Así afecta el dolor al estado de ánimo
El estado de ánimo y el dolor están más relacionados de lo que a menudo se piensa. El dolor incide en el estado de ánimo, y este a su vez puede hacer lo propio con aquel. Forman por tanto una red muy compleja, una que se manifiesta en principio en los pacientes con dolor crónico. Te enseñamos qué se sabe de esta relación y algunas curiosidades al respecto.
Desde hace décadas se sabe que el estado de ánimo es un componente valioso al momento de disminuir el dolor. La relación es parcialmente ignorada entre el público general, lo que puede contribuir a desajustes o descontroles tanto del propio dolor como del estado de ánimo. El mecanismo exacto todavía se ignora, pero la relación no se pone en duda por parte de los científicos.
La relación entre el dolor y el estado de ánimo
Tal y como señala la evidencia, la percepción, la expresión y la reacción del dolor está mediada por variables genéticas, familiares, psicológicas, sociales, culturales y de desarrollo. El dolor es un fenómeno muy complejo, todavía más cuando se tiene en cuenta los episodios de dolor crónico.
Precisamente, se ha propuesto que estos últimos tienen un impacto directo en la identidad de la persona; no así los cuadros de dolor leve o pasajero. Es decir, es mucho más probable que tus estados de ánimo y el dolor se afecten de manera mutua en contextos en los que este último se manifiesta con una alta intensidad que cuando lo hace de manera leve.
Resulta pertinente tener en cuenta las variables de género para analizar la relación entre el dolor y el estado de ánimo. Un estudio publicado en Gender Medicine en 2005 determinó que las mujeres son más sensibles a los estímulos relacionados con las amenazas (como el dolor), pero al mismo tiempo cuentan con mecanismos para inhibir sus efectos. Es decir, las mujeres pueden tolerar el dolor mejor que los hombres.
Los investigadores han encontrado que el estado de ánimo negativo reduce el margen de tolerancia hacia el dolor agudo, y también existe evidencia de que hace lo propio en el dolor crónico. De acuerdo con algunas estimaciones, hasta el 70 % de los pacientes que lidian con episodios crónicos de dolor reportan una alteración de su estado de ánimo. Esto crea un efecto bola de nieve, ya que a su vez incrementa la sensibilidad del propio dolor.
¿Cómo afecta el dolor al estado de ánimo?
Como bien señalan los investigadores, no se conocen los mecanismos por los cuales el dolor afecta al estado de ánimo, y viceversa. Se cree que la respuesta puede empezar en las emociones, las cuales de manera gradual empeoran el dolor y se produce así un desajuste mutuo. Un estudio publicado en Pain en 2017 indagó sobre la influencia del estado de ánimo negativo sobre la red funcional cerebral.
El grupo de científicos encontró que la red de modo predeterminado (DMN, por sus siglas en inglés) se ve alterada por el estado de ánimo negativo de las personas. La DMN se ha propuesto como biomarcador clave para varias condiciones de dolor crónico. Por el contrario, los estados de ánimo positivos parecen preservar dicha red.
También se piensa que la influencia del dolor en las emociones no es más que una respuesta natural a lo que se conoce como respuesta de lucha o huida. El dolor en sí mismo es una señal de supervivencia, de modo que activa una serie de cambios en el organismo. Pueden ser tanto físicos como químicos, y estos últimos pueden causar un desajuste temporal en el plano emocional.
El efecto dominó que se crea por este vínculo puede tener múltiples consecuencias, incluyendo estrés, ansiedad y angustia. Puede ajustar el grado de sensibilidad al dolor y el mecanismo de respuesta que alerta de situaciones que se perciben como amenaza. También puede afectar la cognición, la llamada conciencia del cuerpo y fomentar emociones negativas.
Depresión y dolor
La relación entre el dolor y la depresión merece un comentario aparte. Muchos pacientes que padecen de dolor crónico desarrollan depresión, un trastorno que puede reducir el grado de tolerancia al dolor.
De hecho, y como nos recuerda Harvard Health Publishing, las personas con dolor crónico tienen tres veces más probabilidades de desarrollar depresión, y estos últimos tienen el mismo porcentaje de riesgo para el dolor crónico.
La conexión es por tanto bidireccional, e incide tanto en el plano físico como emocional del paciente. Se piensa que la depresión manifestada por el dolor crónico es producto de lo que se conoce como trastorno de adaptación, aunque factores genéticos, fisiológicos y ambientales también juegan un papel importante. Ciertamente, no todos desarrollan dolor o depresión en el proceso.
Se sabe que ambos episodios obstaculizan el tratamiento del otro. Las reacciones fisiológicas y bioquímicas del dolor pueden mediar en la efectividad de un medicamento depresivo, y la depresión puede hacer lo propio en los fármacos para el dolor. Es por esta razón que los investigadores señalan que en muchos contextos el tratamiento es insuficiente, lo que deriva en un deterioro del bienestar de la persona.
Por solo nombrar algunas, la depresión puede manifestarse en pacientes que han sido diagnosticados con lumbalgia, síndrome de fatiga crónica, fibromialgia, artritis, osteoporosis, neuropatía periférica, traumatismos y migrañas. Para hacer frente a ambos episodios se consideran varios espectros de tratamiento, todo esto con el fin de impedir la retroalimentación mutua.
Aun se desconoce buena parte del proceso en que el dolor afecta al estado de ánimo. No se duda de esta conexión, de manera que tanto los especialistas como los pacientes deben estar al tanto de dicha conexión. La mente y el cuerpo no son dos entes separados, sino que forman parte del conjunto del organismo. Por tanto, lo que afecte a uno tarde o temprano afectará al otro.
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