Ansiolíticos y alcohol: ¿qué ocurre si los tomas?
Existen muchas sustancias capaces de deprimir al sistema nervioso central. Algunas de ellas son fármacos usados para tratar enfermedades, mientras que otras son bebidas socialmente aceptadas. Los compuestos de esta índole más utilizados son los ansiolíticos y el alcohol, pero ¿qué ocurre si los tomas juntos?
La ansiedad es una de las condiciones psicológicas más comunes alrededor del mundo, siendo capaz de afectar tanto a niños como a adultos. En este sentido, el consumo de ansiolíticos ha aumentado de forma exponencial. De hecho, se estima que el 11,4 % de la población española ingirió este tipo de fármacos durante el 2011.
Por otro lado, las bebidas alcohólicas forman parte de la vida social de millones de jóvenes de todas las edades, llegando a ser un componente esencial de las fiestas y reuniones. Muchas personas han mezclado estos compuestos sin considerar los efectos secundarios, por lo que te hablaremos de algunos de ellos.
¿Qué ocurre si mezclas ansiolíticos y alcohol?
Mezclar alcohol con cualquier medicamento tiene muchos riesgos. Es capaz de inhibir el efecto de la droga en el organismo o de incrementarlo. Estudios han demostrado que esta mezcla altera la concentración de los compuestos, aumentando la cantidad almacenada en los tejidos.
La mezcla de ansiolíticos y alcohol es muy peligrosa, por lo que debe evitarse a toda costa. De hecho, las consecuencias que acarrea pueden ser fatales. Entre los riesgos de ingerir estos compuestos a la vez se encuentran los siguientes.
Aumento de los efectos inhibitorios
Unos de los fármacos ansiolíticos más utilizados son las benzodiazepinas y sus derivados, como el Tranxilium ®. Estos medicamentos actúan a nivel del sistema nervioso central en los receptores GABA, potenciando la acción inhibitoria de este neurotransmisor y disminuyendo la actividad del sistema nervioso central.
Las bebidas alcohólicas son capaces de actuar como un agonista de las benzodiazepinas, es decir, potencian la acción de los fármacos. En este sentido, el efecto inhibitorio de los mismos aumenta en gran medida.
La depresión del sistema nervioso es tan severa que induce al coma en muchos casos. Esta es una situación en la que la persona es muy vulnerable, siendo capaz de ahogarse, incluso con su propio vómito. Además, la inhibición puede afectar a los centros de la respiración del encéfalo e inducir un paro respiratorio.
Mayor riesgo de sufrir accidentes
Esta es una consecuencia directa del efecto inhibitorio de los ansiolíticos y el alcohol. Si no se induce al coma, la mezcla de ambas drogas disminuye el estado de alerta de las personas, tornándolas somnolientas. La alteración de la conciencia hace que sean más propensas a sufrir caídas y otros accidentes.
Además de las caídas, otras consecuencias comunes son los cortes, los golpes con objetos y los accidentes de tránsito. Esta mezcla es peligrosa porque disminuye la concentración, la memoria y el aprendizaje, por lo que no se puede recordar lo ocurrido.
Por si fuera poco, realizar actividades cotidianas puede ser un gran desafío cuando se mezclan las dos sustancias en cuestión. Esto se debe, en gran parte, a la disminución de las capacidades cognoscitivas, sobre todo en las personas de la tercera edad.
Alteraciones en el comportamiento
Las personas que sufren de ansiedad suelen presentar presentar problemas de conducta, en especial durante una crisis. Los mismos problemas del comportamiento también se observan cuando las personas ingieren demasiado alcohol, ya que pueden volverse más activas o violentas.
En términos generales, no es recomendable que las personas con problemas psicológicos ingieran bebidas alcohólicas. La mayoría de estos problemas aparecen por conflictos sin resolver en su vida personal y el alcohol puede hacer que estos sentimientos afloren.
El efecto de la mezcla de ansiolíticos y alcohol vuelve a la mayoría de las personas más ansiosas. De esta manera, pueden aparecer nuevos conflictos y condiciones difíciles de controlar, lo que empeoraría la patología de base.
Posible efecto rebote
Los ansiolíticos también pueden ser recetados como fármacos hipnóticos, ya que son capaces de inducir el sueño debido a la depresión del sistema nervioso. En este sentido, son útiles en el tratamiento de diversos trastornos, como el insomnio.
Por otro lado, el alcohol tiene una actividad similar en el cerebro, por lo que algunas personas consideran que este compuesto los ayuda a dormir mejor. Sin embargo, el sueño inducido por este tipo sustancias combinadas no es de calidad y quienes los consumen pueden sentirse incluso más cansados que antes.
También puede aparecer el efecto rebote que genera la acción contraria a la deseada. De esta manera, mezclar las dos sustancias puede evitar que se concilie el sueño y hace que las personas se sientan más ansiosas, nerviosas o angustiadas.
¿Se debe eliminar el alcohol si se toman ansiolíticos?
Primero que nada, es necesario saber que los fármacos ansiolíticos solo ayudan a controlar los síntomas de la enfermedad, sin embargo, no representan la cura. En este sentido, se debe acudir a una consulta psicológica con el fin de identificar y solucionar los problemas que desencadenan la patología.
Mantener una vida social es fundamental para controlar las crisis y superar el trastorno, ya que aislarse empeora la condición. El alcohol suele estar estrechamente ligado a la vida social, por lo que puede surgir un inconveniente si se toman ansiolíticos.
La aparición de las consecuencias mencionadas ocurre cuando se consumen grandes cantidades de bebidas alcohólicas y una dosis elevada de pastillas. De esta manera, es posible tomar alcohol mientras se consumen los fármacos, siempre y cuando sea en pequeñas cantidades, como por ejemplo una copa de vino.
No obstante, siempre es recomendable consultar con el especialista ante cualquier duda. El mismo estará en la capacidad de aclarar las interrogantes presentadas con respecto al consumo del medicamento.
Ansiolíticos y alcohol: una mezcla que se debe evitar
Ambas sustancias actúan sobre el mismo receptor en el sistema nervioso central, por lo que su efecto inhibitorio puede aumentar cuando se consumen a la vez. Esto puede traer consecuencias graves, las que son mortales en el peor de los casos.
La mezcla de ansiolíticos y alcohol debe evitarse a toda costa para no sufrir ningún daño. Sin embargo, puede existir un consumo seguro de bebidas alcohólicas durante el tratamiento, el que dependerá de múltiples factores y variará de persona a persona, por lo que se recomienda consultar con el médico tratante.
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