Herpes zóster: un viejo amigo
Como si de un viejo amigo se tratara, el herpes zóster es la manifestación adulta de un virus conocido y pasado: el virus de la varicela. Esta clásica infección infantil vuelve con fuerza en más de un 75 % de los casos, aunque esta vez se ha renovado.
Como si de un fuerte abrazo se tratara, este virus nos sorprende con unas manifestaciones conocidas bajo el nombre de culebrilla. Un virus que aprovecha la vía rápida de los nervios para persisitir en nuestro organismo. Veremos sus causas y sus efectos, así como el tratamiento adecuado para controlarlo y algunas recomendaciones.
Herpes zóster: la resistencia
En nuestra temprana infancia, la gran mayoría de personas hemos experimentado las famosas pústulas de la varicela.
De hecho, se estima que a los 10 años un 90% de la población ha pasado esta infección. Y es que, en algunas culturas existe la tradición de juntar a los más pequeños para que atraviesen la enfermedad “de una forma controlada”, con el fin de evitar su posterior aparación en la edad adulta.
No obstante, este virus es famoso por su insistencia, y en la búsqueda de una estrategia de supervivencia, busca cobijo en lugares muy reservados del organismo: los ganglios nerviosos. Estos son lugares de difícil acceso para las defensas, y se aloja como un residente silencioso.
No es hasta años más tarde cuando este virus finaliza su hibernación aprovechando que las defensas bajan y le dan la espalda. Es en ese momento cuando, en vez de volver a la sangre y crear la manifestación clásica de la varicela, decide moverse por los rápidos canales de los nervios periféricos.
Especialmente afecta a los ganglios de la médula espinal, por lo que sus autovías favoritas son los nervios de la zona costal y espalda. En algunas ocasiones, puede alojarse en los ganglios faciales, produciendo sus molestos efectos sobre los nervios de esta zona.
Manifestaciones
Una vez reactivado, el virus avanza por los nervios, irritándolos y causando el dolor con el que cursa esta enfermedad. Un dolor de tipo ardiente y punzante, que produce escozor y comprende el periodo inicial durante 2-3 días. Todo ello acompañado de fiebre y malestar, propios de un sistema inmune que se defiende.
Sin embargo, esto no queda ahí y el virus sigue multiplicándose, agotando los nervios y ascendiendo hacia la piel. De esta forma crea una erupción clásica en forma de cinturón, con vesículas llenas de líquido (¡Y de virus!). Así, recibe el famoso apodo de culebrilla en su camino por los nervios.
Las complicaciones aparecen cuando el virus toma la vía facial, pudiendo afectar a la mandíbula, el paladar, las amígdalas e incluso ojos y oídos. Incluso, si el virus ha decidido optar por vías más anchas y complejas, puede tomar el camino del sistema nervioso central, manifestando una meningitis y parálisis motoras en los casos más complejos.
En general, todo este proceso puede llevarnos al reposo hasta 10 días. Aunque la recuperación total de la piel puede tardar hasta 4 semanas en desaparecer y el dolor nervioso o neuralgia prolongarse durante meses.
Desencadenantes
Se estima que la prevalencia de esta enfermedad es mayor a partir de los 50 años de edad. El virus aprovecha las evasivas defensas para desarrollarse, por lo que son especialmente susceptibles las personas de edad avanzada, donde las neuralgias persistentes son más frecuentes.
Las mujeres embarazas son una población altamente susceptible, con posibilidad de complicaciones en el embarazo. Además, deben tener especial precaución las personas que no hayan contraído la varicela o no estén vacunados contra esta. Son especialmente las ampollas las que poseen la carga viral para transmitir la enfermedad.
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Tratamiento y prevención del herpes zóster
El tratamiento de elección para el herpes zóster consiste en aplicar antivirales efectivos y paliativos para el dolor.
Entre los antivirales más utilizados, el aciclovir por vía oral es el tratamiento por excelencia. También encontramos otros como valaciclovir, e incluso se estudia la brivudina por una mayor eficacia y pauta de dosficación más sencilla comparada con sus respectivos ciclovires.
Si el tratamiento se aplica en las primeras 72 horas, se reduce significativamente el progreso y las secuelas de la enfermedad. En especial lo que afecta a las neuralgias.
Prevención
Mantener un estilo de vida saludable, basado en una dieta equilibrada y actividad física frecuente, ayudará a mantener unas defensas fuertes y evitar la proliferación del virus.
Por otra parte, existe una vacuna para personas de alto riesgo: edad avanzada y embarazas. Además, la vacunación de la varicela en aquellas personas que no la hayan padecido será una vía para evitar el contagio de esta enfermedad.
Consejos
Las molestas manifestaciones de esta infección pueden evitarse si aplicamos algunas estrategias como:
- Higiene: debemos lavar nuestra ropa y ducharnos con jabones que no contengan perfumes. Con ello evitaremos aumentar la irritación que cursa en esta enfermedad.
- Ropa cómoda: la ropa holgada y de algodón reducirá las molestias que produce la enfermedad.
- Nada de cremas o polvos: debemos evitar la aplicación de cremas para evitar la irritación de la piel, así como emplear las que nos haya indicado el médico.
- Fortalecer las defensas: ayudar al sistema inmune a luchar contra los virus es la mejor estrategia de defensa y de ataque.
Finalmente recordar que seguir adecuadamente el tratamiento prescrito por el médico es necesario para evitar posibles secuelas. La vacunación es una estrategia efectiva en los casos de mayor riesgo, ya sea para el herpes zóster como para la varicela. Ante cualquier duda con la enfermedad o el tratamiento, consulte con su médico o farmacéutico.