Crisis epiléptica: ¿en qué consiste?
Pocas alteraciones en el organismo son tan evidentes como una crisis epiléptica. Esta puede adquirir una gran variedad de presentaciones que suceden como respuesta a muchas patologías.
A continuación te presentaremos un breve artículo sobre los aspectos más importantes de esta enfermedad. ¡Sigue leyendo para saber más!
Epilepsia y convulsiones: diferencias principales
A pesar de que son términos que pueden utilizarse para un mismo contexto, en realidad son diferentes. Las convulsiones representan un signo de alteraciones en la actividad eléctrica del sistema nervioso central, lo que da origen a movimientos involuntarios, con o sin pérdida de la conciencia. Estos pueden abarcar todo el cuerpo o solo pequeños grupos musculares.
Por otro lado, la epilepsia es un síndrome complejo caracterizado por una mayor tendencia a desarrollar convulsiones. Existen varios tipos, cuyas características principales difieren según la edad del paciente, la frecuencia y el tipo de crisis , los síntomas asociados y las alteraciones detectadas en el electroencefalograma.
El término crisis epiléptica hace referencia a una convulsión que aparece en un paciente con epilepsia. Por lo tanto, a pesar de que el tratamiento en urgencias es similar, no es lo mismo que una persona presente una crisis convulsiva esporádica a que la recaída sea de un paciente con epilepsia.
En los niños entre 6 meses y 5 años pueden ocurrir convulsiones como respuesta natural a elevaciones rápidas de la temperatura corporal. Se llaman convulsiones febriles y no suelen requerir tratamiento a largo plazo.
Por otro lado, las convulsiones aisladas en pacientes adultos pueden ser causadas por una amplia variedad de enfermedades, como las siguientes:
- Hipo o hipernatremia: disminución o aumento patológico del sodio en la sangre.
- Cetoacidosis diabética.
- Tumores del sistema nervioso central.
- Infecciones cerebrales.
- Hemorragias intracerebrales, por lo general secundarias a traumatismos craneoencefálicos.
Crisis epiléptica: epidemiología
La prevalencia exacta de la epilepsia en todo el mundo se desconoce, ya que es una cifra sometida a constante cambio y que depende mucho de cada comunidad en estudio. En el caso específico de España, investigaciones fijan este valor en alrededor de 8 pacientes por cada 100 000 habitantes. Para el año 2011 se estimaba que había alrededor de 360 000 casos de epilepsia en el país.
Según una publicación de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), todos los años se diagnostican alrededor de 2,4 millones de casos. Estos suelen ser más abundantes en los países en vías de desarrollo o con bajos niveles de ingresos, algo que puede deberse a una mayor incidencia de neuroinfecciones, como la cisticercosis o la malaria cerebral.
Un estudio publicado en 2018 se encargó de evaluar las variaciones en las prevalencias registradas de esta enfermedad en Latinoamérica y España en los últimos años. A pesar del avance económico en muchos de estos países y los fenómenos migratorios, no fue posible encontrar variaciones significativas.
Tanto los niños como las personas de edad avanzada tienen mayor tendencia a desarrollar la enfermedad. El deterioro del sistema inmunitario, las alteraciones estructurales cerebrales propias de la edad, así como también la mayor incidencia de neuroinfecciones pudiesen explicar este comportamiento en los ancianos.
Por supuesto, muchos de estos estudios no toman en cuenta las diferencias entre los síndromes epilépticos y las crisis convulsivas secundarias a enfermedades de base. También son escasos los registros que hablan acerca de la cantidad de pacientes que hacen recaídas.
Tipos de epilepsia
Existen múltiples clasificaciones que pueden tenerse en cuenta para diferenciar los síndromes epilépticos. Pueden considerar la edad de aparición, las alteraciones en el electroencefalograma o la ubicación de la lesión cerebral, por ejemplo.
Sin embargo, para determinar el tipo de crisis epiléptica es conveniente hacerlo según las características de la convulsión desde un punto de vista clínico. Según una publicación de la Asociación Andaluza de Epilepsia (ÁPICE), pueden clasificarse en crisis generalizadas y focales.
Crisis generalizadas
Estas se producen cuando se genera un impulso nervioso capaz de extenderse a muchas regiones cerebrales. Por lo general, aunque no siempre, incluyen pérdida de la conciencia. Las convulsiones tónico-clónicas y las crisis de ausencia son ejemplos representativos.
