Contaminación y asma: ¿cómo se relacionan?
La contaminación del aire es la presencia de partículas o gas que se encuentran suspendidas y que no forman parte de la composición natural de este. El monóxido de carbono, el dióxido de azufre, el dióxido de nitrógeno, el humo de incendio, las partículas de polvo, las cenizas volcánicas y demás son un ejemplo. Existe una relación estrecha entre la contaminación y el asma, más cercana de lo que muchos piensan.
Tal y como nos advierte la Agencia de Protección Ambiental (EPA), la contaminación del aire deriva en una serie de complicaciones respiratorias. Estas se manifiestan tanto con la exposición aguda como con la crónica, de manera que los niños, los adultos mayores, las personas asmáticas y otros grupos de riesgo deben ser conscientes de esta relación. Hoy te indicamos cómo repercute en tu salud respiratoria.
¿Cuál es la relación entre la contaminación y el asma?
El asma se caracteriza por episodios en los que se desencadena una inflamación o estrechamiento de las vías respiratorias, una secreción de mucosidad en ellas y una reducción en la cantidad de aire que entra a los pulmones. Puede manifestarse por diversas causas, aunque la mayoría de los episodios responden a catalizadores alérgicos.
Cuando las partículas o los gases contaminantes entran en contacto con las vías respiratorias, y en función de las proporciones y la exposición, pueden desencadenar episodios inflamatorios. Este proceso aumenta la capacidad de respuesta de nuestro organismo a sustancias irritantes.
La relación entre la contaminación del aire y el asma es algo que ha sido corroborado por diversas investigaciones. Algunos expertos sugieren que una buena proporción de los casos de asma infantil están conectados directamente con la contaminación. Los mecanismos bajo los cuales operan son muy variados, y siempre están condicionados a la calidad del aire y al tiempo de exposición.
La Academia Estadounidense de Alergia, Asma e Inmunología (AAAI) advierte que la exposición aguda y crónica a la contaminación también puede desencadenar asma en los adultos. Pero no solo puede ser un catalizador, sino que también puede empeorar los episodios en los pacientes previamente diagnosticados con la enfermedad o desencadenar un ataque. Veamos dos mecanismos que median entre la contaminación y el asma.
Contaminación y función pulmonar
La evidencia indica que la exposición a los agentes contaminantes del aire deriva en efectos irritantes e inflamatorios en los neuroreceptores y en los epitelios de las vías respiratorias. Como consecuencia esto puede evolucionar a hiperactividad de las vías. Ambos escenarios elevan las probabilidades de desarrollar crisis de asma.
Si la exposición se extiende por un tiempo significativo, los expertos advierten que esto puede ocasionar un deterioro de la función pulmonar, crecimiento pulmonar deficiente (en el caso de los niños) e infecciones del tracto respiratorio. Por tanto, los episodios aislados de asma pueden convertirse en un problema permanente que requiere tratamiento o seguimiento a largo plazo.
Contaminación y ADN
Existe evidencia de que la exposición prolongada a ciertos contaminantes puede ocasionar un efecto de supresión de genes que son imprescindibles para diferenciar un alérgeno de un patógeno peligroso (virus, bacterias y demás). Como consecuencia, el sistema inmunitario sobreactúa frente a estos alérgenos (polvo, por ejemplo) al no poder diferenciarlos de una sustancia potencialmente dañina.
Se ha estudiado la supresión de genes que median en la tolerancia inmunológica hacia los contaminantes en niños. Los resultados indican que la exposición a corto y largo plazo a sustancias como dióxido de carbono y monóxido de carbono se asocia con alteraciones de esta función inmunitaria mediada por los genes. Estas alteraciones se relacionan estrechamente con el desarrollo de asma infantil y en la etapa adulta.
Téngase en cuenta que el asma es un fenómeno complejo que no cuenta con solo un catalizador. Los expertos advierten que la contaminación del aire se combina con la predisposición genética, el tabaquismo durante el embarazo y otros factores ambientales que inciden en el desarrollo de esta enfermedad respiratoria.
Sea como fuere, la relación entre la contaminación y el asma no es casual y ha sido demostrada en innumerable ocasiones.
Consejos para evitar el asma por contaminación del aire
Dado que sabemos que existe una conexión entre la contaminación y el asma, ¿podemos hacer algo entonces para reducir su incidencia? La respuesta es sí.
Aunque por supuesto existe un margen de acción muy amplio en el cual no puedes hacer nada al respecto, pequeñas modificaciones en el estilo de vida tienen un impacto positivo en esta relación. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) apuntan las siguientes indicaciones:
- Cuando hagas actividad física (como correr) hazlo lejos de las autopistas y carreteras. Los niveles de contaminación son peores en estas áreas.
- Revisa el pronóstico diario de la calidad del aire para tomar previsiones.
- Minimiza la cantidad de tiempo que pasas al aire libre cuando el pronóstico señala concentraciones elevadas de contaminación.
- Los niveles de contaminación por lo general son bajos en la mañana y en la noche. Orienta la mayor cantidad de actividades al aire libre que puedas durante estas horas.
- Apuesta por actividades al aire libre que no demanden un gran esfuerzo físico. Por ejemplo, usa una cortadora de césped con asiento en lugar de una manual.
Otras cosas que puedes hacer es alejarte de las áreas de fumadores, aumentar el flujo de aire en tu hogar, prevenir el crecimiento de moho y evitar circular por zonas de incendios.
Algunas crisis de asma pueden prevenirse
No se puede evitar por completo la exposición a la contaminación, pero si tienes en cuenta todos estos principios podrás inclinar la balanza a tu favor. Muchos pacientes asmáticos no requieren tratamiento permanente, pero si es tu caso no dudes consultar con un especialista. Hazlo también si crees que los episodios son muy frecuentes o descontrolados.
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