Lipomas: síntomas, causas y tratamiento

Los lipomas son crecimientos anormales de tejido graso. Aunque asustan, representan neoplasias benignas que pueden extirparse llegado el caso.
Lipomas: síntomas, causas y tratamiento
Leonardo Biolatto

Escrito y verificado por el médico Leonardo Biolatto.

Última actualización: 22 enero, 2021

Encontrarse lipomas puede significar un aumento de la ansiedad y del estrés. Cualquier bulto o protuberancia en el cuerpo genera curiosidad y miedo por la posibilidad de que estemos ante un crecimiento maligno.

En este caso particular, la preocupación no es algo que deba invadirnos, sobre todo si es superficial y no se determina un tamaño suficiente como para afectar otro órgano. Los lipomas son benignos y no causan metástasis.

Cualquier parte del cuerpo puede tenerlos. Al tratarse de crecimientos anormales de células del tejido graso, se descubren debajo de la piel de los brazos, la espalda, el cuello, el rostro o los muslos. Esto hace que su abordaje quirúrgico sea, casi siempre, estético.

¿Cómo son los lipomas?

Los lipomas son benignos y reúnen ciertas características que permiten sospechar que son de este tejido graso y no de otro. Esto es importante en la consulta médica, pues el profesional puede obviar la solicitud de una biopsia si considera que es alta la seguridad de la benignidad.

Por otro lado, estas evidencias sirven para los diagnósticos diferenciales, ya que diversos tumores de los tejidos blandos aparecen en la piel o bajo ella. Nuevamente, recalcamos que esto puede significar para el médico la opción de no punzar ni aspirar la lesión.

Los lipomas suelen ser de la siguiente forma:

  • Blandos cuando se los presiona.
  • Móviles, como suspendidos entre la piel y el tejido subcutáneo.
  • Palpables durante todo el día y en diversas posiciones del cuerpo.
  • Del mismo color que la piel.
  • Indoloros, excepto que su localización o tamaño incida sobre trayectos nerviosos.
Tejido graso que es afectado por lipomas.
El tejido graso es el foco de los lipomas. Los adipocitos sufren mutaciones que provocan su crecimiento desmedido.

Clasificación

Para poder estudiarlos se han clasificado los lipomas según la ubicación y según las características del tejido involucrado. En este sentido, son dos maneras de abordar la temática. En primer lugar, de acuerdo a la región anatómica tenemos los siguientes:

  • Convencional: es el típico subcutáneo que se ve a simple vista o se palpa desde fuera de la piel.
  • Intramuscular: es una forma profunda dentro de algún músculo.
  • Intermuscular: su presentación habitual es la pared del abdomen, ocupando espacio entre fibras de distintos grupos musculares.
  • Arborescens: tiene una forma particular con extensiones que contactan tejido sinovial. Este es el componente de las articulaciones.
  • Retroperitoneal: cuando el lipoma está en la zona posterior del abdomen, en el retroperitoneo, constituye una variante profunda con mayor riesgo, ya que puede afectar órganos internos por presión u obstruir trayectos arteriales.

La otra clasificación es la histológica, de acuerdo a las células que se detectan dentro del tumor, sin considerar las grasas que siempre están allí:

  • Convencional: solo tiene adipocitos.
  • Fibrolipoma: se agrega tejido fibroso conectivo.
  • Angiolipoma: posee vasos sanguíneos.
  • Mielolipoma: los adipocitos son acompañados por células de la médula ósea.

Lipoma versus angiomiolipoma

Un diagnóstico diferencial que se impone es con los angiomiolipomas. Estos son una combinación de tejido graso, muscular y vasos sanguíneos. No son malignos, pero sí presentan dolor cuando su posición es subcutánea. Además, hay una coloración más rojiza que se debe a la vascularización.

De todas maneras, la ubicación más habitual es la renal. Cuando crecen lo suficiente allí afectan el funcionamiento y el filtrado de la orina, derivando en insuficiencia.

Lipoma versus liposarcoma

El lipoma debe distinguirse de la variante maligna conocida como liposarcoma. Este es un tumor canceroso de las células grasas del cuerpo con baja incidencia. Sus lugares de localización habitual son los miembros inferiores, los superiores y el abdomen.

Los liposarcomas se operan y se extirpan porque revisten riesgo de metástasis. No se descarta luego la aplicación de terapias que complementen la cirugía, como la radioterapia.

Factores de riesgo para padecer lipomas

Habría un factor genético en los lipomas, ya que se han detectado secuencias familiares de abuelos y padres con el padecimiento que luego se expresa en los hijos. Aún así, la causa última no se ha develado.

