puede drenar el quiste a través de una punción. En ocasiones la anormalidad se desarrolla de nuevo, lo que requiere de un seguimiento de control durante los próximos meses o años.
  • Cirugía: en caso de que se hayan detectado células malignas se optará por una cirugía. Por fortuna, y como bien nos señala la American Cancer Society, los nódulos de este tipo son de crecimiento lento y representan uno de los más fáciles de tratar. Su pronóstico, en contraste con otras variantes, es muy bueno. La cirugía también se usa para extraer quistes benignos mayores de cuatro centímetros que causan problemas.

Los estudios nos indican que no es infrecuente que estas manifestaciones se confundan con un quiste de paratiroides. Esto se determina durante el proceso diagnóstico y por lo general demanda el mismo tratamiento.

En síntesis, el quiste tiroideo es muy tratable y porcentualmente no representa un problema para los pacientes. Exhortamos, sin embargo, a recurrir a un especialista de la endocrinología en caso de que descubras algunos de los síntomas. Una detección temprana siempre es útil para evitar complicaciones.



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