Obesidad infantil: síntomas, causas y tratamiento
La obesidad infantil es un problema de salud grave que se desarrolla durante las primeras etapas de la vida y que puede dejar secuelas. Incrementa el riesgo de padecer otras patologías, como las cardiovasculares y metabólicas.
Hay que tener en cuenta que se trata de un fenómeno creciente debido al empobrecimiento de los hábitos de vida, tanto a nivel dietético como en lo que a actividad física se refiere. Sobre todo las nuevas tecnologías han propiciado que los niños se muevan menos, lo que impacta en la composición corporal.
¿Qué es la obesidad infantil?
Lo primero que hay que tener claro es a qué se refiere el concepto de obesidad infantil. Aunque presenta similitudes con el mismo problema durante la edad adulta, el criterio diagnóstico varía. Se define a la obesidad infantil como el mantenimiento de un índice de masa corporal (IMC) superior al percentil 95 para los niños de la misma edad y sexo.
Sin embargo, solo prevalece este criterio en los niños de edades comprendidas entre 2 y 19 años. Para los menores de 2 años no existe consenso en lo que a diagnóstico de la obesidad se refiere.
Los riesgos de la obesidad infantil para la salud
La obesidad infantil es una patología que presenta varios riesgos asociados, tanto a corto como a largo plazo. Entre ellos destaca la mayor incidencia de hipertensión arterial, tal y como afirma un estudio publicado en la revista Acta Paediatrica .
Asimismo, cabe destacar que una alteración negativa de la composición corporal repercute sobre el perfil lipídico. No solo se incrementa el número de lipoproteínas, sino también la oxidación de las mismas. Este último factor, junto con la inflamación, resulta determinante en la incidencia de la aterosclerosis en la edad adulta.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que la acumulación de tejido adiposo subcutáneo en cantidades excesivas genera un impacto a nivel metabólico e inflamatorio. A partir de aquí es más probable que el niño desarrolle problemas como la diabetes. De hecho, las revisiones actuales afirman que ambas patologías guardan una asociación estrecha.
En los casos más alarmantes de obesidad infantil se pueden experimentar otro tipo de problemas. Estos son el asma, las disfunciones respiratorias, las alteraciones en el sueño y las limitaciones funcionales motrices. Incluso esta acumulación excesiva de tejido graso incrementa la incidencia del cáncer, según un estudio publicado en Metabolism.
¿Cuáles son las principales causas de la obesidad infantil?
Además de la determinación genética, responsable de un pequeño porcentaje de todos los casos de obesidad infantil, este problema cuenta con una serie de factores ambientales muy importantes. Los cambios en los hábitos de vida dentro de los países desarrollados son uno de los orígenes de la mayor incidencia.
Las evidencias científicas apuntan a que el consumo de azúcares simples, de alimentos ultraprocesados y de grasas trans son responsables de las alteraciones negativas en la composición corporal de los jóvenes. Por este motivo, la dieta juega un papel esencial en lo que a prevención se refiere.
En este sentido, es preocupante la ingesta de refrescos azucarados, productos frecuentes en la pauta de alimentación de muchos jóvenes. Incluso se consumen en el contexto de las comidas principales, en sustitución del agua mineral.
Asimismo, el sedentarismo es otro de los puntos clave en el desarrollo de la obesidad. Mientras que la actividad física se considera un elemento protector, el hecho de utilizar dispositivos electrónicos constantemente resulta un factor de riesgo. Un artículo publicado en la revista Pediatric Exercise Science corrobora dicha afirmación.
Hay que destacar que los videojuegos han impactado de forma negativa sobre los hábitos de ejercicio físico de los jóvenes. La mayor penetración de los deportes electrónicos limita la actividad física, reduciendo el horario disponible para su práctica.
Por último, es importante destacar que es posible encontrar polimorfismos en el espectro genético relacionados con una mayor predisposición al desarrollo de la obesidad. De todos modos, y a pesar de la pérdida en el equilibrio hormonal y metabólico que esto conlleva, las alteraciones en los hábitos siguen predominando.
