Cociente intelectual (CI): ¿qué es y cómo se calcula?
Desde los inicios de la historia de la psicología se ha pretendido estudiar la mente y la inteligencia. Así, numerosos autores han intentado definir qué es la inteligencia e incluso han propuestos medidas e índices para calcularla. A día de hoy, una de las más utilizadas para evaluarla es el cociente intelectual (CI).
En este artículo haremos un breve repaso histórico de la evaluación de la inteligencia para llegar al CI y conoceremos algunos de los autores más relevantes. Antes del coeficiente intelectual aparecieron otros parámetros, como el cociente mental. ¿Cómo se llegó hasta el CI actual? ¿Cómo se calcula? ¿Qué información nos da este parámetro? Hablaremos de todo ello aquí.
“No es lo inteligente que eres lo que importa; lo que realmente cuenta es cómo es tu inteligencia”.
-Howard Gardner-
Origen e historia del cociente intelectual (CI)
El concepto de cociente intelectual (CI) tuvo un desarrollo histórico desde principios del siglo XX. Dentro de la escuela francesa, Alfred Binet (1857-1911) fue quien le dio un giro al objetivo y a la medida de los procesos mentales. Publicó, en 1905, “La escala métrica de la inteligencia” junto a su compañero Simon. La escala consistía en un conjunto de 30 pruebas para medir el alcance intelectual de los niños.
La edad mental
Más adelante, Binet elaboró el concepto de edad mental para referirse a la edad media a la que los sujetos resolvían una serie de problemas. Definió también el retraso mental (discapacidad intelectual) como la diferencia entre la edad mental y la edad cronológica.
Binet apostaba por la educación compensatoria como una especie de ortopedia mental para aumentar el nivel intelectual de los niños con retraso.
Más adelante aparece Stern, quien define el concepto de cociente mental que surge de calcular la edad mental sobre la edad cronológica (CM=EM/EC). El problema es que aparecían decimales y la mental no crecía a la misma velocidad que la cronológica, por lo que en adultos los cocientes resultaban bajos.
Terman: figura clave
Posteriormente, en 1916, aparece la figura de Lewis Madison Terman (1877-1956). Fue quien, adoptando la sugerencia de Stern de multiplicar el cociente mental por 100 para evitar inconvenientes con los decimales, establece el cociente intelectual (CI), que surge de dividir la edad mental sobre la edad cronológica y multiplicarlo todo por 100. Es decir, a nivel matemático sería de la siguiente manera:
CI = (EM / EC) x 100.
La ventaja de este índice es que es independiente de la edad. Así, si un sujeto mostraba un rendimiento medio frente a su grupo de edad invariable en años sucesivos, su cociente de inteligencia no se modificaba.
Weschler: el cociente de desviación
Entonces aparece Weschler, quien introduce un nuevo concepto: el cociente de desviación. Para obtenerlo, las puntuaciones directas se transformaban en típicas por comparación con los rendimientos de sujetos de la misma edad. El autor establece que, para el cociente intelectual, la media es de 100 y la desviación típica es de 15 en una distribución normal.
¿Para qué sirve el cociente intelectual?
A día de hoy, el cociente intelectual es un estimador de la inteligencia general que se calcula a partir de diferentes test estandarizados diseñados para este fin. Pero hay cierta controversia al respecto.
Algunos autores (Hampshire et al., 2012) consideran que reducir la inteligencia humana a un único factor es demasiado arriesgado. Otros, en cambio, opinan que el CI tiene un gran valor predictivo, sobre todo a nivel académico o laboral (Sternberg et al., 2001).
Pero, ¿para qué se utiliza el CI? Las puntuaciones del cociente intelectual se emplean en muchos contextos diferentes, como para predecir el rendimiento escolar, para indicar necesidades educativas especiales, para evaluar el rendimiento laboral y más. Incluso, los sociólogos pueden utilizar este parámetro para estudiar la distribución de la inteligencia en poblaciones.
Rangos y puntuaciones del coeficiente intelectual
En la actualidad se establece que la media del cociente intelectual en una población normal es de 100 y la desviación típica de 15. A partir de una puntuación de 130, aproximadamente, ya hablamos de superdotación intelectual. Por otro lado, en Gross (2004) y Robson (2007) se establecen unos determinados puntos de referencia.
