Pólipos de colon y recto: todo lo que debes saber
Los pólipos son pequeñas lesiones elevadas que surgen en la mucosa y se proyectan hacia la luz de una víscera hueca. Por lo general, estas proliferaciones se originan a nivel del intestino y tienen un curso benigno, sin embargo, algunas pueden evolucionar a lesiones cancerígenas. ¿Te interesa conocer acerca de los pólipos de colon y recto? A continuación te contamos todo lo que debes saber.
El colon y el recto son susceptibles a la formación de pólipos en los pacientes de edad avanzada. De igual forma, los mismos pueden ser congénitos o adquiridos, clasificándose de acuerdo a su naturaleza en neoplásicos y no neoplásicos. Estudios afirman que más del 5 % de los pólipos evolucionan a cáncer colorrectal.
Síntomas
En la mayoría de las personas, los pólipos de colon y recto no generan ningún tipo de sintomatología. Los mismos pueden pasar desapercibidos con facilidad, siendo diagnosticados durante evaluaciones de rutina o pruebas de tamizaje. En algunos casos, estas lesiones pueden ulcerarse y ocasionar sangrado rectal. De igual forma, algunas personas pueden desarrollar los siguientes síntomas:
- Cólicos y malestar abdominal.
- Heces oscuras o negruzcas.
- Estreñimiento.
- Sensación de ocupación rectal.
- Diarrea.
Por otro lado, la hemorragia intestinal continua promovida por los pólipos puede originar anemia a largo plazo. En este sentido, la pérdida de sangre lleva a una deficiencia en los niveles de hierro y en la formación de hemoglobina, dando lugar a la anemia ferropénica. Además, algunos pólipos de gran tamaño pueden complicarse causando invaginación y obstrucción intestinal.
¿Por qué se producen los pólipos de colon y recto?
Todos los tejidos están formados por células que crecen y se multiplican de forma ordenada para dar forma a los órganos. Sin embargo, la alteración del material genético de estas células puede llevar a la proliferación de lesiones anormales en el organismo. Los pólipos de colon y recto son resultado de la división celular no controlada en cualquier punto de la mucosa del intestino grueso.
En la actualidad, los pólipos se clasifican en neoplásicos y no neoplásicos con base en sus características microscópicas. Por lo general, las lesiones con potencial cancerígeno se originan a partir de las células ganglionares que recubren el tejido colorrectal, y originan los denominados pólipos adenomatosos. Algunas investigaciones sugieren que estos pólipos evolucionan a cáncer en el 95 % de los casos.
Las afecciones no neoplásicas pueden ser resultado de pólipos hiperplásicos, inflamatorios y linfoides, así como de hamartomas. Las poliposis inflamatorias comúnmente se originan de enfermedades intestinales inflamatorias como la enfermedad de Crohn. Por su parte, las lesionas hiperplásicas suelen desarrollarse a nivel del recto con un tamaño no mayor a 5 milímetros.
De igual forma, existen patologías hereditarias que promueven el crecimiento de pólipos en el colon y recto. Dentro de las enfermedades asociadas a esta afección se encuentran las siguientes:
- Síndrome de Peutz-Jeghers.
- Síndrome de poliposis MUTYH.
- Poliposis adenomatosa familiar.
- Síndrome de Lynch.
- Síndrome de Gardner.
Factores de riesgo
La alteración del material genético celular que promueve la formación de pólipos está influenciada por diversas variables intrínsecas y del estilo de vida. Algunos factores que aumentan la probabilidad de padecer esta afección son las siguientes:
- Edad mayor o igual a 50 años.
- Ser afrodescendiente.
- Diabetes tipo 2 no controlada.
- Haber padecido colitis ulcerativa o enfermedad de Crohn.
- Hábito tabáquico.
- Consumo excesivo de alcohol.
- Obesidad.
- Sedentarismo y falta de ejercicio físico.
Los antecedentes familiares de pólipos o cáncer de colon y recto aumentan en gran medida la incidencia de estas patologías, debido a las recurrencias. Además, el riesgo se incrementa de forma proporcional al número de parientes directos afectados. De esta manera, los especialistas recomiendan la realización de pruebas de detección temprana en este tipo de pacientes.
Diagnóstico
La identificación de los pólipos de colon y recto se basa en la exploración clínica integral con apoyo en estudios de imagen y pruebas de laboratorio. El médico tratante puede palpar las lesiones a nivel de la ampolla rectal mediante la valoración digital. Además, las manifestaciones clínicas y la historia familiar ofrecen datos que aumentan la sospecha diagnóstica.
Estudios afirman que la colonoscopia es el procedimiento de elección para la detección de pólipos ubicados a lo largo del colon o en el recto. De igual forma, la sigmoidoscopia flexible, la tomografía axial computarizada (TAC) y la resonancia magnética (RM) son otros estudios de imagen que pueden emplearse dentro del protocolo de diagnóstico.
Por otro lado, es posible realizar análisis de muestras fecales en busca de signos sugestivos de esta afección, como la sangre oculta en heces. Los estudios fecales también son útiles en la detección de ADN tumoral como parte de las pruebas de detección del cáncer colorrectal asociado a los pólipos neoplásicos. Además, es posible realizar exámenes genéticos en caso de enfermedades hereditarias.
Tratamiento de los pólipos de colon y recto
El tratamiento de los pólipos colónicos se basa en la resección total de la lesión, buscando impedir su crecimiento anormal y evolución maligna. La polipectomía endoscópica es el método más empleado en el abordaje terapéutico de estas afecciones. Los cirujanos suelen extraer todos los pólipos visibles en colon y recto al realizar el procedimiento.
Por otro lado, la cirugía abdominal laparoscópica es el procedimiento a realizar en caso de lesiones de gran tamaño. Algunos pacientes con poliposis familiar hereditaria pueden requerir de la extracción del colon y el recto mediante una proctocolectomía total. Los pólipos resecados deben ser evaluados por biopsia para determinar la necesidad de tratamiento anticancerígeno.
La prevención es vital en el pronóstico de esta afección
Los pólipos de colon y recto se asocian a personas mayores de 50 años con antecedentes familiares de esta afección. En la actualidad, es posible reducir el riesgo de poliposis y su evolución a cáncer colorrectal mediante pequeños cambios en el estilo de vida. En este sentido, las dietas ricas en frutas, vegetales y fibras, así como la actividad física constituyen las principales medidas de prevención.
De igual forma, las personas deben mantener un control rutinario del estado de salud con su médico de cabecera. La detección temprana de los pólipos y su abordaje oportuno determinan un mejor pronóstico de la enfermedad y una mayor calidad de vida.
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