Viviendo con el asma
Es asma es una enfermedad para la cual aún no existe una cura. Los tratamientos indicados por los especialistas se orientan a reducir la gravedad de los ataques y síntomas. Aunque puede atravesarse por largos periodos de remisión, en realidad siempre se puede activar por un catalizador externo. Vivir con asma es algo que debe aprender cada paciente para sobrellevar la enfermedad.
Existen muchas cosas que puedes hacer para mejorar la calidad de vida luego del diagnóstico. Conocer los fundamentos básicos de la enfermedad e identificar los posibles detonantes es clave para su manejo a corto, medio y largo plazo. Hoy te enseñamos algunas pautas que puedes incluir en tu rutina para lidiar con el asma de forma más amena.
La importancia del estilo de vida en el asma
Lo primero que tienes que saber es que se ha demostrado que un cambio en los hábitos de vida tiene repercusiones positivas en el control del asma. Estos cambios son más asequibles, menos invasivos y mejor tolerados por los pacientes; lo que aumenta las probabilidades de que estos se adhieran a ellos a largo plazo.
Forman parte de lo que se conoce como tratamientos conservadores del asma y se adecúan, en general, según las posibles causas o detonantes que generan los ataques en cada persona. Vivir con asma implica mantener los catalizadores controlados, de modo que las siguientes recomendaciones son de gran ayuda después de un diagnóstico médico:
Hacer ejercicio
Aunque es verdad que algunos ataques de asma pueden generarse debido a jornadas de ejercicio intenso, la evidencia indica una relación favorable entre el control de los síntomas y la actividad física. Muchos pacientes desconocen esta relación, e incluso sienten prejuicios en contra de practicar ejercicios al creer que estos empeorarán los episodios.
Cientos de atletas de alto impacto padecen de asma, y esto no es una limitación para el desarrollo de su actividad profesional cuando reciben tratamiento. Hacer actividad física de manera recurrente es útil para fortalecer las vías respiratorias, mejorar la capacidad aeróbica y fortalecer el espectro psicológico de cada paciente.
Implementar una dieta equilibrada
Las investigaciones sugieren que una dieta equilibrada puede ser beneficiosa para lidiar con el asma. Aunque es cierto aún faltan más pruebas al respecto, se asocia la ingesta desequilibrada de antioxidantes y ácidos grasos poliinsaturados en compañía de una deficiencia de vitamina D como los posibles culpables del aumento de casos durante las últimas décadas.
Algunos pacientes reportan un empeoramiento de los síntomas luego de la ingesta de ciertos grupos alimenticios. Es tarea de cada uno identificar los posibles catalizadores y reducir su inclusión en la dieta. Un cambio en los hábitos de comer también es beneficioso en otros sentidos, como por ejemplo en el control del peso.
Mantener un peso saludable
A pesar de que los mecanismo aún no están del todo claros, sabemos que existe una relación entre la obesidad y el desarrollo del asma. Existen muchas hipótesis, desde la reducción de la capacidad pulmonar a causa de ella, hasta los cambios hormonales que puede producir.
Sea cuales fueren las causas, se recomienda mantener un peso saludable para evitar que los episodios leves de asma deriven en estadios moderados o severos.
Para ello, se puede hacer una combinación de ejercicio regular y dieta, y contar además con el apoyo de un especialista. Bajar de peso también repercutirá de forma positiva en otros aspectos de la vida del paciente.
Evitar los agentes alérgicos
Se ha sugerido una relación entre la alergia y el asma. De hecho, se cree que muchos cuadros de asma son causados directamente por catalizadores alérgicos. En caso de que se sospeche que los episodios se originan por estos, se pueden hacer diferentes modificaciones en los hábitos para reducir su incidencia. Entre los más importantes destacamos los siguientes:
- Mantener las habitaciones y el espacio de trabajo libres de polvo.
- Reducir la interacción que se tiene con las mascotas (el pelo de algunas puede generar alergias).
- Vacunarse durante la temporada estacional.
- Usar abrigo y ropa adecuada cuando bajan las temperaturas.
- Evitar la exposición al polen durante la primavera.
- Cambiar semanalmente las sábanas, limpiar los muebles e implementar otros hábitos para minimizar la presencia de ácaros.
Si tienes en cuenta estos cuatro cambios puedes vivir con asma sin mayores incidencias. El médico puede recomendar otros según corresponda. Aún así, recuerda que estos hábitos no sustituyen a un tratamiento farmacológico; en especial si los ataques son moderados o graves.
La prevención ante ataques de asma inesperados
Otro factor muy importante en la calidad de vida de los pacientes con asma es la prevención. En principio, esta pasa por disponer del tratamiento recetado por el médico, estar atento a los posibles cambios de los síntomas y realizar consultas anuales para controlar el avance de la enfermedad (esto último si son frecuentes episodios severos).
Ten siempre un botiquín con los medicamentos que forman parte de tu tratamiento para el asma. Si te vas de vacaciones, sales de casa durante un par de días o te mudas, no olvides llevarlo contigo; sobre todo si mantienes una ingesta de medicamentos permanentes. Este es un hábito imprescindible para vivir con asma.
Resulta particularmente útil el uso del inhalador para mitigar los síntomas durante un ataque. Nunca se sabe cuándo ocurrirá el siguiente, así que no está de más que siempre lleves contigo un inhalador broncodilatador.
Para mayor comodidad, puedes tener más de uno y dejarlo en lugares estratégicos: la casa de tus padres, la mochila que más usas, el escritorio del trabajo y demás.
Por último, lleva un registro de los ataques que experimentas durante el mes. Si notas un alteración de la frecuencia no dudes consultar con tu especialista. No importa que estos seas leves y cortos, pueden ser un indicador de que el tratamiento no está surtiendo efecto.
Consejos para pacientes asmáticos
Las investigaciones destacan la importancia del conocimiento de los pacientes sobre su propia enfermedad para mantener perspectivas positivas de cara al futuro. La evidencia sugiere que muchas personas creen que los ataques no se pueden controlar, aun cuando se esté bajo tratamiento personalizado.
Se sabe que vivir con asma puede derivar en experiencias psicosociales negativas. Los pacientes tienden a cohibirse al momento de realizar ciertas actividades por el miedo a padecer de un ataque, lo que a su vez puede ocasionar ansiedad, reclusión, miedo o estrés. El acompañamiento psicológico puede ser útil para sobrellevar estas secuelas.
Según indican algunas estudios, es relativamente común que las personas desarrollen estrategias de autocontrol para evitar o mitigar síntomas de la enfermedad. Algunos recurren a ejercicios de respiración, practican yoga, asisten a terapias de acupuntura, masajes o meditación, entre otras cosas.
Si algunas de estas sesiones resultan positivas para ti, puedes incluirlas como complemento, que no sustituto, del tratamiento principal. Recuerda que el asma tiene múltiples tratamientos farmacológicos. Si no recibes los beneficios que esperas de uno de estos, siempre puedes optar por otro bajo la supervisión de tu especialista.
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