Estos nos servirán para conocer la inteligencia general de la persona (y si manifiesta o no una discapacidad intelectual y en qué grado). Son utilizados en el ámbito de la evaluación de la inteligencia en psicología educativa (también en pedagogía). Así, los puntos de referencia establecidos para el CI son los siguientes.
CI entre 0-4
Aquí encontramos los casos más extremos (solo el 0,000001 % de la población tiene este CI). La persona no sabría leer, hablar, escribir, comunicarse o incluso pensar. Hablamos de aquellos criados al margen de la sociedad en ciertos países.
CI entre 5-19
En este caso, un CI entre 5 y 19 es propio de una persona con discapacidad intelectual (DI) profunda. En la mayoría existe un trastorno o enfermedad neurológica de base.
CI entre 20-34
Se trata de la discapacidad intelectual grave que afecta a un 3-4 % de la población con discapacidad intelectual. Tras ella encontramos determinados síndromes y trastornos, como el Síndrome de Angelman. En estos casos, la adquisición del lenguaje comunicativo es escasa o nula.
CI entre 35-54
Encontramos aquí la discapacidad intelectual moderada, formado por el 10 % de las personas con discapacidad intelectual. En estos casos se produce una adquisición de las habilidades comunicativas durante los primeros años de la niñez.
CI entre 55-69
Se trata de la discapacidad intelectual leve que afecta alrededor del 87 % de las personas con discapacidad intelectual. Suelen desarrollar habilidades sociales y comunicativas durante los años preescolares (0-5 años de edad). Aquí hay más margen para potenciar y estimular la inteligencia.
CI entre 70-84
Cuando el cociente intelectual oscila entre la puntuación de 70 y 84 hablamos de inteligencia límite. De hecho, 1 de cada 9 personas presentaría esta característica, situándose ligeramente por debajo de la media.
CI entre 85-99
Finalmente, en el último grupo incluimos a las personas por debajo de la media en inteligencia. Sin embargo, en la mayoría de los casos la diferencia no es perceptible.
CI entre 100 y 140
A partir de la puntuación 100 la persona ya se considera dentro de la media. Aquí se hallan la mayoría de las personas. A partir de 120 se considera que la persona tiene una inteligencia brillante (13% de la población).
Más allá de 130 hay superdotación intelectual y más de 140 es la genialidad intelectual. Por encima de estos valores se encuentran mentes muy atípicas.
Las inteligencias múltiples
Autores como Gardner, reacios a creer que podíamos hablar de un único tipo de inteligencia, apostaron por la teoría de las inteligencias múltiples. Dicho postulado sostiene que tenemos un total de 8 tipos de inteligencia: la musical, la corporal-cinestésica, la interpersonal, la lingüístico-verbal, la lógico-matemática, la naturalista, la intrapersonal y la visual-espacial.
“La inteligencia no se manifiesta por tener un determinado nivel de estudio, sino en la capacidad de guardar silencio cuando el ignorante hace ruido”.
-Arturo Hernández L.-
Otros modelos factoriales
Más allá de la teoría de Gardner, encontramos otros modelos factoriales de la inteligencia y que se alejan cada vez más del concepto único del cociente intelectual. Algunas de las más conocidas son las siguientes:
- Aptitudes primarias de Thurstone.
- Teoría de la inteligencia de Guilford.
- Teoría triárquica de Sternberg.
Esto revela que no hay un pensamiento único sobre la importancia del cociente intelectual y que la valoración que se hace sobre la inteligencia de las personas es multifactorial. No hay un solo factor determinante a considerar.
- Del Barrio, V. (2003). Evaluación psicológica aplicada a diferentes contextos. Madrid: UNED.
- Gardner, H. (1998). A Reply to Perry D. Klein's 'Multiplying the problems of intelligence by eight. Canadian Journal of Education, 23 (1): 96–102.
- Santos, Manuela Romo. "Treinta y cinco años del pensamiento divergente: teoría de la creatividad de Guilford." Estudios de psicología 7.27-28 (1986): 175-192.
- Gross, M. (2004). Exceptionally gifted children. Nueva York: Routledge.
- Hampshire, A. et al. (2012). Fractionating Human Intelligence. Neuron, 76(6): 1225-1237.
- Robson, D., Brenneman, J.F., Kay, K. (2007). High IQ Kids: Collected Insights, Information, and Personal Stories from the Experts. Free Spirit Publishing.
- Sternberg, Robert J.; Grigorenko, Elena L.; Bundy, Donald A. (2001). «The predictive value of IQ». Merrill-Palmer Quarterly 47.1.