Hay personas que reúnen ciertas características que los hacen susceptibles a padecer lipomas, sobre todo por presentar patologías que los tienen entre sus signos. Es decir, los bultos de tejido graso son una cuestión más en el abanico de síntomas de los pacientes.

Entre las enfermedades que constituyen factores de riesgo se encuentran las siguientes:

  • Hamartomas múltiples: los hamartomas son tumores benignos de los tejidos que, si se presentan múltiples al mismo tiempo, se engloban como síndrome de Cowden.
  • Lipomatosis múltiple sistémica: este raro desorden consiste en una alteración metabólica que impide la destrucción y expulsión de los lípidos en el cuerpo, lo que lleva a su acumulación en forma de lipomas. El síndrome cursa con otras alteraciones del metabolismo y de las hormonas que se expresan en hipotiroidismo, diabetes o anemia.
  • Enfermedad de Dercum: la adiposis dolorosa es una variante de los lipomas que no cumplen con los criterios descritos previamente. Aquí los pacientes tienen protuberancias grasas que duelen.

Diagnóstico de los lipomas

El primer paso para diagnosticar un lipoma es el examen físico. El médico pretenderá corroborar que se cumplen los criterios enunciados de movilidad, suavidad y falta de dolor. Si las 3 características son evidentes, entonces no habrá mucho lugar a la duda.

En la mayoría de los casos no es necesario continuar a una biopsia. Se debería reservar para tumores dudosos o grandes que comprometen otros órganos. De otra manera, es posible que la cicatriz quirúrgica para tomar una muestra sea mayor al efecto antiestético del bulto en sí.

Sí o sí habrá biopsia si se sospecha un liposarcoma. Ya que la condición de este último es maligna, poder confirmarlo se hace imprescindible. El procedimiento es sencillo y la muestra se toma de forma ambulatoria, en el consultorio. Luego es enviada a un laboratorio de anatomía patológica para analizar bajo el microscopio.

El caso puntual del lipoma gigante, considerado así cuando supera los 5 centímetros, puede requerir estudios de imágenes. Las resonancias y las tomografías ayudan cuando hay tumoraciones profundas, intramusculares, de difícil valoración con el examen físico.

Tratamiento de los lipomas

Tratar un lipoma es eliminarlo, pero eso no es una decisión solo médica. El paciente puede requerir, por motivos estéticos, una extirpación completa. También se plantean casos preventivos si se detecta un crecimiento exagerado o exacerbado.

Lo más frecuente es que la tumoración no sea peligrosa y que el abordaje adecuado sea expectante. El profesional solicitará revisaciones periódicas, de un año, o estudios de imágenes con la misma repetición si se localiza profundo.

Tampoco es lo mismo un lipoma aislado que una lipomatosis. Esta última condición hace referencia a la presencia de múltiples tumores grasos al mismo tiempo en el paciente. Si la diseminación es notoria no habrá posibilidad de extirpar uno por uno.

Cirugía

El abordaje quirúrgico es el más empleado. Se realiza una incisión y se quita el tumor para luego cerrar la piel. En los bultos pequeños no hace falta anestesia general y se puede concretar la práctica en un quirófano ambulatorio.

Las complicaciones del método son muy básicas e incluyen la infección de la herida, la presencia de dolor y sangrado posoperatorio, así como reincidencia del tumor.

Liposucción

En la liposucción se absorbe la grasa que forma al lipoma a través de una aguja. La misma se inserta dentro del tumor para vaciarlo, de manera que colapse sobre sí mismo.

Cirugía de extirpación de lipoma.
La opción quirúrgica es la prioritaria ante los lipomas, a veces por cuestiones estéticas y otras por indicación médica.

Inyecciones

La aplicación de corticoesteroides en el lipoma para reducirlo es una opción más, pero no hay una efectividad plena. El procedimiento basa su teoría en la lipoatrofia, un efecto secundario de estos medicamentos.

La lipoatrofia es la disminución del tejido celular subcutáneo. Los corticoides reducen la cantidad y el tamaño de los adipocitos, que son las células del tejido graso. Por eso se dice que es una involución de la zona y no una destrucción total.

Una enfermedad benigna con consecuencias estéticas

La consecuencia estética de los lipomas no es despreciable. Muchas personas eligen la extirpación por esta razón y, aunque sea pequeño y no revista riesgo, quieren que sea removido.

Lo ideal es que un profesional asesore sobre la decisión. Puede resultar más perjudicial una cicatriz en el rostro que el bulto en sí. De la misma manera, existen alternativas como la liposucción para reducir las marcas posteriores a los procedimientos.



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