El tratamiento de la obesidad infantil
Una vez que se consolida el diagnóstico de la obesidad infantil es importante aplicar un tratamiento eficaz para revertir la situación. Existen diferentes estrategias a nivel nutricional que pueden ayudar a solventar el problema, aunque han de estar integradas en un contexto interdisciplinar.
Es fundamental modificar los hábitos de vida para impactar sobre la salud metabólica y sobre la oxidación de las grasas. Para ello será determinante plantear un desequilibrio energético a favor del gasto, por medio de una dieta hipocalórica. La restricción en el consumo de azúcares simples, de grasas trans y de ultraprocesados será clave.
Al mismo tiempo, es preciso garantizar que el niño se vuelve cada vez más activo. El trabajo de fuerza podría no estar indicado durante las primeras etapas de la vida. No obstante, garantizar la práctica deportiva es esencial, tal y como comenta un estudio publicado en Revista de Saude Publica .
Una estrategia positiva es limitar la exposición a los videojuegos y a las pantallas por parte de los niños y adolescentes, incitando a la práctica de actividades al aire libre. Esto también contribuirá a un mayor desarrollo social.
Por último, es crucial asegurar un buen descanso. Muchos jóvenes cuentan con malos hábitos de sueño, acostándose tarde y despertándose temprano para cumplir con sus obligaciones estudiantiles. Ir a la cama más temprano resulta una vía para garantizar al menos 7 u 8 horas de sueño a diario.
El ayuno intermitente en niños
Cabe la necesidad de abrir un paréntesis para comentar la utilización del ayuno intermitente como herramienta en el tratamiento de la obesidad infantil. Si bien este protocolo puede resultar útil en el caso de los adultos, no se recomienda su práctica en el caso de los niños y adolescentes.
Esto se debe a que los jóvenes cuentan con unos requerimientos nutricionales superiores. Es necesario asegurar que estos se cubran de forma óptima para evitar problemas a mediano plazo. Cualquier tipo de conducta restrictiva, fuera de las limitaciones de alimentos poco saludables ya comentadas, podría repercutir negativamente sobre el crecimiento.
¿Cuándo consultar con un especialista?
Existe la posibilidad de que haya una determinación genética detrás de la condición de obesidad infantil. El desarrollo de una patología subyacente puede impactar de forma negativa sobre el equilibrio hormonal y metabólico.
Dadas estas circunstancias, un cambio en los hábitos de vida puede no impactar como cabría esperar. En este caso, es óptimo consultar con un especialista. A partir de aquí se realizarán ciertas pruebas con el objetivo de detectar el foco del problema.
Puede ser preciso el uso de farmacología, sobre todo en casos de hiperfagia o de trastornos asociados con el desarrollo de la sensación de saciedad. No obstante, la educación nutricional será también un elemento clave del proceso, ya que hacer al niño conocedor de las raciones adecuadas de alimentos incrementará las probabilidades de éxito.
La cirugía contra la obesidad en los niños
A pesar de que el mecanismo quirúrgico contra la obesidad puede funcionar en el caso de los adultos, no está recomendado en niños. Ni la intervención con el objetivo de extraer el exceso de masa grasa ni aquella enfocada a reducir la capacidad estomacal se consideran adecuadas en estos casos.
Se apuesta por la educación nutricional y el cambio de hábitos. La farmacología puede estar presente, pero siempre con la condición de evitar las abordajes invasivos, ya que suponen un mayor riesgo.
La obesidad infantil es un problema creciente
Los datos de la obesidad infantil resultan cada año más preocupantes por su carácter creciente. Por este motivo, es importante apostar por las políticas de prevención que promocionan la educación nutricional y la práctica deportiva.
El impacto de la industria sobre los hábitos dietéticos y sobre el modo de relación de los seres humanos juega en contra del mantenimiento de una adecuada composición corporal.
Además, esta situación de obesidad no solo resulta un problema a corto plazo. Al cabo de los años se traducirá en un mayor número de disfunciones a nivel orgánico, lo que incrementará el riesgo de muerte por todas las causas.
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