Las crisis tónico-clónicas son las típicas convulsiones que suelen representarse en los medios de comunicación y entretenimiento. El paciente afectado pierde el conocimiento, se pone rígido durante algunos segundos o minutos y luego empieza a presentar movimientos rápidos, involuntarios y fuertes en todas las extremidades.
En ocasiones, suele acompañarse de micción y defecación involuntaria y puede durar algunos minutos. Después de la crisis suelen pasar algunos minutos antes de recuperar la conciencia. Cuando esto sucede existe un estado de somnolencia.
Las crisis de ausencia son mucho menos evidentes. Por lo general afectan a pacientes pediátricos y se caracterizan por un estado de ensimismamiento, en el que la persona parece estar distraída, mirando un punto fijo mientras hace movimientos repetitivos (mover la lengua, las manos o los labios).
Crisis focales
A diferencia de las anteriores, las crisis focales se caracterizan por la estimulación de una zona muy específica en el cerebro. Esto ocasiona síntomas que pueden o no incluir movimientos anormales. En la mayoría de las ocasiones no existe pérdida del conocimiento. Por lo tanto, se conocen como crisis focales simples.
Cuando existen movimientos involuntarios puede presentarse la sacudida de alguna de las extremidades durante algunos segundos o minutos. Este fenómeno puede repetirse varias veces a lo largo del día y no siempre existen síntomas asociados.
A veces, las crisis tienen carácter sensitivo. Por lo tanto, el paciente puede percibir hormigueos muy bien delimitados, percibir olores extraños o visualizar luces que ninguna otra persona puede ver. Estos casos suelen ser de difícil diagnóstico y durante la evaluación el médico suele descartar otras patologías más frecuentes.
Causas principales
Los síndromes epilépticos pueden aparecer con más frecuencia en las personas con las siguientes condiciones:
- Antecedentes familiares de epilepsia.
- Consumo de drogas ilícitas.
- Trastornos metabólicos.
- Lesiones ocupantes de espacio en el cerebro.
Si bien la herencia juega un papel importante en el desarrollo de la enfermedad, son pocos los síndromes epilépticos bien definidos que pueden transmitirse de padres a hijos. Además, no todas las patologías son capaces de generar un cuadro clínico de epilepsia permanente.
Diagnóstico de la crisis epiléptica
Suele ser suficiente con el testimonio de un familiar o persona que haya presenciado la convulsión. Ante esta circunstancia y, analizando los factores particulares de cada paciente, el médico podría indicar varios estudios:
- Biometría hemática completa: esta permitiría, mediante el conteo de glóbulos blancos, determinar si existe una infección subyacente.
- Tomografía computarizada: si bien es controversial su indicación en una primera convulsión en pacientes adultos, en general es una opción bastante válida para detectar lesiones ocupantes de espacio.
- Resonancia magnética nuclear: tiene la ventaja de no emitir radiación y ofrecer imágenes más nítidas de algunas estructuras cerebrales.
Tratamientos para la crisis epiléptica
Existe una enorme variedad de medicamentos anticonvulsivantes o antiepilépticos. Estos se basan en la regulación de la actividad eléctrica cerebral al interactuar con las neuronas, modificando los niveles de algunos elementos, como el calcio y el sodio.
Algunos de los más utilizados para prevenir la aparición de nuevas crisis son los siguientes:
- Fenitoína.
- Carbamazepina.
- Ácido valproico o valproato.
- Topiramato.
- Lamotrigina.
Las crisis epilépticas o convulsivas suelen tratarse en la emergencia con medicamentos por vía intravenosa o intramuscular. El diazepam, por ejemplo, es un ejemplo representativo de este grupo.
La crisis epiléptica es competencia del neurólogo
Las crisis epilépticas son fenómenos complejos que, en la mayoría de los casos, requieren tratamiento médico prolongado. Para estos pacientes, acudir a un neurólogo de forma rutinaria es fundamental.
No puede menospreciarse el trastorno, aún cuando se sospeche a las claras de algo pasajero, como puede ser la forma febril de la infancia. Siempre se impone un seguimiento adecuado que descarte causas subyacentes más peligrosas.
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